Una de las cuatro muchachas castañas estudió curiosamente el rostro de Héoleth mientras hablaba con Aegon, cerca de la enorme chimenea que adornaba el gran comedor.
Su cejo se frunció y arrugó la nariz cómo si lo que viera no fuese de su agrado.
Héoleth no pudo evitar a su vez levantar una ceja, extrañada por la actitud de Lady Maris Baratheon.
Sabía que no le agradaría aquella muchacha cuándo ni siquiera se dignó a saludarla cuándo llegó temprano junto a su padre, Lord Borros Baratheon y sus hermanas.Helaena a su lado, resopló por lo mismo. Ambas habían pasado la tarde juntas cuidando a los hijos de la primera cuándo oyeron los cascos de los caballos en las puertas del castillo.
King's Landing había recibido la sorpresiva visita de la Casa Baratheon ésa tarde. Al parecer estarían en el castillo por unos días hasta resolver unos asuntos entre ambas casas.
Y aunque Héoleth había aceptado aquella noticia con felicidad, ya que Lord Borros traía consigo a sus cuatro hijas, ésto quizás significaba que podría entablar una amistad con alguna de ellas.
Todo aquello se fue al caño al conocerlas.
Al principio pensó presentarse amablemente ante ellas, pero las muchachas no parecían muy simpáticas que digamos. Sobre todo Lady Maris, quién ni siquiera se dignó a devolverle el saludo y pasó frente a ella, ignorándola.
Al parecer el plan de Héoleth de tener a alguien más a parte de Helaena y Milufer con el cuál pasar el rato en un castillo lleno de hombres, no había resultado cómo ella había pensado.
—Ha estado fantaseando con casarse con uno de mis hermanos desde que era una niña. —agregó Helaena, mientras veía cómo una descarada Lady Maris tomaba del brazo a su esposo. —Aegon ya no está disponible, me odia por eso. Así que su presa ahora es Aemond. La detesto.
Héoleth abrió bien los ojos y meneó la cabeza.
—Solo llevamos juntas unas cuántas horas y ya estoy deseando que se vaya.
—No hagas caso. —la tranquilizó Helaena.—No creo que estén por mucho tiempo en el castillo. Además es tonta al pensar que Aemond le hará caso, sólo mírala...
Héoleth miró de nuevo hacia el frente y vio como la pobre chica trataba en vano de llamar la atención de Aemond. El príncipe estaba sentado en un banco cerca de la chimenea y tamborileaba los dedos en el respaldo de madera. Parecía cansado de la chillona voz de la joven, y ésta a su vez lucía cansada del evidente rechazo.
Héoleth se tapó la boca para ocultar la risa. Pero a pesar de aquello, una cantarina carcajada se le escapó de los labios y rebotó por todo el salón.
Todas las miradas se volvieron hacia ellas y Helaena no pudo evitar reírse también por aquello.
Héoleth se percató de la cara de hastío que Maris le brindaba ahora, pero no le importó. La joven Baratheon le dio un último repaso con la mirada. Lo que vio no pareció impresionarle en nada, así que rió con burla y se giró de nuevo para continuar con la "conversación " con el príncipe.
La pelirroja lanzó un profundo suspiro. De refilón vio un movimiento repetitivo a su derecha. Se giró y se topó con una Helaena algo ida de repente, moviendo sus manos con nerviosismo.
—Dos, tres luchas por el mismo objetivo y los dragones habrán caído.
Susurró casi inaudible y Héoleth parpadeó confundida.
—¿Qué? ¿Helaena estás bien?
La voz de la pelirroja pareció entonces despertarla de su trance. Suspiró hacia Héoleth.
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𝕽𝖊𝖉 𝕮𝖗𝖔𝖜 || Aemond Targaryen
Hayran KurguHéoleth, princesa de la Casa Midthunder, siempre ha sido diferente. Su habilidad como Cambiapieles para conectarse con cuervos la hace especial, pero también la convierte en un blanco de desconfianza y miedo. Cuándo su familia acepta una alianza con...