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Enid no dejaba de dar vueltas por toda la habitación mientras Dedos la perseguía sin parar.

Estaba ansiosa, nerviosa y muy ilusionada.

Esa misma mañana Wednesday le había propuesto una salida a las 18:00, no le dijo a donde así que la menor enloqueció sobre como debía vestirse.

La pelinegra no quiso decirle nada para conservar la sorpresa.

Eran las seis y diez pasadas y no había ni rastro de su novia.

La mayor estuvo esperando por otros veinte minutos en la salida del centro a la llegada de la ojiazul.

Hasta que por fin apareció.

La pelinegra miró fascinada a Enid, quien vestía una falda color crema junto a una blusa rosa pastel.

Un suspiro salió de sus labios, estaba hermosa.

La ojiazul tenía las mejillas teñidas en rojo, Wednesday era capaz de hacerle sentir mil mariposas en el estómago cada vez que sus ojos se conectaban.

La mayor agarró la mano de la más baja y la guió entre aquel bosque frondoso.

Caminaban en silencio, disfrutando de la comodidad de la compañía de la una con la otra.

Enid seguía sin saber a donde se dirigían, pero eso no le importaba, siempre y cuando estuviera con la pelinegra disfrutaría cada pequeño momento, cada pequeño detalle.

De pronto, Wednesday frenó en seco, habían llegado.

Se habían detenido en un pequeño claro en medio del bosque.

En el centro había una gran tela blanca tendida en el suelo junto a un pequeño telescopio y una cesta.

Enid ahogó un grito con sus manos y comenzó a dar pequeños saltitos de alegría.

Estaba tan emocionada, sabía que su novia no solía ser una de esas típicas romanticonas cliché, todo lo contrario a ella que fantaseaba con castillos y bailes de princesa, escapadas románticas y más tonterías de ese estilo, o eso suele decir Wednesday.

Ambas chicas se sentaron sobre la tela blanca y la pelinegra abrió aquella cesta.

Estaba llena de dulces y comida.

Iban a tener su primera cita como pareja oficial después de tanto tiempo. La menor creía estar en un sueño.

-Wends... esto es precioso- susurró mientras miraba a la luna.

Era luna llena.

-¿Quieres probar el telescopio?- Preguntó la mayor.

Enid asintió frenéticamente, nada le fascinaba más que la luna y las estrellas, un hormigueo le recorrió de pies a cabeza al saber que Wednesday recordaba esa conversación que tuvieron poco después de conocerse.

Tras acomodar correctamente el telescopio, la pelinegra dejó espacio para que la ojiazul observará.

La chica de trenzas estaba sin aliento, la sonrisa que tenía Enid mientras le explicaba un montón de mitos e historias sobre las constelaciones y las estrellas la tenía anonadada.

Podía pasarse horas escuchandola hablar.

Después de una hora en la que la rubia estuvo observando y comentado todo lo que veía, se acostaron agarradas de la mano.

-Wends.

-¿Sí?

-¿Puedo darte un beso?- La pelinegra se carcajeo ante la pregunta, ¿desde cuando Enid le pedía permiso para hacerlo?

La mayor se incorporó, apoyándose sobre sus codos y la miró a los ojos.

-Eso ni siquiera se pregunta boba.- Dicho esto, la menor se subió a sus horcajadas.

Pasó sus manos alrededor del cuello de la pelinegra y comenzó a dejar pequeñas caricias en su nuca y mejillas.

Wednesday cerró los ojos ante esto y segundos después sintió una corta y tímida presión sobre sus labios.

-Te amo Wednesday.

Apenas había tenido tiempo de sentir el beso, abrió los ojos lentamente y se sorprendió al ver que Enid no la veía a los ojos, sino que miraba al suelo.

Podía sentir que la menor estaba temblando sobre ella. La pelinegra estaba confundida.

¿Qué estaba pasando?

Y entonces cayó.

"Te amo Wednesday"

Enid lo había dicho.

Había dicho que la amaba.

El corazón de la pelinegra comenzó a latir a un ritmo desenfrenado.

Se incorporó completamente, quedándose sentada con la menor todavía sobre ella.

La agarró del mentón, para que la viera a los ojos.

-Repítelo.

Enid soltó un jadeo, la mirada penetrante de la pelinegra conseguía que le temblaran las piernas.

-Te amo Wends.- pronunció lentamente cada una de las palabras.

Apenas terminó de hablar y ya sintió la boca de Wednesday sobre la suya. Una de sus manos había viajado hasta su cuello y la otra descansaba en su cintura.

Se estaban besando de forma desenfrenada cuando la pelinegra se despegó bruscamente.

-Te amo Enid.

La nombrada sonrió ampliamente y la pelicorto sonrió de vuelta.

Estaban ensimismadas la una con la otra mientras la luz iluminaba sus felices rostros.

Ambas se fundieron en un cariñoso abrazo.

Lo habían dicho.

Ambas lo habían reconocido, era como si se les hubiera quitado un gran peso de encima. Porque esa era la pura verdad, se amaban.

A Wednesday le aterraba ese sentimiento, sabía lo que era enamorarse siendo una Addams, temía que algún día la ojiazul se cansará de ella o conocería a otra persona y eso es algo que ella nunca podría superar. Pero estaba dispuesta a aceptar ese riesgo.

Por otro lado, Enid no podía estar más feliz, sabía que estaban hechas la una para la otra, así lo quiso el destino, su compañera de habitación, la fría, antipática y poco social de Wednesday era su mate, su alma gemela. Y su loba interior lo supo desde el momento en el se encontraron por primera vez.

Terminaron la velada entre besos, abrazos, roces inocentes y roces no tan inocentes.

Pero había llegado el momento de regresar a la habitación o los conserjes acabarían percatandose de la falta de ellas.

Caminaron de vuelta a Nevermore agarradas de la mano mientras Enid hablaba y Wednesday la escuchaba con una sonrisa en el rostro.






Only You My Girl || WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora