11

2.9K 400 174
                                    

Rubén:

Este día posiblemente lo recordaré como el día más solitario de mi vida.

Juan prácticamente me ignoraba desde que vio mi publicación con Mangel. No sé qué cojones hizo, pero mi supuesto grupo también me estaba ignorando. Y cuando digo todos, eran todos.

Para colmo, Mangel no había asistido a clases desde hace unos días. Le preguntaba por mensaje pero simplemente no quería decirme y no me respondía por días.

Claro, como para no sentirme más odiado de lo que ya era.

No tuve otra opción que sentarme solo en una mesa alejada durante el almuerzo. Era la primera vez que pasaba, y no sabía lo mal que se podía sentir el ver a todos riendo y comiendo con sus amigos de lo más felices, y aquí uno hundiéndose en su propia mierda.

Estaba cabizbajo comiendo de a poco mi ensalada la cual estaba asquerosa, cuando vi una silueta acercándose. No le di importancia ya que pensaba que no se estaba dirigiendo hacia aquí, pero por suerte, me había confundido. Levanté la mirada y vi a Iván sentado en frente mío, tomando una porción de su pizza y ofreciéndomela.

—¿Querés?— Preguntó —Yo no voy a comer mucho.—

—Mmm, vale, gracias.— Agarré la pizza con una mano. Por fin comería algo rico.

Hubo un silencio algo incómodo. No tenía ganas de hablar, y de hecho cuando le agradecí a Iván fue la primera vez en el día que pronuncié unas palabras. Imaginaros que sólo estuve.

—Rubén, posta me pone medio mal verte tan solo.—

Me resultó tan extraño de él. Siempre se mostró indiferente conmigo, y solo hemos intercambiado algunas palabras desde que nos conocimos como "Amigos."

—Tsk, claro.—

—No, enserio.— Insistió —Mira, no le digas a nadie que te confesé esto, pero me molesta mucho que a Juan le caigas tan mal. Vos no incomodás al grupo, él nos pone incómodos a todos con el trato que te da.—

Lo miré serio, pero relajando mis expresiones. Enserio, creía que jamás me apoyaría.

—Que va.— Miré hacia un lado —Iván, ustedes están mejor sin mi. Estoy recibiendo mi karma merecido, y lo toleraré.—

—Pero, no quiero que sufras nada. Yo se que sufriste bastante vos también a lo largo de tu vida, lo dicen tus acciones, pero todos merecemos segundas oportunidades.—

Si, vete tú a decirle eso al dictador de Juan Guarnizo.

—Igual te quería preguntar, ¿Porqué te alejaste de nosotros?—

—¡Ja! ¿Qué por qué me alejé de ustedes?— Me enojé de un momento a otro —Pregúntale eso a Juan, que según él arruino todo. Los únicos que me han tratado bien fueron Alex y Ari. Perdona pero tú tampoco te salvas, y me enoja esa pregunta, ya que me he llegado a sentir bien con ustedes, pero no parte.—

—Si, ya se, no te hablé casi nada, pero tenía miedo de lo que podía pensar Juan.— Explicó —Siempre que quiere criticar a alguien me lo dice a mi, y bueno, no te salvaste de sus duras críticas.—

Vaya, que sorpresa.

—Lo sé. Aún así, puede que por un lado si me haya alejado por mi cuenta.—

—¿Tiene algo que ver con Alex?—

Me parece que era muy obvio. Siempre que mencionaban su nombre no podía evitar sentir mi corazón doler.

—¿Porqué? ¿Como sabes?—

—Desde que está intentando algo con Danae, se han estado alejando, y se nota que no es algo que vos quieras.— Adivinó tal cual.

Comí un trozo de la pizza sin responder a lo que estaba diciendo. Su forma de analizar era buena, a no ser que Alex y él hayan estado hablando.

—¿Vos que pensas de la casi relación de Alexis y Danae?—

Casi que escupo la Coca-Cola al escuchar su pregunta. Nuevamente sentí esa sensación de bajonazo y esa presión en el pecho, como cuando veías, tocabas u oías algo que no querías.

—Pues, no se que quieres que te diga, tío.— Dije con indiferencia —Mientras estén conformes y Danae lo acepte, pues está bien.—

Iván se mostró confundido por mi respuesta tan fría. Dejó su lata de Sprite en su bandeja luego de beberla y aclaró su voz.

—Rubén, ¿Vos sentís algo por Danae?—

Casi vomitaba por esa pregunta, pero no era su culpa, él no sabía de absolutamente nada ni me conocía del todo. Negué varias veces con la cabeza, y sin pensarlo admití algo que no quería.

—No, por Alex.—

El timbre que indicaba el inicio de clases me salvó para levantarme y escapar de Iván, totalmente arrepentido de haber admitido que estaba empezando a sentir algo por Alex.

En lo poco que lo conocí, me di cuenta de lo tierno, inocente, inteligente y brillante que es. Cada vez que hablaba no quería que pare, su forma de expresarse me atrapaba de cierta forma. Físicamente me conquistó desde el día uno, su piel pálida, cabello negro, su baja estatura, como para no dejar de mirarlo.

Negar que veía algo especial en él era deporte para mi, ¿Qué pensarían los demás cuando se enteren que sentía atracción por la persona que más odiaba?

Verlo sentado frente a mi en las clases hacía que no dejara de mirarlo, a pesar de solo ver su espalda. Las preguntas que le hacía a los profesores, las correcciones que les hacía (a veces resultaba tener razón, sorprendentemente), muchos querían que se callara tres pueblos, pero yo con tal de escuchar su voz acelerada y tímida, haría lo que fuera.

Ahí estaba la respuesta. Estaba celoso. Pero no por Danae, si no por Alex.

Me molestaba no tenerlo cerca, no escucharlo hablar de Minecraft, no escuchar su risa, verlo concentrado en sus tareas. Me jodía no hablarle, gracias a Danae y a Juan.

Acepté el hecho de que yo jamás tendría algo con Quackity, y que él siempre será un amigo. Para olvidarme de mis sentimientos, decidí ya no hablarle y que todos seamos felices. Lo hacía por un bien mayor.

Pero mi plan no duraría mucho.

Más allá del síndrome ➵ Rubckity.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora