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ANASTASIA GÓMEZ.
(Robando gatos)

Estaba cerca de una de las mesas aún sin poder creer lo que recién había visto, Regina y Pablo se acercaron a mi sin decir nada.

Pablo trato de tomarme por los hombros pero le di una palmada para que no me tocará, el se hizo para atrás y entonces me hacerque a Regina quien estaba un poco más apartada.

---¿Que mierda Regina? No me lo puedo creer, se suponía que éramos amigas pero que equivocada que estaba ---dije al tenerla cerca, tenía ganas de darle un buen golpe en la cara pero supe controlarme---¿Y tú Pablo?

---Yo solo vine hasta aquí para poder hablar contigo y...

---¿Y besarte a Regina? ---pregunte con burla, el negó tratando de hacercarse de nuevo a mi.

---Solo déjame explicártelo, no es como te lo imaginas ---dijo desesperado Pablo.

---¿Y tú Regina? Tu eras mi amiga no se porque me hiciste esto ---una lágrima bajo por mi mejilla, estaba llorando.

Lo que más odiaba era el que ella se quedará callada, ni siquiera trato de darme una explicación como el descarado de Pablo.

Recién había entrado al café y me había encontrado a ambos aquí, mi corazón latía desbocado debido a la falta de aire que tenía.

---Ana lo siento tanto, eres mi amiga y creeme que no se porque lo hice ---me atreví a levantar mi mirada y pude ver cómo Regina también empezaba a llorar.

---Yo confíe en ti, tu sabes lo mal que lo he pasado por el y el como habíamos estado tratando de arreglar las cosas ---respondí acercándome a ella---Nada de lo que hagas va a remediarlo, no te quiero volver a ver en mi vida Regina.

No estaba preparada para ver lo que había visto, hablaba sin si quiera pensar y sin mirar a Pablo salí del café. Me encontraba hecha un desastre, vestía el uniforme del café y traía el cabello desarreglado debido a que pase la noche en el hospital con Charles.

Algunas personas me miraba raro debido a mis fachas y el como traía los ojos seguramente enrojecidos, pero no me importaba yo solo quería llegar a casa y descansar a pesar de ser las 9:30 de la mañana.

Quería llorar hasta dormirme, quería simplemente desaparecer y ser olvidada.

Lágrimas bajaban despavoridamente de mis mejillas mientras yo trataba de controlarlas y seguir derecho hasta mi casa, pero mis pies y corazón dijeron lo contrario y no fui consiente hasta que llegue a la orilla del lago Firs.

Di gracias al cielo al ver cómo no había nadie más aparte de mi, me sentía mal, traicionada y engañada. Me sentía tonta al haber caído en el sucio juego de Pablo, no quería volver a ver a alguno de los dos en mi vida, no quería saber nada de ellos.

Me senté en el frío suelo y traje mis rodillas hasta mi pecho abrazándolas, tenía frío y estaba sola. Me sentía sola, toda mi vida lo había hecho y cuando creí que por fin eso pararía me entero de esto.

Tal vez no merezco ser feliz, tal vez no merecía a Pablo y Regina, tal vez ellos dos deberían estar juntos y yo me entrometí. Tantas cosas venían a mi mente y a ninguna le podía dar una respuesta.

CAFÉ ―Pablo Gavi, Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora