Capítulo 44_ Vuelve a mí.

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🚨 LECTURA EXTENSA 🚨

Héoleth bufó por décima vez aquella mañana. Se encontraba sentada frente a un gran espejo dispuesta a peinar su rojizo cabello. La puerta estaba cerrada, y aunque no bajo llave, la presencia de aquella molesta concubina en la habitación era suficiente para mantenerla de mal humor.

La mujer de cabello rubio, estaba sentada en una silla cerca de la puerta, sus ojos fijos en ella. Era molesto sentirse vigilada las veinticuatro horas del día, sin una pizca de privacidad. Al pasar los días en el palacio había aprendido a ignorar la presencia de los demás cuando era necesario.
Pero ahora, aquella mujer estaba siendo terriblemente molesta.

Soltó un suspiro dispuesta a ignorarla y pasó cepillo por su cabello, desenredando los rizos con cuidado. Mientras peinaba las puntas, sus dedos rozaron suavemente su vientre, notando el abultamiento que había comenzado a aparecer.

Sonrió enternecida, y dejando lo que hacía posó su mano en él.
Podía sentir la energía de otra vida pulsando en su interior, un recordatorio de que tenía al menos una razón para seguir adelante, una razón para luchar y proteger lo que más amaba en el mundo.

Porque estaba segura que amaba al nuevo habitante. Demasiado. Era posible que amara a este bebé tanto o tal vez más de lo que amaba a Aemond, algo que había pensado que era imposible.

La puerta se abrió de golpe, e hizo que pegara un brinco.
Era Aemond, quien entró en la habitación sin pedir permiso ni disculparse por su brusquedad.

El príncipe vestía completamente de negro y llevaba lo que parecía ser un nuevo traje para volar, uno que ella jamás había visto. Este era una combinación con de un traje de montar con uno de lucha aunque no tan llamativo. Varios mechones se habían desprendido de su cabello trenzado, lo que le daba un aire algo salvaje. Y como de costumbre, lucía su típica expresión seria.
Sabía que ese cuerpo masculino era un pecado para los ojos, así que decidió no girarse para así no verlo.

La sirvienta se levantó de inmediato al verlo y le hizo una reverencia, pero Aemond la detuvo con un gesto de su mano.

-Vete. -ordenó con sequedad, y la mujer obedeció de inmediato cerrando la puerta tras de sí.

Héoleth se miró en el espejo. Quedando satisfecha: tenía un aspecto frío e inaccesible.

-Hola. -escuchó decirle.

Ella rodó los ojos. Decidida a ignorarlo continuó dándole la espalda. No le interesaba verlo, hablar con él o interactuar de alguna manera. Podía irse a los siete infiernos si quería.

-¿Así será a partir de ahora? -La voz de Aemond resonó de nuevo, profunda. -¿Ahora fingirás que no existo?

Los labios del príncipe se fruncieron en una fina línea de desaprobación cuándo otro silencio le siguió a su pregunta. Se acercó hasta ella como intentando no sonar tan brusco.

-Tu nueva concubina ha dicho que te niegas a recibir su ayuda. -agregó con voz ronca sin saber que más decir; le enfurecía que Héoleth ni siquiera lo mirara.

Héoleth lo vio cruzar el dormitorio a travez del espejo, y trató de disimular lo ansiosa que estaba al sentir que se acercaba. Aún estaba resentida por todo lo que había sucedido y estaba decidida a no permitir doblegarse. Exhaló un suspiro, echó el cabello sobre los hombros y tratando de adoptar un tono frío, dijo:

-¿Y que esperabas que hiciera? ¿Que actuara como si nada hubiese pasado?

Aemond soltó un suspiro.

-No esperaba que lo hicieras. -respondió. -Pero si que consideraras su ayuda. Está para servirte y ayudarte a sobrellevar el embarazo.

Héoleth mantuvo la vista fija en el espejo, aunque en su reflejo podía ver cómo Aemond la observaba. Se mordió el labio inferior, tratando de controlar sus estúpidas emociones. Sabía que si le permitía entrar en su corazón de nuevo, todo sería más complicado.

𝕽𝖊𝖉 𝕮𝖗𝖔𝖜 || Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora