CAPITULO XXII

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-¿Para que necesitas las llaves?- preguntaba Celia con curiosidad.
-Queremos prepararle una sorpresa a Candy- explicaba Hedo.
-¿No van a hacerle nada extraño o si?- cuestionaba preocupada.
- ¿Mas extraño que lo que me haces tu a mi?- contesto Hedo de burla.
Celia aun dudaba si entregarle las llaves, sabia que tendria muchos problemas si Mark se daba cuenta que las había tomado, las apretó con su mano y miro el llavero en forma de balon. Hedo noto su preocupacion, sabia que las chicas se conocían desde que eran niñas, así que entendía porque sus dudas.
-¿Practicas futbol?- indagó el hombre para que bajara la guardia.
-No. Es que las llaves son de Mark- se le salio decir.
-¿De mark?- dijo extrañado Hedo -¿Por que Mark tiene...- luego lo pensó mejor -¿sabes que? Mejor no me digas-
-Entonces...¿solo para aclarar?- se atrevió a preguntar Celia -¿Que me ofreces?-
El hombre no estaba seguro de que pudiese interesarle a ella, después de todo cuando decidieron tener lo que sea que tuviesen la llevaba seguido a comer, al cine, inclusibe una vez la llevo de compras. Nadie pensaría que el doctor fuese tan complasiente. Le había pasado por la mente llevarla de vacaciones, pero le parecía muy pronto, y ofrecerle dinero directamente seria tomado como una ofensa, así que opto por usar la única carta que sabia que le quedaba.
-¿y si dejo que me amarres las manos?- propuso Hedo -no creas que extraño los azotes y los trajes raros, pero eso seria aceptable...además, te recuerdo que aun faltan dos días para que venza el plazo de nuestro primer trato-
Celia lo analizo, aun dudaba, pero el trato le parecía demasiado tentador, y el hecho de que a su amiga le preraran una sorpresa le parecía un muy buen detalle.
-Esta bien- acepto la mujer -pero quiero que lo hagamos en este instante-
Hedo sonrió nervioso, la chica no le había dado tiempo de prepararse mentalmente.
-¿Que mas da?- dijo el resignado -es mejor no pensarlo. Vamos a la cama-
-¡Ah ahhh!- exclamo Celia con una gran sonrisa picara -¡A la mesa!- señalo.
Hedo abrió al máximo sus ojos.
-¿Porque a la mesa?- se atrevió a cuestionar.
-Ahí es mas fácil amarrar todas las extremidades- aclaro ella.
El hombre suspiro, camino a la mesa y se subió en ella.
-¿Quieres que me quite la...- pregunto Hedo mientras la mujer lo desnudaba con una velocidad sorprendente. Al darse cuenta de lo que paso, el hombre cubrió su pecho con sus brazos como si fuese la primera vez que lo vieran así.
-¡Acuéstate!- ordeno Celia.
-Si, lo que digas- respondió el de mala gana.
La mujer aseguro primero las manos, amarrandolas a las patas de la mesa, posteriormente ato las piernas, una vez hecho esto la joven lo monto despacio, Hedo no vio en que momento ella también se desnudo, lo cual ya había empezado a exitarlo.
-¡Casi siempre haces lo mismo!- comentaba la mujer -¡te quejas! ¡pones mala cara! ¡incluso cuando te vas veo como vas renegando! ¡ pero siempre...SIEMPRE...en cuanto te toco estas listo!-
Hedo mantenía su mueca de molestia.
-¡Traidor!- le decía a su miembro como si no fuese cierto todo lo que ella había dicho, como si no disfrutara al máximo todas y cada una de las veces que estuvo con ella.

Al volver a la corporación, lo primero que hizo Hedo fue buscar algo para el dolor, la espalda le molestaba bastante y sus articulaciones tenían las marcas de las cuerdas. Al tomarse el agua para bajar las pastillas, la visión periférica vio un movimiento, volteo hacia el sofá y miro a Uno recostado con las manos sobre su pecho.
-¿Que tienes?- pregunto Hedo alarmado -parece que volaste demasiado anoche-
"¿Porque siempre se da cuenta?" Pensó Gamma.
-Hueles a brisa marina- explico el doctor.
-¿Siempre soy tan evidente?-
-Si- afirmaba el hombre -levántate y enciende tu holograma...vamos a buscar las cosas para tu chica-
Al instante, Uno se levanto de su lugar y activo su gadjet.
-Primero iremos a la pastelería a comprar un pastel para tu chica, luego un ramo de flores...y si no te molesta nos va a acompañar Celia como asesora, así que comportate-
Uno asintió nervioso.
-Gracias- le dijo a Hedo.
-No hay de que- respondió el doctor -pero no sabes lo que me costo- decía para victimisarse.
-¿Porque se queja si se ve que lo disfruto?- cuestiono Gamma.
El hombre se puso rojo como tomate, no le quedo de otra mas que aguantar a su androide que cada vez se dirigía a el de forma mas altanera.
-¿Tan evidente soy?- pregunto sabiendo que estaba siendo irónico.
-Si- respondió Uno continuando con la ironía.

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