Gruñidos
Sangre
Susurros
Dolor
Agonía
Miedo
Algo la perseguía
Una bestia
Cueva
Miró hacia abajo
Tenía una herida
Su abdomen estaba sangrando
Estaba perdiendo sangre
Sintió la vida abandonar su cuerpo
Miedo, eso es lo que sintió nada más abrir los ojos, Wednesday estaba sudando y temblando del pánico, era la primera vez que no disfrutaba de aquella sensación, y allí estaba Enid, sentada junto a ella mientras la sacudía por los hombros.
Su cuerpo se relajó al instante al saber que tan solo fue un sueño, tener a Enid cerca le quitó todo temor que la pudiera atormentar.
-Wends, tranquila, estoy aquí.- Pudo notar la voz temblorosa de la menor mientras esta la acariciaba las mejillas.
-¿Has tenido una pesadilla?- Wednesday asintió mientras se perdía en el azul de los ojos de Enid, ¿pesadilla? ¿Qué pesadilla? Ya no podía pensar en nada que no fuera la chica que tenía enfrente, su mirada le recorrió todo el rostro, tenía unos labios rosados que le daban ganas de saltar sobre ellos, joder era preciosa, le mataba por dentro saber que no era suya.
-Eres tan bonita que dueles- A la pelinegra se le escapó ese susurro, que no pasó desapercibido por la chica, quien se ruborizó y se tiñó de rojo.
-Seguro que es por el golpe.- Nada más salir esas palabras de la boca de Enid, un golpe punzante en la parte de atrás de su cabeza la recorrió. Suspiró y cerró los ojos con fuerza, pronto sintió las dulces manos de la rubia en sus mejillas, se sentían tan bien.
-¿Estas bien Wends?- la nombrada abrió los ojos lentamente, estaba hipnotizada con esos ojos azul intenso, no podía hablar, estaba embobada.
Enid se dio cuenta de cómo la estaba mirando la pelinegra e inconscientemente su cuerpo se acercó a ella. Estaban tan cerca que sus respiraciones se mezclaban entre sí.
-Enid no puedes estar así de cerca.- susurró sabiendo que si no se alejaba no podría seguir conteniéndose. La rubia ladeo la cabeza acercándose más, haciendo que sus narices se rozaran.
-¿Por qué?-Ante esta pregunta un suspiro se escapó de los labios de la mayor.
-Porque si sigues así de cerca no podré evitar besarte.- Enid sonrió y rodeó el cuello de la contraria con sus brazos, se acercó a su oído y le susurró.
-Nadie te está deteniendo.- Wednesday se estremeció cuando Enid se volvió a acercar a sus labios, dándole la oportunidad, y la pelinegra no la desaprovechó.