|| 32 ||

81 12 3
                                    

|32|Secretos

El sonido de la puerta del vehículo resonó bajo la fuerte lluvia que inundaba esa misma tarde. Siendo seguido por el ruido de sus botas de hule que pisoteaban los charcos que se iban formando por la banqueta, Luca rodeó la camioneta con pintura llamativa de un unicornio hasta ir al lado del copiloto. Abrazando contra su pecho aquella bolsa con suministros y medicamentos mientras hacia lo posible para que su paraguas roja no se fuera con el viento.

Al subirse en la banqueta se acercó al vehículo al mismo tiempo que la ventana del piloto bajaba.

–¿Seguro que no quieres acompañarme? hace mucho frio aquí afuera –sugirió en un tono preocupado.

Con una pequeña sonrisa compresiva el pelinegro niega con la cabeza.

–Ve tranquilo, aquí te espero con música al alto. Me imagino que ustedes hablaran de su bebé –dijo lo último en un tono más serio y preocupado.

Luca desvió la mirada apretando el agarre a ambos objetos.

–En serio te agradezco que protejas el secreto del embarazo, aun no sé cómo decírselo a Alberto o a los demás, pero en verdad quiero proteger a la madre y a mi bebé –miró a su amigo con dolor. Se sentía raro llamar bebé al bastardo que esperaban, pero enserio quería a ese hijo.

–Estas en una situación fuerte y más tratándose de un bastardo. Es una mierda –suspiró para pocos segundos después sobresaltarse al darse cuenta de sus palabras– ¡Hablo de la situación, no de tu bastardo! –alterado corrigió sus palabras, dándose un golpe en su frente ante su idiotez–...es una mierda de situación, no la cría.

El menor soltó una pequeña risa y lo miro con tranquilidad.

–Tranquilo, lo entendí y tienes razón, es una mierda de situación, aun sabiendo que Alberto y yo no somos nada aun...me aterra su reacción.

–Alberto es un buen hombre, se sentirá traicionado, pero es incapaz de odiar a una cría. Busca un momento adecuado y dialóguenlo.

Él no respondió solo bajo la mirada pensativo, aun él miedo lo invadía. No quería involucrar a la fuerza a Alberto en la vida de su cría. No obstante la imagen del pecoso acunando a un recién nacido ablando su corazón.

–"Aunque sabía que serias el otro padre de mis hijos, la simple idea que tu desprecies a este bebé me destrozaba e inquietaba. ¿Me dejarías en el olvido al momento en que te enteres? ¿Cómo sabré que es el momento indicado?"

–Procurare no tardarme, ya has hecho mucho por mi hoy.

–Que puedo decir –se encogió de hombros soltando una pequeña carcajada mientras jugaba con el volante–, me recuerdas a mi hermano menor.

Luca volvió a reír, ya eran varios que lo comparaban como un hermano menor. Y en cierto punto le agradaba, siendo hijo único la sensación de tener un hermano de no sangre lo emocionaba.

Ambos se despidieron con un golpe de puño antes de que el menor acomodara mejor las cosas que cargaba y diera vuelta con dirección aquel viejo edificio que le dio un lugar donde quedarse cuando llego a Portorosso. Jamás se imaginó que ese lugar que alguna vez llamó hogar, ahora le pareciese tan lejano y externo. Respiró hondo y encamino hacia el lugar bajo aquella tormenta de finales de octubre.

[...]

Alberto se mordía el labio inferior con la mirada fija en sus propias manos sobre la mesa, era claro que estaba inquieto; en especial siendo el único ruido que los envolvía el de la cuchara golpeteando la taza de porcelana que contenía el té. Como cada temporada de concursos, su abuela lo citaba en uno de los lugares más finos y caros de toda la ciudad.

11:11   ||  LUBERTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora