CAPITULO XLVIII

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El entrenamiento había terminado hacia rato, el último compañero de Uno acababa de irse, así que en ese momento se metió a ducharse. El agua fría que refrescaba su cuerpo, también lo despertaba, tenía días sin poder descansar como es debido, pues al dormir tenía pesadillas, en las que Candy se alejaba cada vez más de el.
"Quizá es hora de que lo aceptes" escuchaba una y otra vez repetir a Hedo en su mente, y el solo le decía "cállate".
De repente, aún con el agua cayendo sobre su cabeza, le pareció escuchar un ruido cerca, lo cual se le hizo extraño, ya que a esa hora, el campo debía estar vacío, salvó por el encargado de cerrar los vestidores. "No debe ser nada" pensó Uno "ya salte y vete de aquí". Entonces, unas manos rodearon su abdomen, la dueña, lo había tomado por la espalda y no estaba seguro de quién era. Por un instante, se permitió imaginar que fuese Candy, pero al analizarlas con más cuidado se dió cuenta que no era así. Al sentir toda la figura femenina pegada a su cuerpo, estuvo a punto de voltear para averiguar quién era, pero la chica se adelantó.
-No digas nada, solo gozalo- dijo Cielo.
"Ay no" pensó Gamma. Como ya sabía que era inútil hablar con ella, hizo un movimiento rápido y se safo, desapareciendo casi al instante.
-Pero que rayos?- exclamó la capitana sorprendida-Como hiciste eso?-
No hubo respuesta.
A toda velocidad, el androide se puso la ropa, tomo sus cosas e intento salir de los vestidores sin que nadie lo viera, pero al llegar a la puerta, había otra figura femenina tapando la entrada. Gamma se detuvo en seco, trago saliba y se puso de lo más nervioso y tenso.
-Podemos hablar?- le pregunto Candy.
Primero, Uno no respondió, solo hizo un leve movimiento con los ojos esperando que Cielo se quedará dónde sea que estuviese. "Debe estarse cambiando, no creo que salga desnuda" pensaba "Llévatela a otra parte".
-O ya no quieres hablar?- continuo Darling.
-Eh...yo...mi amor...- balbuceaba -Podemos irnos a otro lugar?-
-Si, está bien, yo...- decía Candy nerviosa -necesito decirte algo-
-Y ese "algo" no puede esperar?- comento alguien dentro de los vestidores.
-Quien esta ahí dentro?- cuestiono Candy con molestia.
Uno se puso pálido. "Piensa rápido".
-Por favor vámonos de aquí!- sugirió el androide pero era tarde, una mano salió de la oscuridad, y de repente un cuerpo completo cubierto solo por una toalla le siguió, tomo del brazo a Uno y sonrió con malicia.
-Que se te ofrece?- decía Cielo.
Candy y Uno se quedaron petrificados viéndola, pero el no sabía que hacer y Darling no sabía cómo reaccionar.
-Que hace ella aquí?- pregunto Candy.
-No lo sé!- explico Uno quien intentaba zafarse.
-No es obvio?- decía la porrista.
-Tienes razon- respondió Candy -es obvio-
Se dió la vuelta y se disponía a partir cuando el androide, en un acto desesperado empujó a la chica y la arrojo al suelo. Por unos segundos Candy sintió un poco de satisfacción, sin embargo, al caer al piso, Cielo comenzó a quejarse y eso hizo que Gamma sintiera cierto remordimiento y se acercó para ayudarla a levantarse.
-Por que la ayudas?- reclamo Candy -no ves que te está chantajeando?-
Uno volteo a verla incrédulo, se sintió un idiota por no darse cuenta, Hedo lo había educado para que ser alguien caballeroso y cortes, pero ahora, esa educación estaba cobrándole caro.
-Yo...yo solo...-decia Uno sin saber que hacer.
En cuanto tuvo la oportunidad, Cielo se lanzó a los brazos de Gamma, pero está vez completamente desnuda. Candy observaba como ella quería besarlo, acariciarlo, justo en frente de ella, Uno estaba poniendo resistencia, sin embargo, en el razonar de Darling, esto no habría pasado si el no lo hubiese permitido. Comenzó a dolerle el estómago, sintió que iba a vomitar, le dió mucho asco, coraje, impotencia.
-Dame mi anillo- demando Candy.
Cielo y Uno se detuvieron al instante.
-Que dijiste?- pregunto Gamma quien deseaba haber escuchado mal.
-DIJE QUE ME DIERAS MI ANILLO! EL ANILLO DE MI ABUELO! DAMELO!- grito Candy.
Sin pensarlo, el androide que tenía a la otra chica agarrada de los brazos, la coloco a cierta distancia de ellos sin lastimarla y después regreso con Candy.
-Espera...tu no venías a eso, verdad?- dijo Uno al borde del llanto -dime que era de lo que querías hablar, si quieres te llevo volando, como antes-
El intento acercarse, rodearla con sus brazos y acercarla a su pecho para hacerle entender que el aún quería volver, pero en cuanto movió su cuerpo, Candy lo rechazó.
-No me toques!- grito ella -maldito pescado asqueroso! Solo dame mi anillo!-
La reacción del androide fue un tanto graciosa, para alguien que estuviese observando, pues dió un paso hacia atrás y escondió la mano con el anillo detrás de su espalda, como un niño. Candy estuvo a punto de reírse, pero el coraje no se lo permitió, había visto lo que había visto, no hay marcha atrás.
-Por favor devuelveme mi anillo- suplico Darling con lágrimas en los ojos -solo dámelo, significa mucho para mi-
Ese tono amable, amargo y de decepción que tenía su voz, tocó una de las fibras más sensibles de Uno.
-No- fue lo único que se lo ocurrió responder en ese momento.
-Damelo- volvió a pedir Candy.
De nuevo, la respuesta fue "no".
Al ver que no llegarían a nada, la chica empezó a caminar directo a Uno con la mano levantada dispuesta a quitarle el anillo, como si de verdad pudiese hacerlo, sin embargo, antes de poder hacerlo, Uno desapareció. Atónita, Candy extendió los brazos hacia donde antes estaba el, e hizo como si fuese a poner sus manos sobre su pecho.
-Que se siente saber que los hombres que más has querido también han estado conmigo?- grito Cielo que estaba algo retirada de ahí.
-Supongo que lo mismo que debes sentir al saber que ellos me aman a mi!- respondió Candy sin chistar.
Cielo torció su boca, mientras Candy simplemente le dió la espalda y se fue de ahí.

  Esa noche hacía frío, Cielo no lo había notado primero porque estaba en un lugar cerrado, luego la emoción del momento al grado de que no darse cuenta de que el encargado cerro los vestidores dejándola solo con una toalla para cubrir su cuerpo.
  De repente, un aire helado soplo, y la toalla que estaba algo mojada no le estaba ayudando.
  "Las putas no tienen frío" se repetía cada vez que su cuerpo tiritaba, "espero no enfermarme".
  -Crees que vas a llegar muy lejos así?- dijo alguien que salió de la nada.
  -Quien eres?- grito Cielo.
  -Tranquila, tranquila, soy yo-
  -Ah si, el idiota de Mark-
  -Si, pero este idiota tiene un suéter que te cubrirá del frio-
  La porrista acercó su mano para tomar la prenda, pero en el último momento Mark la retiro.
  -Ay no se! Acabas de llamarme idiota-
  -Claro que no capitán- decía Cielo haciendo uso de su persuasión -debiste escuchar mal, si eres el capitán más apuesto de los equipos estatales-
  -De los estatales?- pregunto con curiosidad Mark.
  -Si, el capitán este, no recuerdo que equipo era...estaba en el nacional...un pelirrojo guapisimo-
  -Ya se quién dices, y no le gustan las mujeres, sabes?-
  -Como lo sabes?-
Mark se le quedó viendo fijo y sonriendo con picardía.
  -Eso temia- continuo Cielo -podrías prestarme tu suéter oh gran lider-
  -No hace falta sobresactuar- decía Mark -Como te fue?-
  -Primero déjame ponerme ese suéter, tengo frio-
  -No que las putas no tienes frío?-
  -pues al parecer no soy lo suficiente como para tolerar el frio-
Mark solo empezó a reírse, hasta que su cómplice empezó a relatarle lo sucedido.
  -Debiste ver sus rostros cuando salí en toalla tras Yuno-
El hombre sintió algo de remordimiento al escucharla, después de todo, había Sido el quien se topo a Candy rumbo al campo, fue a el a quien le preguntaron si aún estaba Yuno allá y dijo que si, e inmediatamente, su mente perversa ideo en un plan, saco su celular, e inmediatamente le marco a Cielo, lo demás, la improvisación les había salido bien.
  -Ella lo miraba y lo acusaba sin decir nada y el pobre tipo estaba inmóvil, no sabía que hacer, fue tan tierno-
  -Ya no hay hombres así- comento Mark.
  -No, no los hay, son tan fáciles de manipular- decía riendo.
  -Si- decía Mark mirando hacia otro lado.
  -Oh vamos! En serio te estás sintiendo mal? Si todo esto fue tu idea- exclamaba orgullosa.
  -No lo sé, quizá esto fue excesivo, ahora que lo pienso- explicaba Mark quien ya se estaba arrepintiendo.
  -Nada de eso- comento Cielo como un ser desalmado recién salido del mismo infierno -lo que se hace por amor, va más allá del bien y el mal-.

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