Capítulo 23_ Aceptación.

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El pasillo hacia su habitación estaba oscuro mientras lo atravesaba y su respiración se aceleraba a cada paso apresurado que daba. Se regañó a sí misma al no haber pedido la escolta de su guardia aquella noche. Todo a causa de su mal temperamento.

Ahora en el lúgubre camino, rogaba por no toparse de nuevo con el mayor de los príncipes Targaryen.

Sabía que Aegon había permanecido en el comedor junto a sus hermanos luego de la penosa escena familiar, pero nadie le garantizaba que ahora mismo no la estuviese acechando.

Tomó una bocanada de aire cuándo se percató que  casi llegaba a su destino, pero todo el alivio que sintió se esfumó al notar una vez más cómo unas manos se cerraban en su boca y era arrastrada hasta una habitación.

No otra vez.

Desesperación fue lo único que sintió al verse de nuevo en aquella posición. Sea un príncipe o no, no estaba dispuesta a ser humillada por Aegon otra vez. Ahora se defendería.

Golpeó, pataleó y forcejeó ante el agarre. Pero Aegon en verdad era fuerte. Los metió a ambos a un cuarto oscuro.

Pero no iba a permitirlo. Tomó la mano que tapaba su boca y sin pensarlo la mordió. Mordió hasta que sintió el sabor metálico de la sangre en su boca. El príncipe soltó un quejido y aflojó su agarre.

—No otra vez. ¡No me forzarás de nuevo!—chilló desesperada y aprovechando que no la sujetaba con fuerza, lo golpeó con furia con el codo hasta que por fin fue liberada.

Agitada y temblorosa se dio la vuelta para enfrentarse a su atacante, esperando ver a Aegon. El puño en alto, dispuesta a defenderse.

Pero el mayor de los hijos del rey no fue al quién sus ojos vieron frente a ella.

—Por los Dioses. ¿Qué se supone que haces Aemond? —exigió al verlo tomarse la mano en dónde la sangre emanaba.

Pero no lucía adolorido, en absoluto. Parecía más pensativo y serio.

—¿A qué te referías con lo que dijiste hace un momento?—interrogó con aquella penetrante mirada que lo caracterizaba.

Héoleth boqueó nerviosa por una respuesta pero nada vino a ella. Sabía que si abría la boca muchas cosas estarían en juego.

—Nada, sólo me asustaste. —dio un paso apresurado hacia la salida pero Aemond se lo impidió interponiendo su cuerpo. Un calor se instaló en sus orejas al verse acorralada.

—Necesito que me lo digas, Héoleth. ¿Alguien ha intentado forzarte?

—No. Ahora muévete, tengo que irme.

Intentó apartarlo pero Aemond tomó su brazo y la acercó a él. La cercanía la puso aún más nerviosa de lo que ya estaba.

—No lo haré hasta que me lo digas.  Tienes que explicarlo, porque si ha sucedido. Si alguien ha tratado de tocarte … esto es simplemente… —Aemond buscó las palabras, su mente explotando en confusión mientras Héoleth luchaba por buscar alguna oración que la justificase, con él todavía estando cerca de ella, agitado esperando una respuesta. —¡Es algo inaceptable!

La joven se encogió de hombros ante el grito, lo menos que quería ahora era lidiar con un Aemond furioso. Un pinchazo en su sien le advirtió que un dolor de cabeza se acercaba.

—El que te ha forzado ha dejado ésa marca en tu cuello ¿Verdad?— continuó él, interrogante.

Sin mediar palabra, ella lo miró como diciéndole que había tocado un asunto delicado y él se maldijo por haber tenido tan poco tacto. Sus palabras le habían hecho daño. Le recordaba lo sucedido. Y el miedo y la vergüenza que vio en su mirada le entraron ganas de dar un puñetazo a la pared.

𝕽𝖊𝖉 𝕮𝖗𝖔𝖜 || Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora