Jungkook, un apuesto ingeniero, soltero, maduro y sobre todo idealista, sueña con su chico ideal, está seguro que el hombre de sus sueños está en alguna parte esperando ansiosos por él hasta que se topa con la personificación de su persona soñada a...
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"Que la casualidad nos dure para siempre".
—Me gustas Kook. —decirlo se sintió mucho mejor de lo esperaba, —Tengo tanto que decirte, quiero ser sincero contigo, no quiero esconderte nada desde este momento, —Jimin se había aferrado fuerte a los brazos del pelinegro.
Jungkook beso con ternura la parte superior del cabello de su dulce enamorado. —Bonito, ¿tienes idea de lo feliz que estoy ahora mismo? Podrías decirme cualquier cosa y créeme voy a seguir aquí, ok.
—Quiero creer eso de verdad, pero es muy difícil, podemos ir a un lugar donde podamos hablar, por favor.
—Mmm, Tengo que regresar a la oficina, deje mis cosas allí, no pensé que iba a tardar fuera tanto tiempo, mira es alli, el edificio gótico, —Jungkook le señaló un inmueble a una calle, —podemos hablar en mi oficina, ¿quieres?
El rubio asistió solto su agarre y ambos se sintieron vacios, querían estar abrazados un poco más.
Jimin recordó que había prometido a Yoongi avisarle cuando entregará el celular , —Espera llamare a Yoongi para decirle que todo está bien y a mamá, debo avisarle que llegare un poco tarde, ¿si?
Jungkook sintio una punzada de celos.—¿Quien es Yoongi?
—Oh, es el chef del restaurante donde trabajo, él es quien contesto tu teléfono, lo conozco hace tanto, a sido muy bueno conmigo siempre, —el pelinegro le mostró un nuevo gesto que desconocía, golpeó el interior de su mejilla con su lengua, Jimin sonrió, era un malcriado adorable. —Esta casado Kookie, no pongas esa cara.
Jungkook aliviado le sonrió y beso su mejilla.
—Por cierto te llamo una tal Sana, mmm, como decía, —el rubio colocó en dedo en su mentón, fingiendo no recordar, ah lo tengo, Sana morena lindas piernas.
Los ojos de Jungkook casi se salen de sus cuencas. —Hay mucho de que hablar Jiminie, mucho, asi que vamos, le tendio la mano, —Pero esta vez bonito, que sea para no soltarla por mucho, mucho tiempo, por favor.
—Primero hablemos, si después quieres seguir sosteniendola, no sere yo quien te suelte, ¿ok?
—Ok bonito, vamos.
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