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Alex:

Las vibras del salón estaban muy raras desde ayer. Rubén se había desaparecido durante todo el día, pero tuve otras cosas más importantes que hacer: Estudiar y mirar el directo de Willyrex.

La mañana era la de siempre, yo solo porque Juan se fue a besarse con Ari en los baños. Me puse la capucha de mi buzo azul y descansé mi cabeza en mi brazos apoyados en la mesa. Intentaba dormir, pero cerrar mis ojos era igual a que todo se concentre en mis oídos.

Escuchaba las conversaciones ruidosas de mis compañeros, hablaban sobre sus extrañas vidas, el ruido de los pasillos tampoco ayudaba. Eran las 8:50 de la mañana, ¿Porqué tenían tanta energía todos?, preguntas que no podré responder por más que le pregunte a la ciencia.

—¿Como estás de la rodilla?—

Una voz hizo que levantara levemente mi cabeza. Había aparecido Rubén, pero estaba diferente.

Abrí aún más mis ojos, sorprendido por lo que estaba viendo. No sabía si enserio era Rubén o tenía un hermano gemelo.

—Tú cabello...—

—Ajá, ¿Qué?—

—...Estas rubio.— Dije sin dejar de mirar su cabello.

Mis ojos no se despegaban del cambio de Rubén. Se sentó detrás de mí asiento, sin dar explicaciones, haciendo que todo mi cuerpo se volteara.

—¿Como lo hiciste?—

—Refregué un pato amarillo en mi cabello y así quedó.— Dijo con una sonrisa pequeña.

Mi boca se abrió al escucharlo, incrédulo con sus palabras.

—Eso es maltrato animal, Rubén.— Le reclamé, haciendo que soltase una risa.

—¡Es coña! Me acordé tarde que no entiendes los chistes... Nada, simplemente me lo decoloré y ya.—

Asentí y me quedé callado, jugando con mis manos como hago a diario. No me gustan los cambios, prefiero que todo sea definitivo y que nada cambie en mi vida, pero por más que quiera eso, es imposible.

—¿Porqué lo hiciste?—

—Bueno, ¿Porqué no?— Respondió —¿Me queda mal?—

Volví a mirar su cabello para confirmar mi respuesta.

—No, realmente no. Te queda bien.—

—Eso era lo que quería escuchar.—

Miré por un momento por detrás de Rubén. Vi como Mangel y Luzu hablaban como si se estuviesen contando secretos, y ambos parecía que se burlaban. En eso, pensé en algo.

—¿Es otra de tus bromas para burlarte de mi?—

—¿Qué dices?—

—Mangel y Luzu están contándose secretos y riendo. Rubén, yo... Yo ya no caigo en tus pesadas bromas.—

Apenas pude mirarlo a los ojos, pero no duró mucho porque tendría mis ojos mirando hacia abajo como siempre. Noté en él una expresión que no había visto antes, pero pensaba que se estaban burlando por su cabello rubio platino.

—Alex, escucha, se que no me crees una puta mierda, pero me he distanciado de ellos.—

—Oh... Y ahora, tú, ¿Te juntas conmigo para no quedarte solo?—

—¿Qué? No, no no, te juro que no es así.—

Hice solo una mueca con mis labios. Era cierto, no confiaba en él. Desde que llegó de España hasta nuestro colegio no hizo más que pisotearme por lo menos 2 veces a la semana. Mis días favoritos era cuando él no me molestaba.

Más allá del síndrome ➵ Rubckity.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora