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El palacio de Topkapı se preparaba para la boda de una sultana con el corazón roto. Esa misma mañana había sido obligada a ver cómo le cortaban la cabeza al amor de su vida, a quien se le negó la oportunidad de explicarle lo sucedido al sultán y fue asesinado de inmediato, no solo por aprovecharse de la hija del sultán, sino también por el asesinato de su esposa e hijos. había cumplido su promesa de ser un hombre libre para desposar al amor de su vida, pero gracias a la traición de la sultana Aygün no vivió para jurar ante Allah que viviría hasta el último de sus días al lado de Gheverhan.

—Ese hombre era escalofriante, quién diría que alguien tan importante sería capaz de asesinar a sus dos pequeños hijos.

—¡Señoritas! —las reprendió Sevda hatun—. Dejen de esparcir rumores por el harén y vayan a terminar los preparativos de la boda.

—Sevda hatun, la sultana Ayşe pregunta por las joyas para las sultanas.

—¿Cómo? Pero si el joyero llegó hace rato con el pedido, creí que las sultanas ya las habían recibido —meditó un par de segundos, intentando entender la razón por la cual no habían recibido las joyas. Algunas jovencitas tenían la terrible costumbre de escaparse para espiar a los jóvenes que entraban al palacio a dejar los alimentos y utensilios. Como los encargados del harén eran eunucos, les atraían los caballeros libres—. Iré de inmediato a buscar a esas niñas, señorita Hülya, deben estar espiando a los campesinos que traen la comida.

Mâhıdevran ingresó a los aposentos de su padre, y este la recibió con un dulce beso en la cabeza. El sultán notó tristeza en su rostro, y se alarmó de inmediato.

—¿Cómo te encuentras, luna mía? ¿Acaso alguien te ha entristecido? —la sultana negó. Ambos tomaron asiento y la joven suspiró, pues necesitaba desahogarse.

—¿Puedo confesarle algo, su majestad?

—Siempre puedes contar con tu padre. —Y era cierto. A pesar de la enfermedad mental del sultán y su poco tacto para tratar a las personas, era un hombre que amaba a Mâhıdevran por encima de sus demás hijos.

—Gheverhan ha estado muy triste, su majestad, se encerró en sus aposentos y se rehúsa a hablar. Aquella ocasión, cuando caí enferma por envenenamiento, la responsable fue Gheverhan en un desesperado intento de proteger a alguien importante en su vida.

—¿Cómo dices? ¿Estás segura de las acusaciones tan graves que haces en contra de tu hermana? —sus palabras lo escandalizaron demasiado. De inmediato empezó a imaginar los miles de maneras en que podía asesinar a Gheverhan por atreverse a lastimar a Mâhıdevran, pero esos eran pensamientos esporádicos que no se atrevía a compartir con nadie.

—Así es, su majestad, es por ello que me siento mal. Esto es mi culpa —suspiró de nuevo—. Si hubiese sido más empática con mi hermana quizá hubiera podido hacer que entrara en razón y abandonara esa relación.

—¿Relación? ¿Cuál relación? —Mâhıdevran entendió de inmediato que el sultán había sido engañado y manipulado, y aunque el Visir Aytaç paşa se convirtió en asesino, aquel amor merecía una oportunidad.

Las personas cometen errores todo el tiempo, pero muchas de esas personas lo hacen porque no tienen más opciones; en un mundo donde la vida ya está escrita por la sociedad, la búsqueda de una vida plena y feliz viene acompañada de sacrificios, pocas opciones y mucho dolor.

—Mi hermana y el visir estaban enamorados, no sé exactamente cuánto duró esa relación, pero tengo entendido que ya tenía buen tiempo. Cuando me acerqué a Gheverhan fui testigo de la felicidad en su corazón, así como el amor y devoción que tenía por él. Oh, su majestad, fui una hermana horrible...

El sultán dejó de respirar por unos segundos al procesar la información. Su bella hija jamás le mentiría, por el contrario, su sultana Aygün y madre de su hija ya se había equivocado en ocasiones anteriores, lo que le dejaba en claro la posición a tomar en tal situación.

—Lamento saber que una de mis hijas sufrió tanto por amor, pero es inevitable la voluntad de Allah —le dedicó una sonrisa a su hija y acarició sus mejillas—. Ya no estés triste, Mâhıdevran, te prometo que tu hermana conocerá la felicidad nuevamente. Ahora ven, vamos a acompañar a tus hermanas el día de su boda.

La ceremonia ya se había acabado, y el harén estaba vestido de fiesta por el matrimonio de las Sultanas Nurbahar y Gheverhan. La primera, aunque no estaba complacida con la idea de casarse con un hombre al que no conocía, se divertía atormentando a su hermana menor Fatma, con la idea de que su futuro esposo sería un hombre viejo, gordo y desagradable.

—¡Basta ya, Nur! —la reprendió su madre—. En vez de hacer llorar a tu hermana, ve a prepararte para mudarte con tu esposo.

—¡Atención! —anunció aa, arrastrando la última sílaba— ¡Su majestad el sultán Şemsettin Yavuz y la sultana Mâhıdevran!

El sultán habló con sus dos hijas, deseándoles felicidad, amor y muchos hijos. También les entregó sus respectivos regalos: A Gheverhan un bello collar de oro y zafiros y para Nurbahar un par de aretes de diamantes, que ella misma diseñó.

—Merzif está tan feliz y ansioso que me hace reír demasiado. Él dice que el bebé será un varón, incluso ya empezó a ordenar caballos y espadas de juguete. —contaba Şehrazad, presumiendo su avanzado estado de embarazo y su maravilloso matrimonio. Resultaba casi imposible no hacerlo, pues escazas sultanas tenían la dicha de enamorarse por completo de su esposo, el cuál era elegido por sus padres. Usualmente las sultanas tenían solo un hijo, pero Şehrazad era feliz con su segundo bebé, otro de los muchos hijos que quería darle al gran visir.

—Estoy tan celosa de tu matrimonio perfecto —comentó Nur al acercarse a sus hermanas y madre—. Espero poder enamorarme también.

—Boşnak Mustafá Paşa es un hombre sabio y honorable, quizá no era el joven príncipe que esperabas, pero si le das una oportunidad estoy segura de que caerá rendido ante esa bella sonrisa que tienes.

—Allah mediante, madre, Allah mediante. —replicó Nur con desgano, pues no creía totalmente en sus palabras.

—Su majestad, estoy un poco cansada, permítame ir a tomar la última siesta en mis aposentos antes de marcharme con mi esposo. —solicitó Gheverhan, y su padre no pudo negarse. Ambos se marcharon, pero el sultán tomó otro camino para reunirse con los hombres de su familia.

La señorita Aygün salió tras ellos, fingiendo que había olvidado decirle algo importante a su recién casada hija. Sin embargo, se encontró con Orhan ağa en un pasillo solitario y, tras escudriñar una pared, una puerta secreta se abrió.

—Abaza Ismail bey, ya somos familia. Espero que puedas aprovechar bien esta oportunidad y no olvides a quién debes ser leal.

—Sultana, quisiera expresar mi gratitud por considerarme apropiado para desposar a su hija la sultana.

La sultana sonrió, y lo observó de arriba a abajo, cerciorándose de que tomó una buena decisión.

—¿Sabía que esta cámara había estado vacía desde la época de Mehmed el conquistador? —el bey de beys se mostró sorprendido, aunque no entendía el cambio de tema tan repentino—. Es el mejor descubrimiento que he hecho en el palacio. Lo mejor de todo es que alguien puede morir aquí y jamás se escucharán sus gritos de auxilio. Si alguna vez llegas a traicionarme, morirás en este mismo lugar ahogado con tu propia sangre.

Cuando se disponía a regresar a la celebración de su hija, fue interceptada por la sultana Ayşe.

—¿Qué sucede, sultana? ¿Ha estado llorando? —preguntó la señorita impactada, pues nunca la había visto derramar ni una sola lágrima.

Las doctoras pasaron corriendo frente a ella, dirigiéndose a los aposentos de la sultana Gheverhan, los cuales eran un desastre pues el cuerpo sin vida de la joven se había desangrado hasta cubrir sus sábanas. Ya el piso empezaba a mancharse, y la tensión sólo aumentó cuando uno de los ağas halló a la criada Valeria muerta.

Metin bey, el chambelán del pabellón real y designado por el sultán para investigar la muerte de su hija, concluyó que la sultana mintió para poder estar a solas en sus aposentos. Primero mató a su criada, quién quizá trató de hacerla cambiar de parecer, y luego se suicidó por la pena que le causó perder a su amado .

LA SULTANA DE LA LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora