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Rubén:

Fui corriendo hacia mi escuela luego de levantarme extrañamente en mi cama. La alarma no había sonado, ya que parecía ser que mi móvil se había descargado. Faltaban 10 minutos para que las clases empezaran, y estaba preocupado por no estar en condiciones para hacer el último exámen debido a mi resaca. Será la última vez que tomo alcohol en mi vida.

Llegué como pude y me tomé un tiempo en la puerta principal para recobrar el aire. En ese momento, empecé a sentir cosas muy extrañas. Al levantar mi mirada, casi todos los que estaban en los pasillos se me quedaron mirando. Empecé a caminar lentamente por el pasillo, algunos me miraban, otros hablaban entre sí mirándome como si hubiese echo la cosa más horrible del mundo, otros reían. Incluso miré hacía atrás pensando que habría otra persona, pero era el único que estaba entrando.

—¡Rubén!— Iván se acercó a mi rápidamente.

—Tío ¿Qué está pasando aquí?— Pregunté en voz baja mirando a mi alrededor.

—¿¡No viste mis mensajes anoche!? ¿¡En que mierda estabas pensando!?— Su voz baja sonaba agresiva.

Sacó su teléfono del bolsillo y me mostró la razón por la que todo el colegio tenía sus ojos puestos en mi. No podía creer lo que estaba viendo, mi corazón comenzó a latir rápidamente y empecé a sudar de los nervios.

—Y-Yo...— Empecé a desesperarme —Ese n-no soy yo... No tecjed—

—Tomaste demasiado. Juan me contó todo.—

—¿Qu-qué?—

—Danae te emborrachó, y parece que su plan funcionó.—

—Estás de coña...—

El argentino me jaló del brazo y empezamos a alejarnos de ese horrendo pasillo. Casi que lloraba de la desesperación, pero por lo que estaba más preocupado era saber que me hizo Danae anoche, y sobretodo pedirle a Jesús que Alex no se haya enterado de todo este malentendido.

En cuestión de unos instantes, Iván abrió con rapidez la puerta hacía el campo de deportes, y en ese momento mi corazón se desmoronó por completo. Ari estaba ahí, al lado de Juan, y para mí sorpresa estaba Danae haciéndose la niña pobrecita. No pude evitar sentir ira al verla.

—Tú...— Me solté del agarre de Iván y mis ojos se posaron en Danae—¡TÚ!—

—¡R-Rubius!— Se desesperó y dio unos pasos hacía atrás.

—¿¡QUÉ COÑO TE PASA!? ¿¡QUÉ MIERDA ME HAZ HECHO!?— Grité caminando hacia ella —¿¡ME EMBORRACHASTE Y ME GRABASTE!?—

—¡TÍO, QUE TE CALMES!— Mangel cubrió a Danae.

—¿¡COMO QUIERES QUE ME CALME, TÚ!?— Intenté sacar a Mangel de mi vista —¡ME LAS PAGARÁS, PERRA!—

Danae empezó a hacerse la víctima y se puso a llorar desesperadamente. Todo se estaba saliendo de control. Quería que esto solo sea una pesadilla.

—¿¡Donde está Alex!?— Pregunté desesperado —¡¡Quiero verlo!!—

—No quiere verte.— Respondió Juan apoyado en la pared —Intenté explicarle, pero está demasiado alterado.—

—¡¡MALDITO TRAIDOR!!— Sollozó Danae.

—¿¡Eh!? ¿¡Eres cómplice de esta gilipollas!?— No podía creer nada de lo que estaba pasando.

—¡¡NO TENÍA OPCIÓN!!— Se desesperó como yo.

—¡¡CLARO QUE LA TENÍAS!!— Me acerqué rápidamente a Juan. No pensé en lo que hacía por el enojo del momento, y sin pensarlo lo tomé de la sudadera con fuerza. —¿¡PORQUÉ NO ME LO DIJISTE, ERES TONTO O QUÉ!?—

Más allá del síndrome ➵ Rubckity.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora