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Tres días después.

Mario giraba en su silla aburrido, era lunes y había llegado muy temprano... o al menos más de lo que Daniel estaba tardando, cualquier otro día eso habría sido perfecto pues llegaba y ya tendría algunos pendientes que podría avanzar, pero para ese momento ya faltaban pocos días para el lanzamiento, por lo que realmente no tenía mucho que hacer, Daniel solo tenía que supervisar el trabajo de todos los demás y si acaso él tenía que hacer algunas llamadas que le pedía, por esto no tenía mucho más que hacer sin Daniel ordenándole algo; así que no encontró mejor manera de pasar el rato que pensando en la noche del viernes anterior, pues tampoco había sido muy entretenido su fin de semana, Armando no fue a verlo, primero porque el sábado había tenido que ir a recoger a sus padres al aeropuerto y después el domingo había tenido su cena familiar.

De cualquier modo, el viernes habían ocurrido dos grandes sucesos: 1. le confesó sus sentimientos a Armando y 2. por primera vez el mismo había tomado el control, antes el pelinegro no lo había tocado más allá de lo necesario, cuando habían estado juntos Mario era el que se encargaba de ambos, no había pasado más allá de ser él quien decidiera besarlo al menos hasta el viernes que decidió ser el de la iniciativa completa, y había sido una experiencia totalmente diferente, se había sentido tan bien, Armando había sido cariñoso y amable, había sido cuidadoso, incluso cuando se levantó de su sofá no lo hizo sin antes acariciar su cabello y dejar algunos besos en su hombro y algunos cortos en sus labios, finalmente él también fue a su habitación a hacerse cargo del desastre que era y sin darse cuenta terminó cayendo dormido después de acomodar la cama para ambos, pues nunca dejaría de esperarlo, tenía la esperanza de que algún día, tarde o temprano dormirían juntos, abrazados.

"¡Calderón!" un grito lo sacó de su pequeña burbuja, rápidamente salió exaltado de su oficina, ese había sido Daniel.

"Daniel, ahí está, pensé que ya no vendría ¿qué pasa?" preguntó confundido al ver al menor con las manos en la cintura, mucho más serio de lo normal.

"Pues sí vine, por favor tráigame un tinto sin azúcar y se apura que tenemos mucho trabajo el día de hoy" habló amargamente.

"Eh... seguro" caminó hacia la salida y paró un momento para verlo "oiga, ¿está bien?".

Daniel arqueó una ceja apartando los papeles que tenía en sus manos "Calderón, solo tráigame mi café".

Mario asintió y salió rápido de la presidencia y se dirigió a la cafetería  "bien, bien, lo siento”.

[...]

Mario había pasado más de 4 horas en su oficina revisando archivos viejos, según Daniel, sería una limpieza y organización profunda, aunque el castaño sabía que realmente solo era un trabajo que este había pensado para entretenerlo, pues ese día parecía demasiado serio o enojado para lidiar con él, tampoco tenía la menor idea de lo que le pasaba, tal vez Armando sí, finalmente él lo había visto la noche anterior en su cena familiar, ya tendría la oportunidad de preguntarle en el almuerzo.

Pasó otra hora más terminando de revisar más carpetas y finalmente salió de su oficina, habló suavemente cuando vió a Daniel atento a su computador "jefe... ya acabé las carpetas más antiguas, ¿se le ofrece algo más o puedo tomar mi hora de almuerzo?".

Daniel ni siquiera lo miró pero asintió "no tarde, le quedan muchas carpetas aún y luego necesito que me haga algunas llamadas".

"Hecho" Mario salió desconcertado y caminó hacia la vicepresidencia para tocar la puerta pues las secretarias ya habían salido.

Entró una vez que Armando se lo permitió y sonrió al verlo, llevaba una de sus combinaciones favoritas de traje: traje negro liso con una camisa de un azul muy tenue y la corbata de un azul más brillante.

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