Capítulo 17_ La primer nevada.

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Extrañaba éste lugar.

Había venido en más de una ocasión cuándo era una niña, lo llamaba "su lugar secreto favorito" bajo aquel enorme árbol y con la vista del majestuoso mar a lo lejos.
No quiso venir antes, ya que le recordaba buenos momentos que la llenaban de nostalgia y de los cuáles no quería recordar.

Pero hoy decidió venir al no saber que más hacer en el palacio.

Los últimos días la había pasado totalmente sola, acompañada únicamente por Milufer. Su madre la había obligado a salir de sus aposentos, así que no tuvo más opción que enfrentarse a los demás.

Aunque agradecía que Aegon no se haya acercado a ella, eso no la había animado ni un poco. El plan de ignorar a los hermanos Targaryen había dado un giro completo, ya que el que parecía ignorarla ahora era Aemond.

El joven no se había dignado a mirarla ni una sola vez desde aquella noche en la posada. Cuándo se cruzaban por los pasillos, el príncipe sólo pasaba de ella. Sin siquiera mirarla.

Y parecía más interesado en pasar tiempo con Maris Baratheon, y vaya euforia que la morocha tenía por eso.

Ella estaba encantada, que incluso en una ocasión sin que se percatara, Héoleth escuchó a la joven comentarle a una de sus hermanas sus intenciones de contraer matrimonio con el príncipe tuerto.

Aquello, aunque no lo comprendía hizo que el corazón se le achicara, al igual que cada vez que los veía por los pasillos o sentados juntos en las cenas.

Y que Aemond la ignorara de aquella manera, lo hacía más.

Se enderezó en su lugar y jugueteó con un mechón de pelo rojo que se había desprendido del hermoso peinado.

Se giró hacia la vista y se concentró sólo en ver el paisaje. El sol rodeado de espesas nubes estaba rojizo sobre el horizonte, con un tercio todavía asomándose en la línea del mar.

Aquel era un paisaje mágico y en este momento, si Héoleth cerraba los ojos, la brisa que le golpeaba el rostro sonaba como un silbido de música. Como en casa.

—Oh, aquí estás.

Giró la mirada. Tan consumida estuvo, que ni siquiera había oído que alguien se acercaba a ella. Al enfocarse en el recién llegado se encontró con Emeth, respirando pesadamente como si hubiera corrido desde el salón real hasta los jardines.

—Llevo buscándote por horas. Te has perdido el té con nuestros padres. Madre no está feliz por eso.

Héoleth rodó los ojos, sin siquiera preocuparse.

—¿Cómo me encontraste? ¿Milu o Madroc te lo han dicho? Les pedí que no lo hicieran.

—No, ellos no dijeron ni una palabra. Aún cuándo los amenacé de muerte. Te son demasiado leales. —Emeth inspiró profundamente. —Me he encontrado a Aemond mientras te buscaba y me ha dicho que seguramente estarías aquí. Y le ha atinado.

Las palabras enfriaron la sangre de la princesa. Emeth se acercó más a ella, sentándose a un lado.

—¿Qué haces aquí sola?

—Pienso.

—Éstos días los he notado raros a ambos. No soy tan estúpido ¿Sabes? Eres mi hermana y él mi mejor amigo, los conozco.

Héoleth incómoda bajó la mirada no queriendo profundizar en el tema. Emeth observaba los gestos de su hermana con detenimiento.

—Heli ¿Sucede algo con Aemond?

Preguntó. La Princesa lo miró muy sorprendida.

—¿De dónde sacas eso hermano?

—Ya te lo dije, no soy estúpido. —explico obvio. —Además está el hecho que Aemond lleva años tratando de llamar tu atención.

𝕽𝖊𝖉 𝕮𝖗𝖔𝖜 || Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora