Capítulo 16_ El Warg.

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El corazón latió rápido cuándo el joven le pasó el dedo alrededor del labio inferior, dibujando la forma de éste. Le miró fijamente la boca mientras le deslizaba una de sus grandes y delicadas manos por la espalda baja.

Un suave gemido dejó los labios de la muchacha en el momento en que la tocó. El deseo la inundó de repente, y arqueo la espalda empujando más su cuerpo contra él, disfrutando de la acogedora sensación de su calidez sobre la de ella.

El primer beso sobre sus labios llegó rápido y la muchacha notó que se derretía. El corazón le latió con más intensidad.

Él la acercó más contra su cuerpo, casi con furia y así intensificar el beso. Le gustaba tenerlo así de cerca, sobre ella recostados sobre la fría seda de la cama, flexible y entre sus brazos.

Ella sonrió sobre sus labios. Ansiosa le rodeó el cuello con los brazos y ambos quedaron envueltos en un acogedor abrazo.

Sus labios sabían increíblemente dulces. Algo respondió a ella en su interior. Reconoció el deseo, pero había algo más.

Dejó de besarlo y le acarició la mejilla con la mano, intentando que la mirara a los ojos. El joven alzó la cabeza y rozó su mirada con la suya, atrapando un brillante destello violeta que la observó con cariño.

Algo en ella se detuvo al reconocer a quién tenía sobre ella, aprisionándola con fuerza.

Su largo y lacio cabello platinado caía sobre sus hombros, algunos mechones pegándose en su frente gracias al sudor.

Alzó más la cabeza y lo observó. Aquel ojo violeta era razón suficiente para acelerarle el corazón.

Sus miradas estaban muy cerca, y vio que la pupila del platinado se dilataba durante un momento.

La chica frunció el ceño levemente pero siguió acariciándole la mejilla antes de bajar la vista otra vez hasta la seguridad de sus labios. Y antes de que él se inclinara, unió de nuevo sus labios de manera desesperada. Necesitaba de ellos.

—Princesa Héoleth...

Sus labios danzaron en armonía, pareciendo encajar perfectamente. Las manos de la joven apretaron la nuca del hombre para atraerlo más a ella.

—Héoleth...

No quería separarse de aquella comodidad, se sentía segura en sus brazos, con sus caricias.

Pero el enorme placer que estaba sintiendo bajo su vientre se vio interrumpido por una fuerte sacudida.

—Princesa. —sus ojos se abrieron de golpe, y se encontró con la preocupada mirada de Milufer sacudiéndola por el brazo.

Cuando recobró un poco el sentido, se dio cuenta de que estaba en su habitación, recostada sobre su cama y con la respiración agitada. Recuperó el aliento y soltó con un quejido a la vez que se sentaba.

—Princesa ¿Se encuentra bien?

Milufer la miró con sorpresa. Héoleth sintió que se quedaba sin aire por la agitación, que le ardían los pulmones. Quiso decir que si pero sólo atinó a asentir y emitió otra risita entrecortada.

—¿Qué sucede Milu? —tartamudeó frotándose la cara con las manos para tratar de espabilarse. Se sentía demasiado acalorada.

—Madroc está aquí. —explicó la concubina.

—¿Qué es lo que quiere?

Milufer la miró cómo si no entendiera a qué se refería.

—Héoleth, nos pediste que te despertáramos luego de la medianoche. Es hoy ¿Lo olvidaste?

𝕽𝖊𝖉 𝕮𝖗𝖔𝖜 || Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora