Cap 10- Celos.

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Regresaron a San Petersburgo bastante satisfechos, si bien el evento había sido mas una presentación el cuarto lugar en la clasificación no era para nada desalentador, mas aún los dejaba en un sitio bastante ventajoso frente a los demás competidores. Yuuri creyó que le sería mas difícil lidiar con los reporteros pero por fortuna estos ya comenzaban a entender que el nipón no quería entrevistas asi que prefirieron dirigir sus preguntas al suizo.
Por supuesto al volver reanudaron sus actividades normales aunque un gran cambio se había efectuado, Yuuri y Chris pasaban demasiado tiempo juntos ya fuese en el trabajo, en las prácticas e incluso en el departamento del nipón, cabe mencionar que este último lucía mas alegre y relajado que meses atrás, digamos que tener a alguien junto a él parecía ser lo que necesitaba. ¿Pero que había pasado mientras tanto con Viktor? en realidad trataba de adaptarse a las nuevas circunstancias lo mejor que podía, Chris ciertamente no era de su plena simpatía pero confiaba en que la repentina alegría de su protegido era solo un buen augurio sin contar con que estaba cierto de que el rubio se preocupaba realmente por el pelinegro.

--¿Saldrás esta noche?.-- preguntó el ángel mientras acariciaba al enorme caniche sentado en un sillón junto a la ventana de la recámara del japonés.

--Iremos al cine, hay un estreno que Chris no se quiere perder.--contestó atándose las agujetas de sus zapatos.

--¿Volverás pronto?.--

--A la hora acostumbrada, ¿por qué lo preguntas? estoy seguro que irás conmigo.--

El ángel hizo un breve silencio antes de responder.-- En las últimas ocasiones no he ido, sé cuando estás bien asi que...-- aquí volvió a enmudecer.

--¿Crees que no es necesario ir?.--

--No es imprescindible además...siento que interrumpo tu privacia cuando estás con tu...--Viktor nuevamente calló.

--Novio, esa es la palabra.-- respondió con claridad el pelinegro.

--Sí, esa es la palabra.-- repitió el adolescente sintiendo un enorme disgusto ante tal calificativo.

--De verdad agradezco tu consideración respecto a mi privacia, no niego que hay momentos en los que prefiero que no estés presente, por supuesto no quiero que lo malentiendas es sólo que...--

--¡Ya entendí, no soy tan tonto como crees!.-- contestó bruscamente el peliplata.

Yuuri lo observó con cuidado, sentía que algo le ocurría pero no atinaba que.--Yo nunca he dicho que seas tonto.-- repuso bastante incómodo.

--Es mejor que atiendas la puerta.-- dijo el peliplata levantándose del sillón seguido de Makkachin.

En ese momento el sonido del timbre se escuchó fuerte y claro en el departamento, Yuuri salió al instante a abrir encontrándose con el suizo que lucía una sonrisa radiante.-- ¿Estás listo?.-- preguntó después de depositar un rápido beso en los labios del nipón.

--Claro, vámonos.-- Yuuri antes de salir volteó discretamente hacia el ángel que permanecía de pie en medio de la sala, estaba seguro que algo le ocultaba el adolescente.

Viktor en cuanto se quedó solo se dirigió a la cocina donde sacó una lata de alimento para Makkachin la cual vació en un plato ante la felicidad del can.-- Quisiera sentirme tan feliz como tú amigo, de hecho debería ser así pero no puedo, ese chico Chris me desagrada demasiado, sé que quiere a Yuuri pero...aun así no lo soporto, y lo peor del caso es que los ángeles no podemos tener ese tipo de sentimientos hacia los humanos, se supone que somos protectores. En fin, creo que no tengo otra opción mas que aceptarlo.--

El adolescente volvió a la sala donde encendió la televisión, dio la vuelta a todos los canales disponibles y al no encontrar nada a su gusto la apagó para mejor hurgar entre los libros. Asi pasaron las horas hasta que justo antes de la medianoche escuchó el motor de un auto detenerse, se asomó al estacionamiento donde vio como Yuuri bajaba del vehículo sin embargo el suizo que iba detrás suyo lo abrazó por la cintura mientras le decía algo al oído, el nipón se dio la vuelta para pasar sus brazos por el cuello de Chris aunque enseguida ambos volvieron al auto esta vez al asiento trasero, era obvio que ahora que su relación era de otra índole disfrutaban de brindarse mimos uno al otro. Viktor se dio la vuelta rumbo a su recámara con una inexplicable presión en el pecho que le dificultaba incluso respirar, esto era algo que jamás en su tiempo como ángel había experimentado.
Pasó casi media hora hasta que al fin se escuchó el sonido de la puerta abriéndose, Viktor se cubrió con las sábanas tratando de pasar por dormido, no obstante esto era imposible dado el conocimiento que el pelinegro tenía sobre sus hábitos.

Send me an angelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora