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Rubén:

—...Y luego aparecieron como 20 zombies y Vegetta gritaba "¡Que leches, que leches, corre Willy!" Con su voz super masculina, que para empezar lo digo en forma sarcástica.— Reí y volví a mirar a Alex.

Mi sonrisa se desvaneció al ver a Quackity chateando con otra persona, que para empezar era obvio que era Danae. Se le notaba en la sonrisa tonta que ponía. De verdad, ¿Porqué mierda no iba a hablarle en el recreo?

—Alex.— Intenté llamar su atención, consiguiendo una ignorada épica. —¡Alexis!—

—¡No soy Alexis, Rubén!— Ahí si pude captar su atención.

—No me haz escuchado una puta mierda.— Dije un poco enojado. —Si quieres hablar con Danae, espera al recreo. Tal vez puedan besarse en el baño y escribir sus iniciales en las puertas de ahí.—

—Ew, no... Tampoco así.— El timbre sonó haciendo que inmediatamente se levantara de su asiento —Te veo después, Rubius.—

Hijo de puta. Te odio, Alex Quackity.

Un mes entero llevaba embobado con esa mujer. Danae le tenía una paciencia impresionante, algo tan simple como un beso en la mejilla era algo mortal para Alexis, o un simple "Te quiero" no salía tan fácilmente de su boca. En pocas palabras, era vergonzosa la actitud de un Alex enamorado.

Ni hablar de Danae, que radiaba una supuesta energía positiva y era amable con todos, era como un chihuahua insoportable que no se callaba nunca. Todos la adoraban, menos yo. Enserio, su personalidad se notaba tan fingida que me daba demasiada vergüenza ajena. Se creía especial por tener un "casi algo" autista, enserio era penoso como presumía a Alex por ser parte del espectro y no por su personalidad ni nada de esas cosas.

Estaba tan mal que decidí saltearme la clase de matemática y me fui hacia el campo de deportes, sentándome en mi escondite de las gradas. Necesitaba estar solo, dejar de pensar en tareas, problemas de sueño, familia, mis amigos, y en Alex.

Desde que está con Danae se volvió su perro. Dejó de jugar Minecraft seguido, de ver los directos de Willyrex, estaba dejando muchas cosas que a él le gustaban solo para complacer los gustos de la gilipollas esa. Odiaba los streamers, le gustaba la moda, maquillaje, jugaba en el equipo femenino de Volleyball de la escuela y literalmente obligaba a Alexis a ir a sus practicas y partidos, los cuales él no estaba demasiado interesado que digamos.

Que desastre, de verdad. Y yo que creía que por fin había conseguido amigos de verdad.

Sin pensarlo, me estaba quedando dormido ahogándome en mis pensamientos. Había perdido la noción hasta que escuché unos pasos y luego una mochila golpeando el suelo. Era mi amigo con lentes, pero no el enano colombiano.

—¿Porqué faltas a mates?— Preguntó sentándose a mi lado.

—No tengo ganas de seguir soportando esta preparatoria de mierda, Mangel.— Respondí abrazando mis piernas.

—Yo tampoco, la verdad.— Suspiró —Oye, que te he estado viendo un poco solo este tiempo, ¿Está todo bien?—

"¿Estás bien?" es una pregunta que duele pero te alivia a la vez. Sientes que le importas a alguien, pero a la vez que solo te pregunta por interés más no por preocupación.

—Eres mi mejor amigo, no puedo mentirte.— Respondí —No, no lo estoy, de hecho es difícil estarlo.—

—Hm... Si se nota. Tus ojeras se marcan más que tus venas en los brazos.—

—Tsk, buena aclaración.— Arranqué unas hojas del pasto y las empecé a romper en pedazos, llenándome las uñas de tierra por accidente —Primero, ¿Como estás con los chicos?—

Más allá del síndrome ➵ Rubckity.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora