30

43 6 0
                                    

El gran visir y su esposa descansaban aquella calurosa madrugada cuando se despertaron de golpe, pues fuera de su palacio se escuchaban voces. Merzif se puso de pie, pidiéndole a la sultana que no se levantara de la cama, pero esta no hizo caso y decidió asomarse al balcón, en dónde vio a su hermana Aynışah cubierta con una capa, bajando del caballo de Yahya efendi. Debían ser las tres o cuatro de la madrugada, una hora bastante peligrosa para deambular por los bosques de la capital.

La sultana se cubrió velozmente y salió de los aposentos, notando que las criadas también estaban despiertas y corriendo por todos lados.

—No hagan ruido. Despertarán a los niños. Merzif ¿Qué sucedió? ¿Por qué está mi hermana aquí?

Temía que una tragedia hubiera recaído en el palacio, llevándose a todos excepto a su pequeña hermana Aynışah.

—Gran visir, sultana, sé que están confundidos y juro que les diré todo, pero primero deben ayudarme a rescatar a la sultana Mâhıdevran y a su hijo, quienes se quedaron atrás mientras escapamos. —bastó solo una mirada para que Merzif corriera en busca de su espada. Tras un par de minutos, se marchó junto a Yahya efendi y varios de sus hombres de confianza, quienes aguardaban por él en la entrada de su palacio.

—Hermana... —recibió entre sus brazos a su hermanita y acarició su cabello, demostrándole que ya estaba bajo su protección.

—¿Qué fue lo que sucedió?

—Estaba durmiendo cuando Gözde hatun me sacó de mi habitación, corrimos hacia la cocina y me subió al caballo de un hombre. Dijo que debíamos irnos, que buscáramos al gran visir y le pidiéramos ayuda para rescatar a Mâhıdevran y al bebé.

>>Cabalgamos rápido, pero luego de unos minutos nos alcanzaron tres caballos. Entramos al bosque y me dijo que buscara dónde ocultarme, me dejó ahí sola un rato y cuando regresó su vestimenta estaba llena de sangre.

—¿Qué? ¿El palacio de Mâhıdevran fue atacado?—la pequeña negó.

—Fue Emirhan. —dicho eso, volvió a abrazar a su hermana y empezó a llorar. Şehrazad entendió que recordar le hacía daño a su hermana, por lo que le devolvió el abrazo y cantó una canción haciéndola dormir.

Aguardó pacientemente al regreso de su esposo, rezando para que sus seres queridos no murieran en el camino. 

Eran cerca de las seis de la mañana cuando regresaron

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Eran cerca de las seis de la mañana cuando regresaron. Con un aspecto desaliñado y rostros angustiados; aún así llegaron a salvo.

—Mâhıdevran no quiere hablar conmigo. Acaba de echarme de los aposentos. ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Dónde está mi sobrino? —Şehrazad, quién aún no salía de su ensimismamiento, rogó con la mirada por una explicación.

—¿Ella está bien? —inquirió Merzif.

—Sí... Está con Gözde hatun tomando un baño caliente. Ahora díganme lo que sucedió, por amor a Allah.

LA SULTANA DE LA LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora