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"Hola, ¿de casualidad el presidente tiene un momento para almorzar conmigo?" dijo Mario recargado en la puerta de su oficina, admirando a Armando quien parecía concentrado su computadora.

Armando forzó una pequeña sonrisa y sin apartar la mirada de su trabajo respondió frío "gracias por la invitación, Calderón, pero vaya usted... yo estoy algo ocupado".

Mario arqueó una ceja "mmm, ¿puedo ayudarle con algo?".

"No, de verdad gracias pero quiero acabar esto solo".

"Bueno... entonces solo voy por un café y vuelvo".

Armando asintió sin prestarle mucha atención realmente y Mario no tuvo otra opción que salir de ahí.

Desde temprano Armando estaba así, y Mario no había podido hacer más que darle vueltas al asunto en su cabeza, lo estresaba lo inestable que podía ser todo entre ambos, apenas unas horas antes él fue quien lo buscó, quien le dijo que lo necesitaba, y luego, simplemente todo se nubló, después de aquella pesadilla para ser exactos. ¿Qué podría haber soñado para ponerlo así de repente?.

[...]

Mario tomó las carpetas de su escritorio luego de haberlas sacado todas e inició a reacomodarlas. Suspiró con aburrimiento y frustración, habían pasado ya algunas horas desde su "almuerzo", si se le podía llamar así a un simple café, Armando seguía trabajando en su computador, o eso parecía, simplemente estaba concentrado en otras cosas, mientras tanto él estaba inquieto, no podía dejar de pensar en su pseudo relación en general, además ya había terminado con aquellas tareas extras que Daniel le había dejado, ya no tenía más trabajo en el que distraerse hasta que Armando le asignará alguno, y por como pintaban las cosas, sabía que no sería pronto. Puso ambas manos en su cabello y pegó su cabeza contra el escritorio.

"¿Qué hace?".

El castaño se enderezó rápidamente al escuchar la voz de Armando y se encontró con este viéndolo desde la puerta de su oficina, con los brazos cruzados.

"¿Qué?, oh, nada... nada, solo... acomodando".

Armando se acerca a tomar asiento frente a su escritorio y ríe al ver el desastre "¿pasó un tornado por aquí o qué es lo que hace todo esto afuera, Mario?".

Él se encoge de hombros, claramente estresado.

"Mhm, no tiene que hacer, ¿cierto?" Armando acomodó algunas carpetas y las colocó en su lugar "debió decirme".

"Pensé que estaba ocupado..." dijo Mario jugando con su pluma, evitando mirarlo.

Armando asintió un poco pensando "...lo siento, Mario".

Mario levantó la mirada y arqueó una ceja.

"Sé que me he comportado como un imbécil desde la mañana, y usted no se lo merece porque solo ha sido amable conmigo, perdón en verdad".

"Armando... me confunde, primero estamos de maravilla, pero justo cuando pienso que al fin estamos avanzando, usted huye, y lo peor no es eso, lo peor es que no me dice por qué, y me preocupa, porque me importa y me importa que esté bien".

Armando tragó saliva al escucharlo "lo estoy, se lo prometo... es solo que, ese maldito sueño me trajo una ola de pensamientos de una, y eso es lo que he estado haciendo este tiempo más que trabajar, pensar".

"Ajá, pero no tiene que alejarse así de mí, Armando" Mario lo miró con ojos suplicantes "no como si yo fuera a juzgarlo..."

Armando lo miró con preocupación "no... no me alejo por eso, yo confío en usted, en verdad lo hago, simplemente no logro aclarar mis ideas y eso me frustra, y usted sabe cómo puedo llegar a ser frustrado, es por eso que me alejo, para no lastimarlo".

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