Epílogo

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Alex:

—Vale, creo que terminé con la instalación. Ya puedes hacer tus transmisiones.—

Rubén se puso de pie limpiando sus manos con sus pantalones. Yo estaba entre medio de la puerta de mi nueva habitación de trabajo, viendo atentamente como conectaba los cables que yo no sabía ni como se llamaban. No buscaba un set up cargado ni mucho menos, quería uno simple y sin nada de estupideces. Con tener una simple pared blanca basta y sobra.

—No entiendo como le haces.—

—Vaya, por fin te supero en conocimientos de algo.—

—Si, si, a la chingada.—

Giré mis ojos y él se echó a reír. En eso se acercó hacía mi y me dio un pequeño beso en los labios. Agh, me molesta que tenga que inclinarse un poco hacía adelante para poder besarme por nuestra diferencia de altura.

—¿Te apetece dar un paseo? Ya no está nevando.— Preguntó mientras pasaba de arriba a abajo sus manos en mis brazos.

—Cualquier plan contigo, Rubius.—

A veces me sorprende como las cosas pueden cambiar de un día para otro. Mi hogar ahora es Andorra junto a Rubén, el amor de mi vida, y no me arrepiento para nada. Adaptarme fue difícil, pero gracias a que estoy con la persona correcta, el proceso no fue abrumador.

Muchas cosas buenas me ocurrieron este 2022. Pude participar en el torneo de Minecraft de Squid Game, participé de Karmaland V, mi alcance a la comunidad hispana aumentó mucho, pude hacer amistades muy bonitas, como Rivers, Missa o Mariana, otras las pude mejorar, como Auron, Juan y Luzu.

Todo este cambio repentino fue gracias a él, a Rubius. Al principio, pensaba que no encajaría como de costumbre, pero él siempre me hace sentir cómodo donde sea que vayamos o lo que hagamos. Si bien estuvimos distanciados por años, el amor que sentimos mutuamente jamás se apagó, al contrario, se hizo más fuerte. Ahora hacemos todo juntos, y es algo que no cambiaría por nada.

Pasé de observar a Rubén siendo un niño problemático que hacía guerras de comida con sus colegas, a sostener su mano mientras caminábamos tranquilamente en las calles nevadas de Andorra. Eso me hizo pensar que, valió la pena no rendirme ese día que intenté acabar con mi vida, y que sin importar cual sea la razón de mi existencia, en todas mis razones estaba él, Rubén Doblas, el que prometió amarme siempre en esa camilla de hospital, haciéndome ver que por primera vez, le importé a alguien sin buscar nada a cambio.

Rubén se había convertido en todo para mi, y no había ni un solo día donde no me recuerde lo mucho que mi presencia lo motiva a tantas cosas. Cometió muchos errores, así como yo también cometí los míos, y no está mal, aprendimos de cada uno de ellos, y eso nos llevó a permanecer más juntos que nunca.

—Tengo un regalo para ti, cariño.— Se detuvo dejando sus huellas en la nieve.

—¿Regalo?— Pregunté confundido poniendome en frente de él —Faltan dos días para navidad y cinco para mi cumpleaños, Rubius.—

—Sabes lo impaciente que soy... Además, todos los días son especiales para mi si estoy contigo.—

Sonreí conmovido por sus palabras, y sacó del bolsillo de su abrigo negro una pequeña bolsita de regalo.

—Anda, ábrelo.— Dijo con su linda sonrisa relajada.

Torpemente recibí el regalo y lo abrí en cuestión de segundos. Saqué con mis dos dedos un anillo plateado bastante bonito, y en vez de haber un diamante o alguna joya sobrevalorada, estaba la cara de mi skin, de "K!Quackity" que uso en series como Las Nevadas o Karmaland.

Más allá del síndrome ➵ Rubckity.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora