Jungkook, un apuesto ingeniero, soltero, maduro y sobre todo idealista, sueña con su chico ideal, está seguro que el hombre de sus sueños está en alguna parte esperando ansiosos por él hasta que se topa con la personificación de su persona soñada a...
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"No todo es dicha y felicidad, no cuando tienes padres y suegros a quienes enfrentar."
Cuando tienes a tu novio muy embarazado, por supuesto, haces las cosas tan bien que lo embarazas por partida doble y sin decir nada has colocado un anillo en su dedo, la parte difícil de todo este asunto es hablar con los padres de tu lindo chico, ellos te confrontarán y acusarán buscando las razones del porque, robaste su candor e inocencia de su dulce hijo.
Pero el mayor problema todos, eran los padres de Jungkook, los había evitado hasta el punto de no contestar sus llamadas, había regresado hace tres días de Florida, la excusa que le dio a su padre por dejar su trabajo en manos de alguien más fue que Jimin tuvo una descompensación y había estado en el hospital, pero no podía recibir visitas.
No los quería revoloteando en el hospital, después se enterarían de todoooo lo que Jungkook aún no había dicho.
Tal vez pensarían que era un cobarde, por supuesto, pero lo último que necesitaba en ese momento eran sermones, él era un adulto, Jimin ya no era un niño, ambos se amaban, iban a ser padres, era el momento en que ambos debían dejar el nido.
Observó a Jimin quien dormía a su lado, y lo apretó aún más a su cuerpo, la cama del hospital era pequeña, pero abrazados entraban perfectamente en ella, pasó las tibias yemas de sus dedos suavemente por las mejillas de Jimin, él sonrío, ese lindo chico apresado contra su fuerte pecho, era suyo, acarició sus pestañas, besó la punta de su nariz, el rubio abrió sus ojos lento, acostumbrándose nuevamente a la luz, sus ojos quedaron presos en su amor, la sensación de pertenencia y al mismo tiempo de libertad que le obsequiaba estar en brazos de JungKook por muy paradójico que suene, era lo que sentía, amar sin cadenas, sin reglas y no querer ir a ningún lado. —Buenos días guapo.
Jungkook beso sus labios tiernamente. —Amo despertar a tu lado.
—Tus papás deben estar aquí a las diez cariño.
Jimin miro el reloj en la pared. —Apenas son las siete, aún tenemos tiempo, ¿quieres bañarte conmigo?
—¿Tan temprano y ya estás siendo travieso Jiminie?
—Mira quien habla, hay algo enorme y muy duro punzándome allí abajo.
Maldita reacción fisiológica, Jungkook maldito por lo bajo, no podía tomar ese cuerpo maravilloso que tenía entre sus brazos con fuerza ahora mismo, tenía que soportarlo, solo un poco más.
Sintió la mano de Jimin deslizarse suavemente por su abdomen, coló sus dedos por el elástico de su pantalón deportivo y metió la mano tomando su hombría en un fuerte agarre.
