16. Celo alfa.

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Ambos se ven y ambos lo saben, saben que el pasado no puede ser encerrado y ya, saben que no se van los sentimientos porque ambos aromas se mezclan y hacen un olor único en la vida, ambos se ven y la impresión queda en segundo plano para mirarse fijamente y pasar a ver a la pequeña que tiene a su lado, el rubio no deja de verlo de arriba para abajo buscando alguna diferencia o algún parecido con el beta de hace años, intenta respirar y lo logra, siente una mano en su cintura y recuerda una cosa.

No está solo.

—¿Le ayudamos en algo? —. Pregunta el chino viéndolo serio y el rubio lo mira de igual manera.

—Se le cayó esta libreta a Hikaru —. Y que diga su nombre le sorprende, sabe que hablaron antes de que llegara por ella pero sigue en el impacto, la pequeña toma la libreta y la esconde entre sus brazos —. Eso era todo.

—Ya veo, muchas gracias, Hikaru entra a la casa —. La niña se hace chiquita y entra rápido para luego subir a su habitación —. ¿Algo más?

El tono que usa no le gusta, es el típico tono del alfa posesivo, ese que alguna vez su padre uso para referirse a su madre como una omega, esa donde aveces le gritaba a ella o a él, esa que en ningún momento el rubio la utilizo porque lo protegía demasiado pero con otros gestos, esa voz le recuerda muchas cosas y no puede evitar abrazar su brazo en señal de miedo, sus feromonas se hacen menos visibles y eso el oji-jade lo nota.

—Amigo relájate, estas asustando a tu chico —. Y que lo diga hace que el chino agarre de la cintura y lo atraiga a él —. Solo vine por la libreta, lamento los inconvenientes.

No te vayas otra vez.

No ahora.

Pero cuando menos se da cuenta el chico se va no sin antes dejar caer un pedazo de papel al suelo, parece que es el único en darse cuenta porque la puerta es cerrada rápidamente y su corazón se detiene, no tiene que dudar de Sing, no, él es una buena persona y no haría nada malo en su contra, no, definitivamente no, y aunque tiene miedo no siente nada, abre sus ojos y voltea a las escaleras, este sube con una mano en su rostro y sus feromonas se ponen nostálgicas al ser neutrales, traga saliva, esta pasando demasiadas cosas otra vez.

Verlo de cerca le causa demasiadas cosas dentro de sí, no sabe como explicarlo, siente mariposas en el estómago y al mismo tiempo estarse ahogando en un vaso de agua, simplemente no puede pensar con claridad, verse a los ojos por primera vez durante siete años fue...mágico.

Sale de la casa y toma el papelito antes de que salga volando, tiene escrito algo en el así que entra a la casa y lo desenvuelve rápidamente.

"¿Podemos hablar? Estaré en el templo cerca de la estación mañana a las 4"

Sabía que el rubio es inteligente y que no tardaría en encontrarlo o en saber que era él, más cuando pronunció su apellido al leer la placa que tiene en la puerta, traga saliva, esta mal, lo sabe, esta muy muy mal pero...su alma entera quiere saber y hablar con él, no sabe que hacer, traga saliva sintiendo su corazón latir y su cuello totalmente caliente, sabe la razón pero en vez de sentirse aterrado se siente aliviado, suspira lentamente y sube al segundo piso, no quiere dormir en su habitación, tampoco con el chino así que va con su hija.

—¿Hikaru? —. Toca la puerta y escucha un "pasa" detrás de la puerta, obedece y entra al cuarto viéndola sentada en su cama —. Hola, lamento lo de hoy —. No sabe que decir más que disculparse porque sabe que estuvo mal gritarle.

—Tranquilo, se que estas así porque se acercan esos días más aparte porque me castigaron —. No sabe a que se refiere con los días  así que alza las cejas pidiendo explicación —. Los días de los alfa, le toca a mis tíos y no podrán cuidarme durante una semana.

Días nublosos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora