El viento silbaba a lo largo de las laderas y golpeaba con violencia contra las copas de los árboles mientras Héoleth se abría paso a través del oscuro bosque.
Las sombras parecían cerrarse a su alrededor, a la vez que la fría brisa susurraba entre las hojas y las ramas que crujían ominosamente por encima de ella. La noche era oscura y cada paso que daba resonaba en el silencio, haciéndola sentir más vulnerable. Había algo extraño en el aire, un mal presentimiento que no pudo ignorar. Un escalofrío la recorrió entera porque recordaba haber tenido esa misma sensación el día que el Rey Viserys habían muerto: una energía premonitoria.
De repente, las sombras del bosque se tornaron más oscuras, y creyó ver unas sombras tenebrosas que no había notado antes.
-¿Hola? -preguntó hacia la oscuridad sin saber que más hacer. Pero su voz solo retumbó en un eco solitario.
Su inquietud de pronto se convirtió en miedo cuando escuchó como una rama crujía detrás de ella. Se volvió sobresaltada abrazando el costal en su pecho a modo de protección.
Un grito se atoró en su garganta cuando divisó la figura un hombre emergió desde la oscuridad. A penas era visible entre los árboles pero pudo notar que vestía ropas oscuras y su rostro estaba oculto bajo una capucha.
-¿Princesa Héoleth Midthunder? -le preguntó con voz ronca.
Ella atinó solo asintió, tratando de ocultar su nerviosismo.
-Sígame y no se aleje. La noche es peligrosa. -dijo él echando un rápido vistazo al cielo. Su voz sonaba ronca y carente de amabilidad. El presentimiento en Héoleth se intensificó, pero sin saber que más hacer obedeció y se encaminó hacia él. Al fin y al cabo era el hombre que Daeron había enviado por ella, tenía que ser confiable.
El desconocido se plantó en su sitio y le señaló que caminara. Héoleth apretó el paso, siguiéndolo hacia lo más profundo del bosque. La oscuridad allí era acojonadora, y el sonido del viento se había convertido en un aullido fantasmal.
Pasaron varios minutos en silencio en los que el hombre no pronunció ni una palabra, y aquello hizo que se sintiera más incómoda.
De repente se sobresaltó cuándo otras tres figuras más emergieron de los arbustos cercanos, rodeándola. Héoleth sintió su corazón acelerarse mientras se daba cuenta de que de verdad algo estaba mal. Su corazón dio un vuelco en su pecho, y un nudo de temor se formó en su estómago.
Giró hacia el hombre que la había guiado.
-¿Qué está pasando? ¿Dónde me lleva?
El hombre solo permaneció en silencio, como si no la hubiese escuchado. Héoleth se sintió atrapada, comprendiendo todo. Pero si aquellos no eran los hombres de Daeron no iba a rendirse sin antes luchar. Intentó retroceder, alejarse de ellos, pero el hombre la tomó por el brazo con fuerza y comenzó a arrastrarla hacia adelante.
-¡Déjenme ir! -gritó, luchando por liberarse. Pero sus esfuerzos fueron en vano. Sentió náuseas. Todo eso era tan repentino que le resultaba difícil de asimilar. Le flaquearon las rodillas, pero él siguió arrastrándola.
-¿Quién los envía?
-¡Ese no es problema tuyo, mujer!- respondió furioso uno de los que venían detrás.
-Exijo que me digan quién los ha enviado. - ordenó importándole muy poco las miradas cansadas que más de uno le dió. - Traidores. ¡Van a pagar muy caro!
-¡Cierra la maldita boca! -gritó el que la arrastraba apretando más el agarre y haciéndola chillar de dolor. - O me encargaré de cerrarla de un sólo golpe.
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𝕽𝖊𝖉 𝕮𝖗𝖔𝖜 || Aemond Targaryen
FanfictionHéoleth, princesa de la Casa Midthunder, siempre ha sido diferente. Su habilidad como Cambiapieles para conectarse con cuervos la hace especial, pero también la convierte en un blanco de desconfianza y miedo. Cuándo su familia acepta una alianza con...