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|24|Almas perdidas

–¿Un modelo de revista? ¿Yo? –musitó Luca realmente sorprendido por la propuesta que le comentaba Camilo en la llamada.

–Sí, tú, eres un modelo novato, ¿no? –no le dio ni tiempo a Luca para que respondiera y solo continuó– Necesito que vengas lo más rápido que puedas, teníamos un modelo que no se presentó y mi suegro esta en medio de un colapso por la falta de un modelo para la revista.

–¿Una revista? ¿Estás loco? No tengo experiencia y ni sé si soy lo suficientemente fotogénico para una sesión de fotos –respondió con prisas dejando notar su nerviosismo e inquietudes ante la petición.

–¡¿De qué mierdas hablas, parce?! Has destacado en cada uno de los ejercicios y fotografías estas semanas. ¡Te sale de manera natural, no estés jodiendo! Esta oportunidad será algo increíble para tu carrera.

–¿Carrera? –musitó en un hilo de voz casi inaudible y perdido, que solo Alberto lo escuchó.

Miro de reojo y con curiosidad ante las expresiones del menor. Había terminado de guardar sus pertinencias –al igual que la basura que tiraría algún día, sino se le olvida–. Cerró su mochila con la mirada decaída, recordando la manera en la que Ercole se refiere a Luca: como un alma tan bella, pero a la vez tan pérdida, sin objetivos ni pasiones. Desorientado en cómo seguir su vida, sumergiéndose en una rutina que lo mataba lentamente.

Luca parecía que rechazaría la oferta, de nuevo por el mismo miedo de probar algo nuevo. Sus manos temblaban levemente y mordía su labio inferior dudoso y asustado. El miedo a ser el ridículo o humillarse a sí mismo lo invadía. Así que Alberto aprovechó su distracción para tomar su propio teléfono para decir de manera tranquila:

–Estaremos allá lo más rápido que podamos, solo envíame un mensaje con la ubicación y contacta a Ciccio y Guido, no creo que el personal del estudio sepa maquillar correctamente a una bestia.

¡Gracias, gracias! Veras que no te arrepentirás, Luquita. Es una gran oportunidad para ti y por supuesto te darán una muy buena paga por citarte a última hora. En un momento les envió la ubicación y nosotros nos encargamos de que el estudio esté preparado para ti y tu equipo.

Sin despedida o en espera de alguna respuesta del mismo Luca, la llamada se corta. Con un movimiento Alberto cerró la tapa de su teléfono y como si nada lo guardo en su bolsillo antes de ponerse de pie. Luca estaba procesando todo lo que acababa de pasar, perdido en sus pensamientos, miro de reojo como su acompañante se sacudía la tierra de su pantalón para después tomar su mochila y colgarla en su hombro. En silencio observó cómo se dirigía hacia el estuche de su violín, que estuvo todo este tiempo en el suelo. Sacudió la tierra y el polvo de este, para luego observar con una sonrisa orgullosa todos los stikers que iba coleccionan sobre la superficie, sin llegar a cubrir su nombre grabado e incluso en la agarradera estaba colgando un llavero de plástico de Marvin el marciano, que le había regalado Guido, que había ganado en una caja de cereal porque ya tenía cinco repetidos. Cada vez más tenía la personalidad de Luca.

–Vamos a mi vespa y en lo que nos llega el mensaje –comentó volteándolo a ver con una sonrisa tranquila y relajada.

–¿Por qué aceptaste por mí? –susurró Luca mirando mientras que en sus manos jugaba con el cable del walkman.

–Porque sé que ibas a rechazarlo –respondió con simpleza y encogiéndose de hombros–. Además eres modelo, ¿no?

–No –negó, pero rápidamente se quedó callado, no se sentía cómodo aceptándolo. Aun sonaba tonto en su cabeza. Bajó su mirada frustrado.

Al verlo tan inseguro y temeroso, hizo que sintiera mal por tomar esa decisión sin su aprobación. Suspiró y volvió a tomar asiento en el suelo. A su lado. Luca volteó a verlo y él le sonrió mostrando sus dientes con orgullo.

11:11   ||  LUBERTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora