Jungkook, un apuesto ingeniero, soltero, maduro y sobre todo idealista, sueña con su chico ideal, está seguro que el hombre de sus sueños está en alguna parte esperando ansiosos por él hasta que se topa con la personificación de su persona soñada a...
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"El destino de nuestros labios es encontrarse alguna vez."
Jungkook odiaba octubre, definitivamente el otoño no era su estación favorita, la temperatura las lluvias repentinas, los arboles pierden la mayoria de sus hojas, bueno, era un pretexto para su mal humor, se sentía realmente desanimado estos días.
Había querido regresar al restaurante donde trabaja su amor platónico varías veces, pero la obra que estaban por entregar no se lo permitía, su tiempo libre era realmente escaso.
Porque justo cuando debería estar haciendo algo de provecho, tenía que ayudar a Tae, si él quiere comprar un maldito disfraz para la fiesta que de su hermana, que vaya solo.
Su mal humor estos días era insoportable.
Jungkook estaba seguro que ellos dos se gustaban, Jisoo estaría en buenas manos si su intuición no fallaba, el sería el más feliz de todos en tener a su mejor amigo como cuñado.
Mientras caminaba detrás del castaño refunfuñaba. —Tenemos dos horas para comprar un maldito disfraz, Tae no seas anticuado, para que venir personalmente cuando existen aplicaciones de venta de disfraces en linea.
El castaño soportaba el mal humor de su amigo porque por lo general Jungkook no era así, —Ey, cálmate abuelo quisquilloso, será algo rápido lo prometo.
Su amigo no tenía la culpa, solo estaba frustrado, —Ok, —dijo Jungkook imitando el tono de voz de un niño mimado, haciendo reír a Taehyung, —Vamos.
No quería fiestas, no quería amantes, todo resultaba aburrido ahora, ni el mismo lograba entenderse estos días, había buscado un chico parecido al angelito rubio, pero nadie se le aproximaba, no existe otro igual a él, eso lo estaba volviendo loco.
No esperaba que Tae comprenda lo que le pasaba, no le había hablado de el rubio, no había nada que decir.
No es como si pudiera comentarle simplemente, —Tae, ¿sabias que me gusta alguien que tiene esposa?. Estaba seguro que su amigo lo golpearía directo en las bolas, luego le daría el discurso sobre los principios, la educación y los límites, definitivamente no, no gracias, es mejor callar.
Pasaron fuera de un Starbucks, Jungkook necesitaba desesperadamente caféina, Taehyung siguió de largo, sin darse cuenta que el pelinegro ya no estaba a su lado, giro su rostro al darse cuenta que caminaba solo, Jungkook hizo le hizo señas para que entendiera que entraría por un par de americanos fríos, el castaño asintió y siguió adelantándose.
Había una larga fila. —¿En serio? ¿Todos quieren café hoy?. —refunfuñó el pelinegro internamente.
Cuando llego el turno del ingeniero Jeon para su sorpresa la persona que lo atendería no era nada más ni nada menos que la novia, esposa o quien demonios sabia del rubio hermoso, ella con una gran sonrisa le dio la bienvenida y le pregunto que deseaba ordenar.
