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Habían pasado un fin de semana adorable, el viernes Armando se aseguró de que ambos la terminaran de pasar plácidamente, después de la caminata volvieron a la ciudad y ahí le surgió otra gran idea: hacer una visita al museo de Botero, pues según él, hacía años que no iba, Mario aceptó con gusto, dieron un recorrido y disfrutaron del arte, finalmente volvieron a casa, y pidieron algo de cenar a domicilio antes de darse una ducha y recostarse a dormir. El día siguiente Mario llevó el desayuno a la cama y por la noche invitó a Armando al teatro, asistieron a una función maravillosa y después sin más volvieron al que recientemente se había convertido en el hogar de ambos.

Ahora el domingo por la tarde, el día iba tal como había iniciado: tranquilo, juntos habían acordado descansar todo el día, pues Mario se dió cuenta que el clima estaba especialmente frío, sabía la tortura que eso significaría para Armando, pues al contrario de él, el moreno es más sensible al frio, por lo que acordaron quedarse acurrucados cómodamente en el sofá con algunas mantas cubriéndolos mientras miraban películas.

Pero llegado un momento de la noche, Mario comenzó a jugar con sus dedos contra el respaldo del sofá, algo inquieto, Armando se percató y posó de inmediato su mano sobre la de él.

"Bien, ¿qué es lo que le pasa?, no deja de moverse" pausó la televisión, y se sentó viendo a Mario aún recostado.

"Lo siento, es solo que estuve pensando..."

"Ajá".

"Armando, disfruté mucho este fin de semana".

Armando lo miró confundido y sonrió de lado un poco "yo también lo disfruté demasiado, Mario... ¿pero eso es lo que lo tiene así?"

El castaño negó "es que no quiero que esto se acabe hoy, usted dijo que ha estado calmado porque los Valencia estaban lejos de nosotros, y justamente mañana vuelve Daniel..."

"Calderón, sé lo que dije pero también es cierto que estos días la hemos pasado muy bien juntos, y no dejaré que ese tipo lo arruine" Armando se acercó a él y rozó sus narices "¿eso lo deja más tranquilo?"

Mario lo miró a los ojos y sonrió un poco "más o menos..." bajó la mirada a sus labios "prometa que no se va a poner a echarle bronca apenas se lo cruce".

Armando rió bajo "hombre, a usted le gusta torturarme de verdad... mire: prometo no ser el primero en buscar pleito, pero si él inicia yo no me pienso quedar callado".

"Me parece justo" Mario tomó su mejilla para besarlo cortamente "gracias, por eso lo quiero tanto".

Armando no pudo responder, tontamente no pudo confirmarle que era mutuo aquel sentir, aún después de haber pasado ya varias noches durmiendo con Mario o días viviendo en la misma casa, que era casi como su hogar ya, aún después de todo eso no podía aceptar en voz alta que sentía mucho más que cariño o amistad por él.

Simplemente volvió a besarlo lentamente, y con delicadeza bajó la mano desde su mejilla hasta su cuello "ahora... vamos a terminar de pasarla bien, ¿si?".

Mario lo tomo por la espalda para atraerlo más hacía él y susurró contra sus labios "me parece una idea estupenda".

Armando se separó de sus labios bajando las manos a su playera, y volvió a besarlo esta vez con más intensidad, no tardó en despojarle de aquella prenda con la que había estado jugando, bajo sus besos hasta su pecho y pasó las manos por todo su torso, poniendo especial atención en sus pezones.

Mario jadeó ante el nuevo movimiento de su amante, y bajó su mirada rápidamente cuando sintió la lengua del contrario contra su piel. Sin querer quedarse atrás pasó las manos por dentro de la playera de Armando y antes de quitársela, se aferró a su espalda alzando la cintura para rozar sus pelvis que solo eran cubiertas por el pijama de cada uno.

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