Capítulo 34_ Torneo/ Parte 2.

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                           PARTE 2

Apenas había ingresado al salón cuando su bellísimo vestido de terciopelo azul y su elaborado peinado parecieron atraer la atención de todo el mundo, en especial, la de los hombres.

Héoleth sentía que todos los ojos desde todos los ángulos se posaban en ella. Sin embargo, no veía a Aemond por ninguna parte. Miró la multitud de Ladies y Lords pero ninguno parecía tener la altura del príncipe. Ningún hombre era tan apuesto como él. Se sintió profundamente decepcionada al no verlo.

—Estoy convencido de que es la dama más encantadora en el lugar.— Asustada, Héoleth miró a su izquierda y encontró a un hombre de píe a su lado, estaba cabizbajo sosteniendo su peso en un bastón. Parecía amable, sin embargo su presencia la puso en alerta.

Sin saber qué hacer le dirigió una espléndida sonrisa sólo para verse educada. Sabía de quién se trataba, Ser Larys Strong. Y jamás le había dado buena espina.

—Larys Strong, alteza. Es un placer por fin poder hablar con usted.

—Lo mismo digo, mi Lord. —respondió ella aceptando la mano que el hombre le ofrecía.

—He oído muchas cosas sorprendentes de usted. La princesa Cambiapieles, señora de los cuervos, la joya de la casa Midthunder, el Cuervo Rojo. —enumeró permitiéndose una ligera sonrisa de satisfacción.

Héoleth estudió su rostro por un momento. Tomando una respiración profunda, asintió.

—Hay muchos a los que les encantaría tener alguien con ésas habilidades en su bando. —continuó y su sonrisa se borró al instante. —Tratarán de reclutarla. Pero, al final será usted quién elija. ¿No es cierto, alteza?

La expresión de Héoleth evidenciaba lo innecesarias que le parecían aquellas palabras. Y, la manera tan tranquila cómo el hombre le hablaba sólo lograba ponerle los pelos de punta. No tuvo idea de cómo actuar o sentirse por sus palabras o por tenerlo a su lado.

Pero el hombre, quizás al notar su incomodidad le hizo un gran favor al cambiar de tema:

—¿Aceptaría su alteza una copa de vino?

—Es muy mable.—dijo ella por fin, haciendo una mueca al recordar que hasta que no estuviese segura de la enfermedad que tenía no probaría ni una gota de alcohol. —Pero debo declinarla. No me he sentido muy bien hoy, el alcohol no es buena opción.

—Por supuesto que no lo es... mucho menos en su condición —dijo con voz calma y una lenta sonrisa curvó los labios del hombre. Una sensación extraña se apoderó del cuerpo de Héoleth. ¿Estaba insinuándole algo? O quizás sólo estaba exagerando y tomándose todo a la defensiva. —Me refiero, a que el alcohol jamás es bueno para curar enfermedades... Excepto quizás las del alma. —concluyó.

Héoleth quitó su mirada ante el extraño escrutinio que aquel hombre le estaba brindando. Así que bebió un poco de agua para tranquilizarse, aunque se maldijo por ello, ya que, un ligero retortijón recorrió su estómago.

—Permítame preguntarle algo alteza... —comenzó el Ser con voz pastosa, aunque no pudo terminar, porque otra voz sonó detrás de él.

—¡Princesa Héoleth, por fin la encuentro! —Helaena interrumpió aquel extraño intercambio de palabras y la tomó del brazo. La hubiese besado por sacarla de tan incómoda situación pero aquello sería un atrevimiento de su parte.

—Por favor, manténgase sana mi princesa. —concluyó. La miraba como si llevara conociéndola hace años. Héoleth lo miró en detalle cuándo el hombre se alejó cojeando, advertía en sus ojos una mirada que jamás había visto antes.

𝕽𝖊𝖉 𝕮𝖗𝖔𝖜 || Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora