|| 19 ||

115 16 10
                                    

|19|Determinación

Las fuertes lluvias continuaban cayendo entre las calles antiguas de la ciudad, empañando los cristales de las ventanas de locales y casas. Los humanos no salían por miedo a una enfermedad mientras que las bestias no perdían tiempo en invadir los callejones y plazas con completa alegría. Presumiendo con aquel orgullo que cargaban las escamas llamativas que su diosa les ha regalado en espera de encontrar ese amor verdadero.

Levantó un poco del cuello de aquella sudadera que le entregaron hace dos días, acercándola a su nariz la olfateó suavemente, sintiendo como sus pesares desaparecían por unos segundos al momento en que ese embriagante aroma lo inundaba y relajaba. Escuchar las fuertes gotas de lluvia chocar contra las cristaleras de la cafetería lo calmaban a un más. Cerró sus ojos y suspiró, envolviéndose aún más en aquella prenda ajena.

–"A veces me gustaría pensar que tú te relajas con mi aroma...pero también soy realista. Que lo más probable que tu ni siquiera lo notes.

Las desventajas de oler a lluvia hacen que mi aroma sea imperceptible en estas temporadas, dejando solo un olor demasiado soso a café con leche. Un aroma que para muchos es demasiado débil y aburrido como para atraer a alguien.

No hay nada en especial en oler a lluvia y café, unos aromas tan comunes que a veces creen que no valgo la pena más allá de mi cuerpo."

Miraba con una diminuta sonrisa divertida como Giulia limpiaba las mesas junto con Ciccio, discutiendo con pesadez en tratar de averiguar en donde diablos se había metido Guido para no aparecer como de costumbre. No obstante, sus ojos se abrieron con sorpresa al ver con frente a él, sobre la barra dejaban una taza de lo que parecía ser café capuchino recién hecho con una carita feliz al igual que deformada dibujada con lo que parecía ser cacao sobre la espuma. Sorprendido levantó curioso su vista encontrándose con el rostro avergonzado de un hombre de piel morena y cabello oscuro.

–Perdóname por no saber cómo hacer figuritas con la espuma –comentó rascando su cuello y evitándolo verlo a la cara con el propósito de que la bestia no notara su sonrojo.

Luca miro la taza y luego a él. Si no mal recordaba ese humano de acento notoriamente proveniente del occidente –por no decir que realmente suena como los estereotipos mexicanos– era ¿Manuel? O ¿Misael?

Se maldijo a si mismo por olvidarlo y más cuando él se ha mostrado muy amable con él.

–Tranquilo, todo está hecho para que una bestia lo pueda beber sin problemas –añadió con una pequeña sonrisa, sobresaltando al menor–. Es descafeinado y la leche es de coco.

Un leve sonrojo de la impresión pintó de carmín sus mejillas al ver ese único hoyuelo en su mejilla. Sorprendido por su respuesta y aun algo indeciso abrazó la taza con ambas manos antes de alzarla y beber un poco de ella. Sus ojos se abrieron con asombro ante el dulce sabor que esta tenia. La sutil risa del hombre se hizo notorio.

–Más te vale que mi niño no se enferme por tu culpa, idiota –amenazó Giulietta acercándose a abrazar de espaldas a su "cuñado".

Luca solo se preocupaba de no salpicar su bebida, poco a poco comenzaba a acostumbrarse a los cariños de la pelirroja. Dejaban de ser tan incomodos a comparación del inicio. Solo mantenía una nerviosa sonrisa ante la situación.

–Relájate mujer, no soy tan bruto como crees –exclamó ofendido y dramático el hombre dándole la espalda mientras se cruzaba de brazos sobre su pecho.

Giulietta soltó un feroz gruñido soltando a Luca para tomar asiento en el banquillo de su lado. No podía insultarlo o maldecirlo en voz alta ante el riesgo de un posible cliente. Luca solo sonrió detrás de su taza, era una madrugada demasiado tranquila. A pesar que el establecimiento era para ambas especies, sabía que una bestia no se metería a un local donde solo trabajen humanos.

11:11   ||  LUBERTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora