Capítulo 13_ El Arciano.

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De vuelta en su recámara, de la cual nunca debería haber salido, Héoleth se paseaba de un lado a otro, furiosa. No podía entender lo sucedido hace momentos.

Si el Aemond pequeño en el pasado podía llevarla a la locura en un solo día. Éste logró enfadarla con sólo pronunciar algunas palabras.

Era un controlador, autoritario. Arrogante.

Gimió y apretó sus manos en un puño. Él realmente parecía olvidar lo sucedido entre ellos en el pasado y pretendía actuar de forma desinteresada.

Estaba llegando rápidamente a la conclusión de que él padecía algún tipo de trastorno de bipolaridad.

—¿Sucedió algo? Te noto tensa. —le preguntó Milufer al verla ir y venir por la habitación.

—Nada importante. Es solo éste maldito viaje, yo no quería venir. Y Emeth con su actitud de niño pequeño. Y luego está el hecho que...

Suspiró cansada, no iba a contarle a su amiga lo sucedido con Aemond. No iba a preocuparla más de lo que ya estaba.

—Olvídalo... ¿Te han notificado algo de mis cuervos? —Quiso saber.

—Han sido colocados en un establo. Están siendo tratados con los mejores cuidados por los maestres.

—Perfecto. Heometh seguro enviará uno de sus cuervos con algún mensaje. Que estén atentos y me notifiquen cuanto antes.

Pidió a su concubina y ésta asintió en respuesta. Héoleth le echó a Milufer una mirada cautelosa y su tono voz se tornó más bajo.

—Sobre el otro asunto ¿Madroc te ha dicho algo?

La chica volvió a asentir, calma.

—Lo han llevado a un lugar a salvo, nadie vio ni escuchó nada.

Un suspiro de alivio se escapó de los labios de la princesa.

—Bien. —avisó — En fin, pongámonos en marcha. Madre se enfadará si llego tarde para el almuerzo.

La castaña asintió en respuesta y ambas salieron apresuradas de la habitación.

Era bien pasado el mediodía cuando llegó cansinamente hasta las puertas del gran comedor. Cuando entró, fue recibida con miradas de sobresalto de los presentes.

Emeth y Aemond estaban envueltos en una animada conversación, pero cuándo la vieron se interrumpieron y se le quedaron mirando con atención.

La chica se maldijo a sí misma al darse cuenta que a pesar que había salido del patio de armas mucho más antes que su hermano, Emeth llegó al comedor antes que ella.
No se hubiese tardado sino estuviese tan enfadada. Todo gracias al príncipe de cabello largo y platinado.

En cuanto ingresó también se percató que habían dos personas más a parte de sus padres, la reina Alicent, Otto Hightower, Emeth, y Aemond. Un joven de cabello corto y platinado, y una muchacha con el mismo tono de cabello. Él sonrió en su dirección.

Helaena, que estaba cerca de donde Héoleth hizo su entrada, inmediatamente levantó su vestido y corrió hacia ella. La saludó de una manera cariñosa típica de la princesa Targaryen, y ambas se adentraron en el salón tomadas de los brazos.

Héoleth suspiró sin más, cansada y afrontó a todos de una vez al reunirse cerca del mesón.

Reprimió rodar los ojos al notar dos pares de ojos sobre ella, Aemond y el otro joven platinado no dejaban de mirarla. Éste último parecía anonadado al observarla, e incluso Héoleth podía jurar que una sonrisa juguetona se dibujó en sus labios.

𝕽𝖊𝖉 𝕮𝖗𝖔𝖜 || Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora