11

75 11 0
                                    

—Adelante, señorita Aygün. —Aquellas palabras la hicieron enfadar, aun cuando se prometió mantener la calma para que su plan tuviera éxito. A pesar de que sus sirvientes la llamaban ''sultana'', todos en el palacio sabían que no lo era, y cada que se lo recordaban le quebraba el corazón.

—La nueva decoración de sus aposentos es muy bonita, Ayşe.

—Para ti soy sultana. Sultana Ayşe. No olvides que estás ante la esposa del sultán Şemsettin—los puños de la señorita Aygün se cerraron de repente, que sintió desfallecer a causa de la ira—. Dime qué es lo que quieres y retírate, tengo asuntos por atender.

Aygün respiró profundo.

—Como madre quería hablarle a otra madre, sultana Ayşe. Me preocupa la evidente enemistad entre nuestras hijas, las sultanas Mâhıdevran y Gheverhan —Ayşe, muy interesada en el asunto, invitó por primera vez a la señorita a tomar asiento a su lado—. Hace dos inviernos ellas se volvieron muy cercanas de repente, me dio gusto saberlo, pero la felicidad se disipó tan rápido como el humo al verlas discutir al poco tiempo.

>>Como se habrá enterado, hace poco han discutido por una de las criadas de mi hija, por fortuna el asunto no llegó a oídos del sultán, pero temo que un nuevo acontecimiento se genere.

—Entiendo tu preocupación, Aygün, también he estado muy preocupada con el asunto. Le he prohibido a Mâhıdevran acercarse a su hermana, lo que parece haber calmado la ira entre ellas.

—Con todo respeto, alejar a su hija de la mía como si ella fuese la culpable de todo no solucionará nada. He criado a Gheverhan con sumo cuidado y devoción, para que sea una sultana digna del imperio otomano; claro que no puedo decir lo mismo de la sultana Mâhıdevran, quién tiende a tener comportamientos para nada apropiados. —Ayşe se molestó, tanto que deseó haberla golpeado para que se retractara de sus palabras. La realidad es que ninguna sabía la historia tras la rivalidad de las hermanas, por lo que sus esfuerzos jamás serían suficientes.

Como si la tensión en los aposentos de la directora del harén no fuera suficiente, una nueva disputa estaba por formarse en el palacio.

Mâhıdevran, quién había llegado recientemente de su entrenamiento, fue testigo del potente golpe que su hermana Gheverhan le propinó a una de sus sirvientas, al mismo tiempo, pedía un arma para asesinarla a sangre fría.

—¡Gheverhan, no! —ambas sultanas se vieron envueltas en una pelea. Gheverhan claramente tenía la ventaja gracias al cuchillo que le facilitó su criada Valeria.

Mâhıdevran esquivaba los ataques con facilidad en lo que duró el combate cara a cara, pero cuando se alejó demasiado, el cuchillo que lanzó su hermana por poco le quita la vida. Gheverhan era una increíble arquera, destacándose a muy temprana edad por la precisión con el arco; nunca había fallado más de tres veces.

Mâhıdevran observó el corte en su hombro y se enfureció aún más. Corrió hacia su hermana y la golpeó tan fuerte con el puño, que esta soltó un quejido.

Volvió a lanzarse sobre su hermana para continuar golpeándola, hasta que los guardias las separaron.

—¡¿Qué significa esto?! —la vigorosa voz de su padre les heló la sangre. Ambas sultanas se culparon entre sí, pero el sultán las hizo callar, impactado con el comportamiento de sus hijas— ¿Cómo es posible que dos sultanas peleen de esta manera? ¿Acaso no sienten vergüenza por ese comportamiento tan salvaje?

—¡Gheverhan quería saltarse la justicia del sultán asesinando a su criada cruelmente!

—¡Eso no es cierto, eres una mentirosa!

LA SULTANA DE LA LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora