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Armando se repegó contra el pecho de Mario, temblando. Mario lo abrazó más al sentirlo.

"¿Qué pasa, muñeco?" susurró preguntando cálidamente.

"Nada, Calderón" Armando murmuró con los ojos cerrados "...extrañaba dormir así con usted".

[...]

Daniel admiró a Mario en silencio, llevaban dos horas concentrados en terminar el informe, esos últimos minutos el castaño repasaba en voz alta y con atención cada hoja, mientras Daniel revisaba que cada dato que contenía concordara con los de cada carpeta de los diferentes departamentos, o eso intentaba, pues su mente había decidido concentrarse en algo más durante las últimas páginas... y ese «algo más» era en realidad «alguien más» una persona en específico a la que había visto llegar en el mismo carro con otra por la mañana.

"¡Por fin!" dijo Mario sacándolo de sus pensamientos, mientras le pasaba la pequeña laptop "no le diga a nadie que dije esto pero... subestimé el trabajo de la fea".

Daniel rió bajo "bueno, la vida ya se lo cobró" dió un último chequeo a las páginas en las que se perdió y suspiró al percatarse que afortunadamente no había pasado por alto ningún dato.

"Mmm puede ser, pero a usted le dió como regalo tener al mejor asistente, algo habrá hecho bien" Mario sonrió jugando con su pluma.

Daniel rodó los ojos "no sé si al mejor, pero parece que al más modesto sí" bromeó cerrando el dispositivo y después se lo entregó "¿puede imprimir cada informe y ponerlo en las carpetas? pídale ayuda a alguna de las secretarias si lo requiere..."

Mario asintió tomando la laptop y parándose de su asiento "vale, yo me encargo, eh... ¿vas a querer que te pida algo de almorzar o sal-" estando a punto de salir, Mario volteó hacía Daniel, encontrándolo con la cabeza gacha, con su frente contra sus dos dedos.

"¿Todo bien, Daniel?".

El presidente alzó la mirada, encontrándose con los ojos del contrario por unos segundos y negó "debo contarle algo".

Mario lo miró, confundido, y volvió a su lugar "adelante, Daniel, sabes que puedes confiar en mí para lo que necesites".

Daniel sabía que después de todo lo que ya habían pasado, Mario lo decía en serio, y aunque antes le habría parecido ridículo y sentimental, en ese momento no podía evitar sonreir como un tonto, con un atisbo de nostalgia, dolor y nerviosismo.

"Lo sé, Mario... por eso mismo quiero que sepas antes que nadie la decisión que acabo de tomar".

Mario arqueó una ceja, esta vez más curioso, más ansioso.

"¿Qué decisión?, ¿qué pasó?".

Daniel aclaró su garganta y sin intención de mostrar alguna emoción, dijo "...después de haberlo meditado por un rato ya, tomé la decisión de entregar la presidencia mañana mismo".

"¿Qué?"

Cualquier rastro de una sonrisa desapareció del rostro de Mario, su primera reacción fue una completa seriedad.

"Ya entiendo... ¿está bromeando, no?" Mario rió y se puso de pie "casi le creo, Daniel".

Este miró a otro lado, apenado, y luego lo miró a él "no estoy bromeando, Mario... dejaré la presidencia, pero no se alarme, usted sabe que su puesto aquí está más que seguro, incluso tal vez vuelva a la vicepresidencia".

Mario negó rápidamente con la cabeza "¿de qué habla?, no me preocupa mi puesto, no- no entiendo... usted sabe muy bien que estos números no son malos, tiene derecho de seguir en el puesto, ni siquiera se ha cumplido el año estipulado, hombre".

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