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|01|Ante los ojos del destino

–"Hey, Alberto, ¿alguna vez pensaste en encontrarme? ¿Alguna vez soñaste como seria nuestra conexión que tanto alardean los ancianos? Yo siempre lo hacía desde que la escuela nos habló de nuestra conexión.

A veces me preguntaba: ¿cómo serias? ¿Cuál sería tu aroma? ¿Cuál serian tus gustos? o si eras macho o hembra. Tenía tanta curiosidad de ti, que esperaba que en el momento de que nos encontremos; tú te sorprendieras al verme y conocerme. Quería ser un buen destinado para ti. Aunque era difícil destacar entre todas las bestias.

Nací en un pueblo no muy pequeño ni muy grande, era el hijo único de una familia tranquila que no destacaba entre las demás. No fui el mejor alumno ni el peor, pero si tenía buenas notas. Al pasar por las calles algunos me conocían de toda la vida y otros ni siquiera me ubicaban...simplemente era una bestia normal. Así que, ¿qué podía hacer yo para que sientas que soy la bestia perfecta para ti?"

En algún lugar del centro de Italia, febrero del 2002

Mientras los helados vientos de aquella madrugada empañaban los cristales de las ventanas de su casa en medio de la granja de su familia; donde el canto de los gallos aún no se presentaba y podía apreciar el tocar de los grillos. Aun no había señales del sol cosa que provocaba que esos tonos templados inundaran todo el campo entre las casas alejadas de otras. La mayoría aún se encontraban durmiendo y otros iniciaban sus mañanas con una caliente taza de café descafeinado.

Él era uno de los primeros en despertar, pero no tardaba en caer sobre la mesa de la cocina para llorar a mares. Sentado solo en aquella acogedora y hogareña cocina, no dejaba de observar destrozado esas cuatro cartas que anunciaban su rechazo a las universidades que solicito meses atrás. Lagrimas recorrían por sus mejillas rosadas dejando que un hilo de escamas verdes azuladas se mostraran con tal belleza. Con su muñeca limpio sus ojos, no temía llorar en soledad sabiendo que sus padres y tío habían salido de la ciudad para sus concursos de cerdos; donde su madre competía a cola y garra con su vecina.

–¿Burbuja? ¿Por qué estas llorando, corazón?

Levantó la mirada asustado al escuchar la voz preocupada de su abuela –lo cual era raro ya que ella era muy burlona y relajada–, tomó rápidamente las cartas intentando ocultarlas detrás de su espalda. Volteó hacia el umbral para encontrarse con la anciana regordeta abrigándose con su rebozo tejido a mano. De su canoso cabello resaltaba su hilo rojo que alguna vez le perteneció a su abuelo con la figura de una serpiente; este se encontraba amarrado en su cabello en un moño alto.

Ella se acercó a él, notando como sobresalía de su espalda una de las cartas. No tardo en atar hilos para ver que lo rechazaron de nuevo. Dejó salir un suspiró y se acercó a abrazarlo con tras su pecho, provocando que él se rompiera de nuevo. Ya eran seis universidades que lo rechazaban. Ella peinó con sus dedos sus rizos oscuros mientras le daba consuelo. Las universidades para las bestias eran una minoría lo cual hacían que se saturaran con rapidez –incluso habían países donde no existían eso y las bestias no tenían el derecho de estudiar– y no podía solicitar en una de humanos.

–¿Por qué no vas a Portorosso como lo hizo ella al ser rechazada? –preguntó en un tono suave y tranquilo mirando la postal en el refrigerador. Ella nunca se olvidaba de enviarle una cada semana junto a fotografías de la ciudad costera, a pesar de que los dos siempre hablaban por horas todos los días– Ella es una buena chica.

–No creo que sea una buena idea, nonna –susurró tallando su ojos con su muñeca–, a mamá no le agradaría la idea que me fuera con ella. Apenas acepto nuestro noviazgo.

11:11   ||  LUBERTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora