Capítulo 30_ Secretos.

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Advertencia de lectura extensa. Capítulo 🔞

-No debería estar haciendo ésto. -dijo Héoleth de repente, apretando la boca, compungida. -Nunca debí pedir que me ayudaras.

-Le he dicho que quiero ayudar. -replicó Milufer.

Estaban en su habitación, a muy poco de llegar a medianoche. Su concubina le ayudaba a vestirse con unos ropajes no tan llamativos, si alguien la veía paseando por los pasillos del palacio a altas horas de la noche para adentrarse en los aposentos de un príncipe, eso sólo significaría su ruina.

A pesar de sus palabras, Héoleth agradecía enormemente su ayuda. Al fin y al cabo no contaba Madroc.

Después de encontrarla en aquel lugar oscuro, luego de haber escapado de él había sido muy tedioso hacer que el soldado no la acusara con sus padres. Por lo que ahora, pedirle ayuda para su travesía no era nada factible.

Sabía que Madroc no la delataría, el guardia siempre fue fiel a ella, pero estaba enfadado y mucho. Esperaría que su enfado pasara antes de volver a contar con él.

-No debí aceptar. - continuó lamentándose al haber incluido a su dama en aquella travesía. Ella sin embargo, se había mostrado muy dispuesta y ansiosa por ayudarla.

-¡Oh, princesa! no se mortifique; está bien. Me parece romántico que dos enamorados se vean a escondidas. -se acercó y le colocó bien el tapado negro sobre su cabeza, de forma que apenas se distinguían sus rasgos.

La princesa bufó avergonzada. Le había contado y sincerado sobre absolutamente todo lo ocurrido con el príncipe Aemond a Milufer luego de una tarde de aburrimiento. No tenía nada que temer, al fin y al cabo Milufer era su fiel amiga, le tenía confianza.

-¿No has conseguido que te diga dónde ha estado?

Preguntó la morocha recordando su conversación y notando la expresión de la princesa.

-No me atreví a preguntárselo de nuevo.

-¿Qué puede ser tan misterioso cómo para no decírtelo?

-No lo sé... No quiero llegar a dudar de él pero... sentí algo.

Milufer asintió, pensativa. Sabía lo que las palabras del príncipe Aegon habían ocasionado en la pelirroja.

Héoleth era alguien fuerte, siempre lo había sido frente a todas las adversidades que conllevó haber crecido en una familia en dónde no tenía libertad.

Él único que había estado con ella, protegiéndola de sus estrictos padres había sido Heometh, quién junto al tener las mismas habilidades los había unido desde niños. Pero él se había marchado hace tiempo luego de contraer matrimonio, dejando a su hermana detrás con el peso de tener a sus padres sobre ella todo el tiempo.

Emeth, por su parte siempre había sido un joven rebelde, lanzado y menos comprometido a sus responsabilidades cómo príncipe. Amaba a Héoleth, por supuesto que lo hacía. Pero no contar con sus habilidades, de algún modo los había alejado. Eran diferentes. No comprendía su don, y jamás lo haría.

Y ni hablar de las mellizas. Amenath y Faraht jamás habían comprendido a su hermana menor.

Héoleth había tenido también a Deleth; eran iguales en muchas cuestiones pero también lo había perdido.

Ahora, con la compañía del príncipe Aemond, la princesa roja estaba experimentando sentimientos de seguridad que ya había dado por perdidos. Entendía su frustración y su miedo al sentir que él le ocultaba algo serio.

Héoleth era fuerte y poderosa, más que cualquier ser en el mundo. Pero hasta la persona más fuerte alguna vez experimentó miedo a la soledad.

Milufer odiaba al príncipe Aegon por haber hecho sentir a su princesa tan insegura y vulnerable.

𝕽𝖊𝖉 𝕮𝖗𝖔𝖜 || Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora