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Alex:

—Alex... No sé juega con la comida, ¿Te lo tengo que decir a tus 17 años?— Me dijo volviendo de la cocina.

No tenía ganas de tomar la sopa, así que la revolvía y me entretenía viendo las pequeñas burbujas nadar en el caldo. La consistencia de la sopa no es mi favorita, pero la toleraba.

—Lo siento, mamá.—

—¿Estás bien? ¿Te ha ido mal en un examen?— Inclinó su cuerpo un poco hacía mi dejando su cuchara en la mesa para sostener mi mano.

—No, sabes que no repruebo un solo exámen desde segundo de primaria.— Y eso que la profesora me había reprobado por acusarme de haberme copiado, solo porque las respuestas estaban muy bien formuladas para un niño de mi edad. Así de absurdo. No aceptó que un niño la superase a esa vieja estúpida. Perdón la expresión.

—¿Es porque no he estado en casa, cierto?— Siguió insistiendo —De veras lo siento demasiado mi amor, pero, tu sabes...—

—¿Hm?— La miré sin levantar mi cara de la palma de mi mano.

—...Pues, que estoy saliendo con alguien.— Rió nerviosa, llamándome la atención. —No te pongas celoso, hijo.—

—Pero si eres mi jefa, no me gustas.— Dije disgustado. Ni que fuera Edipo.

—Era un chiste, amor.— Me pellizcó la mejilla, aunque me dolió. Era la única persona a la que no le molestaba mi falta de sentido del humor.

Seguí sin darle importancia a la conversación. Mamá tenía novio al parecer, estaba bien, pero aún así a pesar de nunca haberlo visto, extraño a mi papá. ¿Como será él? ¿En que parte estará?

—Ya... Hijo, estas muy raro.— Apoyó sus manos en la mesa —¿Qué pasa que no me hablas de matemáticas o de patos? ¿A poco no te gustan más?—

—No es eso.— Respondí fríamente, dejando unos incómodos segundos de silencio, solo escuchando el ruido de las cucharas golpeando los platos.

Mierda Alex, porfavor no.

—Mamá, ¿Alguna vez sentiste que eras tan raro y estúpido que no eres capaz ni de amar a alguien, pese a que puedas resolver una ecuación en cuestión de dos minutos?—

Mi mamá se quedó pensativa unos segundos mientras alzaba sus cejas. Se dio cuenta que estaba enamorado.

—Oh.— Soltó sorprendida luego de sacar la cuchara de su boca —Pues, no... Solo que a veces no coincidimos con todas las personas del mundo, por más que queramos. ¿Porqué la pregunta?—

Estaba haciendo un esfuerzo monumental contra mi mismo para no revelarle todo. Jamás me reprimí tanto internamente para no dejar salir mis pensamientos, y lo noté cuando debajo de la mesa mi mano izquierda se aferraba a mi pantalón.

—Tengo pareja.—

¡Eres un imbécil, Alex!

Mi mamá me miró como si le hubiese dado la noticia del año. Dejó rápidamente la cuchara en la mesa y dio unos pequeños aplausos con un rostro de felicidad.

—¡Hijo, al fin!— Exclamó, aunque yo ni había levantado la mirada —Mami está muy orgullosa de ti, ¿Es esa Danae de la que me hablaste una vez?—

—Hm, bueno, sobre eso-...—

Me dolía el corazón al escuchar el nombre de la chica que me humilló y me trató como la fregada al rechazar su amor. Pensaba que todo lo relacionado con ella se había acabado.

—¿Es de la escuela? ¿Como se llama?—

—Mamá...— No me dejaba hablar, su emoción me abrumaba.

Más allá del síndrome ➵ Rubckity.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora