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|11|Dos hilos rojos sin atar (parte 2)

–"...sonreí, simplemente verte me causaba sonreír. Tu solo aroma inundando mi nariz me causaba ganas de abrazarte y nunca soltarte. Me atraías tanto que mi mente se nublaba y me olvidaba de todo. ¿Es lo que siempre causa tu alma gemela al encontrarte? ¿O eso significa que si me descuido un poco terminaremos enrollándonos en la cama?

Es una de las muchas cosas que jamás entenderé, Alberto, porque yo no quería estar contigo para procrear."

–Te ves muy bien, sin duda me gusta el diseño –dijo lo último mirando directamente al diseñador. Soltó una risa al obtener un chasquido de lengua como respuesta, volvió a ver a Luca y sonreírle–. En verdad, estás hermoso con ese conjunto, ¿puedes? –movió su dedo para pedirle si podía dar una vuelta completa.

Una silenciosa risa salió de los labios del menor; quien arqueó si ceja con una sonrisa juguetona adornando sus delgados labios. A modo de juego dio una vuelta completa para él. Dejando que el mayor admirara cada detalle de la ropa y su figura, especialmente en la parte del corset negro. No lo hacía de manera morbosa o erótica, más que nada la analizaba al igual que sus botas góticas. Una vez que finalizo, Luca levantó su mirada para verlo, pero lentamente su sonrisa se fue borrando de su rostro al ver como Alberto dio media vuelta y se fue rápidamente a uno de los muebles oscuros de aspecto antiguo del atelier. Solo observo como se agachaba para abrir el último cajón de este y comenzaba a rebuscar entre los pedazos de tela, que guardaban allí.

–El hilo rojo resalta mucho y opaca al vestuario gótico –habló pensativo volteando su mirada a su hermana y su socio; ellos fruncieron el ceño al escucharlo, compartieron miradas antes pararse y ver mejor el conjunto de Luca.

No dudaron en acercarse rápidamente a Alberto para seguir opinando sobre los arreglos; dejando en el olvido al pobre joven modelo. Decepcionado Luca rasco su brazo mientras desviaba la mirada sintiéndose excluido de nuevo. No obstante sintió como uno brazo lo abrazaba por sus hombros, provocando que se sobresaltara. Volteo a su lado y se encontró con la sonrisa amistosa de Guido.

–Los perdimos, muchacho –dijo esbozando una leve risa al ver a los tres discutiendo seriamente sobre colores.

Ciccio se posó al lado de los dos castaños y suspiró con cansancio.

–Estarán así un buen rato, no te sorprenda que comiencen a discutir.

–Ya los conoces, cuando se trata de detalles; Alberto siempre es perfeccionista –exclamó Guido con una gran sonrisa y sin atreverse a soltar a Luca–. Además, aún tenemos mucho camino que recorrer al tratar de averiguar cómo ven las bestias los colores, al ser daltónicas siempre fallamos –derrotado dejó caer su cabeza de manera dramática sobre la del menor.

–Nosotros vemos mucho más colores que ustedes –musitó en bajo la bestia; obteniendo las miradas desconcertada de ambos humanos. Luca exhaló y miro a Alberto batallando en encontrar un buen tono de tela–, entiendo la frustración de Alberto, para nosotros es complicado describir los colores que vemos y tratar de combinarlos con los de ustedes es un dolor de cabeza; es como explicarle a un ciego los tonos de rojo.

–Ustedes ya se conocían, ¿no? –insinuó de manera tranquila y natural el rubio.

–Alberto es mi destinado, mi futuro esposo –contestó encogiéndose de hombros–. Por ahora no siento nada por él más que solo atracción, pero por nuestras reglas y religión nos tendremos que casar.

–Pareciera no importarte –musitó Guido en un tono algo preocupado.

–Creo que es algo que los humanos nunca entenderían, pero para nosotros es especial encontrar nuestra alma gemela –respondía a todo con simpleza mientras miraba a la bestia mayor; quien al notar su mirada le sonreía de lado, cosa que provocaba que él también sonriera.

11:11   ||  LUBERTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora