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Pasaron un sábado tranquilo, habían tomado la decisión de no salir de su casa pues Armando se sentía como de costumbre por el clima: muy perezoso, además en realidad ninguno tenía ganas de algún plan, por lo que prefirieron pedir comida rápida, ver películas y en algún momento en la tarde, jugaron ajedrez.

“¿Pensó ya lo que le comenté ayer?” Mario acarició el brazo de Armando, que en ese momento se encontraba acurrucado en su pecho.

“...No sé” Armando miró al techo pensando “la verdad no sé que tanto me apetece ir a escuchar a mis padres halagando a mares a Daniel y a él pavoneándose de su éxito”.

Mario dió pequeños besitos en su mejilla “bueno, lo que menos deseo es que usted se sienta incómodo, tigre...”.

Armando sonrió enternecido por aquellas muestras de afecto y el apodo cariñoso.

“Entonces mañana podríamos ir a ver a Santiago, va a tocar en L'augure, dicen que tienen una comida francesa deliciosa y que el ambiente es maravilloso” sugirió Mario acariciando su cabello.

“Pues me parece un gran plan” Armando volteó para ponerse frente a frente y le dió un beso corto “¿cómo dijo que se llama el lugar?”.

“L'augure, ¿por qué?”

“Porque me encanta escucharlo hablar francés” susurró Armando contra sus labios y Mario arqueó una ceja.

“¿Ah sí?, yo había sido informado de todo lo contrario... ¿o se le olvida el regaño que me puso después de conocer a Michel?”.

Armando rodó los ojos y rió “eso fue una cosa muy diferente”.

“¿Y eso por qué?, ¿solo porque estaba celoso?”.

“¿Qué?”.

“No me diga que ahora va a negar los celos que le daban por ver al francés tras Beatriz” dijo seco y se alejó un poco.

Armando entrecerró los ojos viéndolo y antes de que pudiera alejarse más se puso sobre él, tomando sus muñecas “¿sabe qué?, no... no lo negaré”.

Mario volteó a otro lado desinteresado “entonces no le hablo el idioma, ¿para que recordarle el disgusto?”.

El contrario ladeó la cabeza y sonrió con ironía “¿sabe qué es en lo único en lo que se equivoca, Calderón?” se acercó a su cuello y dejó un beso dónde yacía ya una marca, recuerdo de la noche anterior.

“¿En qué?” siguió sus movimientos con atención.

“En que a mí nunca me importó qué relación tuvieran Michel y Betty” Armando volvió a su posición anterior, mirando a los ojos a Mario, a quien podía notar: la confusión lo invadía “si en aquel momento yo estaba muriendo de celos era por usted, por su bienvenida tan efusiva al tipo, por dios, su reacción al verlo, como las demás secretarias estaba todo encantado con él”.

Mario quedó boquiabierto ante la confesión “...¿qué?” rió bajo “¿está bromeando?”.

“No bromearia con eso” Armando soltó sus manos y se acomodó ahora sentado en el sofá “es verdad, me dieron celos de Michel”.

Mario se acomodó a su lado también “no tenía ni idea que lo había visto así, realmente creí que le molestaba por...”

“Dejémoslo así por ahora, ¿sí?” volteó a verlo “no le diré más o va andar de presumido” tomó el control para apagar la televisión y sin decir más lo levanto tomándolo de la mano “mejor vamos a la cama que si no luego despertamos con la espalda entumida”.

Mario lo siguió y por detrás lo abrazó por la cintura “bien, dejaré el tema atrás, pero... quiero dejar claro que a diferencia de ecomoda, no me interesan los inversionistas extranjeros, dígamos que más bien yo prefiero el producto colombiano” mordió su mejilla juguetón.

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⏰ Última actualización: Jun 15 ⏰

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