El molesto sonido de su teléfono interrumpió el silencio de su habitación.
Teniendo ya una idea de quien podría ser, se acercó a la pantalla.
Era Enid, o más bien, era Wednesday desde el teléfono de Enid.
Descolgó la llamada y esperó.
-¿Sí?
-¡Tyler, lo tenemos!
Su corazón dio un vuelco.
Por favor qué no sea lo que cree que es.
-¿El qué tienes?
-¡Es un Hyde, Tyler, un Hyde!
Mierda
Lo sabe.
Ya debe de estar en cualquier sitio escondida esperando para poder saltar sobre el y asesinarlo, estaba acabado.
-¿Alguna idea de quién podría ser?
-Si, sospecho de que Xavier es el Hyde y creo que la señorita Kinbott es quien lo despertó y lo está controlando.
Un suspiro de alivio salió de sus labios.
Estaba a salvo.
Por ahora.
-¿Cuál es el plan?
•••••••••••••••
Todos estaban ya en sus puestos.
Wednesday se dirigió a la entrada de esa pequeña cabaña y dio 3 pequeños toques.
No mucho después, Xavier abrió la puerta con una sonrisa en el rostro. Invitó a la pelinegra a pasar y esta, no dudó en aceptar.
-¿Qué haces por aquí a estas horas de la noche Wends?
-No podía dormir sabiendo que hay un monstruo con las manos manchadas de sangre suelto por ahí. ¿Y tú?
-Entiendo, a mi es que solo me viene la inspiración para pintar a altas horas de la noche.
-¿Y que sueles pintar Xavier? -Dijo la pelinegra mientras rozaba con la yema de sus dedos un dibujo de una criatura que conocían bastante bien- ¿Dibujas recuerdos?
-¿Cómo?- preguntó el chico extrañado, había algo en el comportamiento de Wednesday que daba más miedo que de costumbre. -¿Qué insinuas?
-Tienes dibujos muy detallados del monstruo, solo me preguntaba, ¿cómo es posible? No habría forma que pudieras dibujar todo esto sin ser... El propio Hyde.
El chico apenas tuvo tiempo de asimilar la acusación cuando un canto de sirena le ordenó sentarse en un silla.
Bianca.
Seguido de esto salió Enid y Eugene con unas cadenas y lo ataron a la silla sin poder poner apenas resistencia.
Wednesday estaba frente a él. Lo miraba con una sonrisa espeluznante en la cara.
-¿Qué haces Wends? ¿De veras crees que yo soy ese monstruo?
-Sí, y haré que lo confieses.
-¿Te has vuelto loca? Por favor Wendnesday, me conoces desde que somos pequeños.
-Dejarme a solas con él. -Y nadie puso objeción, salieron de la habitación dejando al pobre chico a su suerte con una psicópata.
-Wednesday, por favor, piensa bien lo que estás a punto de hacer.
-¿Hacer? No te voy a matar, manchando mis manos de sangre no conseguiré la justicia que se merece Rowan.
-¿Entonces?
-Pienso dejar que te pudras en la cárcel hasta que te mueras, no volverás a ver la luz del sol.
-¿Cárcel? ¡Wednesday recapacita! ¡No soy yo!
-¿Cuándo fue la primera vez que despertaste? ¿Fue después de la primera sesión con la señorita Kinbott o esperó a que agarraras confianza con ella?
-¿Qué tiene que ver mi psicóloga en todo esto?
-No te hagas el desentendido.
-¿¡De qué estás hablando!?
Algo no cuadraba para la pelinegra, los ojos del chico parecían desesperados por entender algo, de veras parece que no tiene ni idea.
¿Y si el no recuerda nada de lo que hace en ese estado?
En ese caso, no podría sacarle una confesión, aunque a decir verdad, no la necesitaba, con todo los dibujos gráficos que habían en esa cabaña, no sería difícil entregarlo a la policía.
Agarró el teléfono de Xavier y llamó a las autoridades.
El chico lloraba mientras le suplicaba a la pelinegra, pero fue ignorado totalmente.
No mucho después, luces rojas y azules se colaban dentro de la habitación a través de la ventana.
6 hombres armados lo agarraron y lo arrastraron dentro de una furgoneta blindada.
Wednesday se quedó observando como se llevaban a su viejo amigo.
Enid salió de donde estaba escondida y abrazó por detrás a la más alta.
-¿No deberías estar ya en la habitación? -Preguntó la pelinegra.
-Quería asegurarme de que estarías bien. -Susurró mientras apretaba su agarre.
De la mano, ambas chicas subieron a la habitación y se cambiaron a sus pijamas.
Enid sabía que algo no iba a bien, esperaba ver a la pelinegra con una sonrisa en la cara o por lo menos, no tan deprimida.
Agarró su rostro entre sus manos y acarició sus mejillas antes de ponerse de puntillas y dejar un corto beso en sus labios.
Wednesday sonrió y abrazó la cintura de la más pequeña, atrayendola más hacia su cuerpo.
La rubia empezó a dejar numerosos besos por todo el rostro de la pelinegra mientras esta suspiraba y se dejaba a hacer.
-¿Tu cama o la mía? -Preguntó Enid con una sonrisa burlona.
-Mi cama, la tuya tiene demasiados colores y me da náuseas. -La rubia rodó los ojos indignada.
-Exagerada. -Susurró antes de tirar de la mano de Wednesday para que ambas se acostaran.
La pelinegra fue la primera en meterse bajo las sábanas y entendió sus brazos hacia la menor.
Esta sonrió y no dudó en aceptar el abrazo.
Se recostó sobre el pecho de la mayor y abrazó su cintura.
-¿Crees que se acabó? -Preguntó curiosa.
-No lo se, algo no me termina de cuadrar.
Enid alzó la cabeza y dejó un beso en su mandíbula.
-No pienses en eso ahora, necesitas relajarte un poco, sea lo que sea, mañana lo resolveremos.
La pelinegra asintió en respuesta. Cerró sus ojos del cansancio y se durmió sintiendo las caricias de su amada en su rostro.