Silencio. Sepulcral silencio.
Su corazón dejó de latir por un instante. Luego volvió a retumbar en su pecho. Dio media vuelta, convencida de que era imposible que hubiese oído aquellas palabras. Pero cuando vio que efectivamente esas palabras habían salido de los labios de Otto Hightower y que éste daba un paso hacia adelante para repetirlas, lo único que pudo hacer fue mirarlo atónita.
No podía estarle sucediendo aquello. Había temido que algo así podía pasar pero de manos de Aemond, no de aquel hombre.
Héoleth sin ningún color en el rostro, como en cámara lenta volvió la vista hacia él y se obligó a mirarlo. Él príncipe permaneció allí plantado, intentando asimilar, sin conseguirlo, lo que su abuelo acababa de decir. Aún sin poder digerirlo se le quedó mirando con la incredulidad reflejada en el rostro. Su ojo abierto de par en par, furioso.
-¿Es cierto? -boqueó intentando contenerse.
Ella no respondió. Lágrimas de frustración le quemaban los párpados. Al comprender su silencio Aemond dio un paso hacia adelante exigiendo respuestas.
-¿Por qué no me lo dijiste?
Héoleth negó con la cabeza pero nuevamente no respondió mientras las lágrimas descendían por sus mejillas.
Aemond mordió su labio inferior conteniendo la rabia.
¡Ella pensaba marcharse estando embarazada! ¡Esperaba a su hijo!
Se alejó unos pasos, como si el impacto de la noticia le hubiera golpeado físicamente. Su mandíbula temblaba mientras intentaba contener la ira que había en su interior.
La Reina Erolith se adelató con expresión sombría y observó el extraño espectáculo.
-¿Qué demonios está diciendo? -le preguntó al Hightower con frialdad.
El hombre jamás perdió la expresión serena en su rostro y voz.
-Lo que ha oído, Majestad. Su hija está embarazada de mi nieto.
-¡Esto es un ultraje! -exclamó fuera de sí. -¿Cómo se atreve a decir algo asi? -se giró hacia su hija y exigió. -¡Héoleth dile que es un error! ¡Diles que está equivocado!
Sin embargo, una vez más Héoleth permaneció en silencio. Bajó su mirada y un sollozo escapó de sus labios.
-¡Mírame! -exigió gritando descontrolada. Héoleth levantó su mirada y se obligó a mirarla, pero lo único que pudo hacer fue apretar sus labios y negar.
El golpe no lo vio venir y su madre la abofeteó con tal fuerza que la hizo caer con violencia al suelo mientras Emeth se acercaba horrorizado al ver la sangre en su boca.
-¡Héoleth! -la recogió con cuidado. -Madre, ¿qué has hecho?
Pero la mujer ignoró su reproche apartándolo bruscamente y volviendo a centrarse en su hija.
-¡Eres una zorra! -sorprendiéndola la cogió del cabello haciéndola chillar de dolor. -¡¿Cómo te atreves a deshonrarnos de ésta manera?!
El dolor físico de Héoleth fue insignificante en comparación con el dolor emocional en su interior. Sus lágrimas caían mientras su madre la sujetaba con dureza por el cabello, forzándola a encontrarse con su mirada llena de ira.
-Madre... -rogó Héoleth entre sollozos, tratando de encontrar algo de compasión en los ojos de la mujer que la había parido.
Pero entonces su mirada voló hacia Aemond que se dirigía hacia ellas irradiando rabia. En dos segundos el príncipe cogió a la Reina por el codo, y la obligó a soltar a Héoleth y mirarlo directamente a su ojo.
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𝕽𝖊𝖉 𝕮𝖗𝖔𝖜 || Aemond Targaryen
أدب الهواةHéoleth, princesa de la Casa Midthunder, siempre ha sido diferente. Su habilidad como Cambiapieles para conectarse con cuervos la hace especial, pero también la convierte en un blanco de desconfianza y miedo. Cuándo su familia acepta una alianza con...