3.Collar.

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Han pasado casi dos días desde que se fue de su casa, dos días donde no a querido pensar en nada pero no deja de pensar en todo, días donde solamente está pegado a su vientre y que de vez en cuando tiene fiebre quizá por el cambio que tiene su cuerpo, hay veces en las que piensa en salir huyendo pero luego entra su mejor amigo o su pareja a ver como esta y piensa que si se va los dejara preocupados, es por eso que toma una decisión que quizá le tome meses o quizá años superar, un punto donde no tendrá tiempo de pensar en lo que hizo o que no hizo, el mundo es una mierda y ya, pero si puede hacer una mierda llevadera para él y su hijo lo hará.

Esta fuera del edificio donde antes vivía y entra pero al entrar al elevador ve al rubio que al alzar la mirada y se encuentra con su mirada pierde todo el impulso y fuerza que tuvo para volver a ese lugar donde volvió a sentirse en aquella casa donde vivía de pequeño.

—Vengo por mis cosas —. Y apenas y puede pronunciar esas palabras porque el peso que lleva con ellas es demasiado —. Solo eso.

—Oh, si, claro pasa —. Se hace a un lado del elevador y aprieta el botón para que suba a su piso, están en un silencio algo incómodo mientras esperan a que la puerta se abra para que pueda ir por sus cosas, su corazón no deja de latir y pedir que hablen y arreglen todo pero no se puede, no puede pero quiere, la puerta se abre dejando ver un extenso pasillo —. Te acompaño.

Y que diga eso lo rompe porque todavía se quiere tomar ese té frío aún si sabe que está mal y que el sabor no será el mismo, todavía lo ama pero no está bien eso, no está nada bien por eso al regresar al departamento rezaba porque este no se encontrará ahí o temía volver a donde prometió alguna vez no estar, entran a aquel lugar donde alguna vez llamaron hogar, entran y miles de memorias están por doquier, la cocina donde hace unos meses cocinaban juntos y jugaban al tonto en ella que ahora solo está el recuerdo amargo de la pelea anterior, el comedor donde comían de la comida del otro donde ahora está el recuerdo amargo de cuando llegaron los malentendidos, la sala donde comían palomitas mientras veían alguna película. Entra a su habitación donde compartían cama y que era la muestra de su amor muchas veces, inconscientemente toca su cuello, siente tibio donde hace unas semanas lo marcó, muerde su labio y se dirige al ropero donde empieza a sacar su ropa para ponerla en una maleta.

Siente la mirada del rubio justo en su nuca, lo siente perfectamente y eso no sabe como tomarlo, no sabe que hacer más que doblar su ropa en aquella maleta llena de memorias, la llena hasta que no cabe más porque siente que todo de su ser está a nada de explotar y eso lo está matando, en la mañana estába totalmente empapado en sudor por la fiebre que le causaba el cambio de cuerpo o eso cree él, suspira lentamente intentando no pensar en regresar o algo por el estilo, hablo seriamente con Yut-lung no quiere perder a su hijo.

"Si no quieres perder a tu hijo será mejor que arregles esto rápido."

Eso le dijo y tiene razón, un mínimo paso en falso y todo estará perdido, más aparte contando que su condición no es la más común del mundo todo puede ir bien o mal dependiendo su calma, esto es necesario, lo quiera o no lo tiene que hacer porque su hijo lo necesita. Mete todo a la maleta y sigue buscando en el armario y más memorias llegas hacia él.

—Eiji, yo... —. Intenta hablar pero el ruido del celular sonando lo interrumpe e intenta ignorarlo pero se vuelve insistente en todo sentido y lo saca viendo el nombre de contacto —. Lo siento.

Y se va del cuarto dejándolo solo.

Intenta no pensar en que se quería disculpar, Intenta no pensar en que lo ama más que nada, niega otra vez y cierra la primer maleta para luego ir con una mochila a guardar sus pertenecías del tocador, guarda todo e intenta memorizar bien cada momento con todo y con todos, ve las dos cajas de perfumes que Aslan le regalo y que siempre se ponía, se acerca a uno de ellos y lo huele, fresas, a eso huele el perfume y sonríe amargamente, quizá su destino era amar y oler las fresas como si fuera un omega. Guarda el frasco en la caja y lo guarda con cuidado entre las cosas de la mochila y en eso oye que la puerta es abierta y deja ver al rubio en ella.

Días nublosos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora