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Alex:

—¿Como que no hay enchiladas...?—

—Mm, no.— Respondió Juan —Mañana van a estar disponibles de vuelta, pero te traje un burrito.—

Sentí como si mi mundo se estaba cayendo. Estos cambios repentinos, los detestaba. Me quedé mirando mi comida con una postura cerrada. Era la primera vez que no comía enchiladas suizas en mi almuerzo.

—Dale, Alex.— Escuché a Iván desde la otra punta de la mesa—Es rico eso también, tranqui.—

—Pero yo...—

—¿No tenés hambre?—

—Si tengo, pero mis enchiladas, no están.— Dije mirando mi comida como si me hubiesen dado algo no comestible. —Debo conocer a la perfección cada ingrediente para verificar si es confiable o no, para evitar intoxicaciones o alergias.—

—Ay ya, come.— Bufó Juan acercándome más mi comida —Mañana tendrás tus enchiladas suizas y todo volverá a la normalidad en tu rutina.—

Confiaba en lo que decía mi mejor amigo. Abrí más mi postura y tomé el burrito con ambas manos, pero antes lo analicé para ver que tenía. Mientras lo hacía, escuchaba a mis amigos hablar de temas triviales que no entendía bien, pero tampoco pretendía hacerlo, estaba bastante metido en mi mundo.

—Disculpa...—

Levanté mi mirada y vi al rubio de 1,90 en frente mío. ¿Me iba a hablar en frente de Juan? No me había dado cuenta de algo, y es que cuando lo vi sonreí un poco.

—¡Atrás gata rompehogares!— Dijo Ari mientras rodeaba sus brazos a mi cuerpo pretendiendo protegerme.
Pero lo único que logró hacer fue ponerme incómodo.

—¿Qué querés?— Preguntó el argentino —Si venis a molestar, este no es tu espacio.—

—Pero calmaos, joder.— Respondió, mientras yo solo quería salir del agarre de Ari —Juan, necesito hablar contigo, y no es pregunta.—

Miré a mi mejor amigo, se lo veía molesto como siempre cada vez que veía a Rubius, pero a la vez muy confundido. Después de unos segundos pensativo y de habernos mirado a todos, se levantó de su asiento y se fueron los dos fuera de la cafetería.

Habían dos opciones: Hablarían sobre equis tema como personas civilizadas y con derechos, o se golpearían a más no poder solo porque no se ponen de acuerdo. Y si soy sincero por más que no soy capaz de mentir, la segunda opción era más realista.

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Rubén:

—¿Qué tú qué?—

—Se que suena raro, Juan, pero permiteme acercarme a Alex, yo- —

—¡No!— Juan era fácil de hacer enojar —Escucha, te conozco. Tal vez no demasiado como tus amigos, pero sospecho que es otra de tus bromas pesadas.—

No podía hacer que Juan me creyera, primero porque no me dejaba hablar, y segundo porque era demasiado sobreprotector con Alex. Por más que yo midiera el doble, bueno que va, el triple que el colombiano, sabía que era capaz de sacarme la cabeza de una patada con un giro digno de un episodio de Naruto.

—Juan, vamo a calmarnos.— Dije manteniendo la calma levantando mis dos manos a la altura de mi cuerpo —Realmente estoy en un proceso de cambio, y quiero arreglar toda la mierda que hice en el pasado, volver a ser reconocido en la escuela por cosas buenas y no por cosas malas.—

—Hubieras pensado antes de ir y meterte con el chico más vulnerable de la escuela.— El chico de lentes se cruzó los brazos con una mirada asesina —De una vez te digo, me avergonzaste en la cafetería yendo a nuestra mesa.—

Más allá del síndrome ➵ Rubckity.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora