28

2.2K 275 86
                                    

Alex:

—¿Qué pasa, cariño?—

—Tuve otra pesadilla.—

Miré el reloj de mi teléfono e indicaban las 4 de la mañana. Para mí suerte era sábado, así que no tocaba madrugar.

Aprovechando que mi madre ya no viene a casa, decidí hacer una pequeña piyamada con Rubius. Estoy trabajando en mi persona para empezar a tomar iniciativas "romanticas", y creo que está funcionando. Sin embargo, eso no evita que internamente esté cada día más destruido.

—Ya van 4 pesadillas consecutivas sobre mi familia.— Encendí mi lámparita y me refregué los ojos —Ni siquiera se como es mi padre físicamente, pero en mis sueños se ve como alguien grande y rudo.—

—¿Grande y rudo...?— Preguntó mirándome con sus ojos entreabiertos con su voz ronca.

—Si, da mucho miedo, y está todo barbudo el wey... Pero también sueño que mis padres se divorcian y que yo estoy ahí entre el medio, pero luego salgo corriendo porque no soporto los ruidos fuertes.— Recordaba muchos detalles de mis sueños —Pero luego vino una escena muy extraña, donde veía como mi familia entera se alejaba poco a poco. Quería seguirlos, pero me miraban con asco, y no podía caminar por más que quise.—

—Oh...—

—Las pesadillas que tengo se ven bien realistas. Aunque en parte sea así, mi mente demoniza mucho a mi familia.—

—Es que es así, cariño.— Acariciaba mi brazo —¿Recuerdas algo más?—

—Mmm...— Intentaba recordar mientras mis manos comenzaron a abrir y cerrarse automáticamente —Mi padre estaba corriendo hacia mi con un bate de béisbol. ¿Será que a mi padre le gustaba el béisbol antes de estar con mi madre?—

—Pues-...—

—Que más da.— Lo Interrumpí —Me perseguía con esa cosa para que me cargue a la chingada, pero fui rápido y me escondí en mi habitación poniéndole seguro a la puerta. Es curioso porque me veía a mi mismo de unos tres o cuatro años cuando los síntomas del autismo empezaron a ser mucho más notorios.—

Tenía memoria fotográfica, pero me incomodaba recordar mis pesadillas. Luego de unos segundos de silencio, suspiré y me recosté nuevamente. Sentía ganas de llorar por las cosas tan repentinas que me estaban sucediendo, pero no podía hacerlo, no me salía.

Rubius se acomodó de lado para poder mirarme mejor, aunque yo estaba observando el techo.

—Cariño, a veces la familia no lo es todo. Entiendo por lo que estás pasando... Mis padres se separaron cuando era muy pequeño, y la mayoría de mi familia vive en Noruega. Las navidades y festivales en plan para reunirse con la familia, son bastante solitarias. Como somos solo mi hermanita, mi madre y yo, tenemos que pasar las fiestas con el padrino y tal, pero no me siento incluido.— Empezó a expandir sus pensamientos —Sin embargo, no estás solo, ¿Vale? Se que todo esto es nuevo para ti, la vida sin familia, tener pareja, aprender sobre el amor, pero no me cansaré de repetirte que cada día lo estás haciendo mejor.—

Comenzó a acariciar mi mejilla mientras decía todas esas bonitas palabras. Me conmovía cuando la gente reconocía mi esfuerzo más allá de lo que soy. Lo miré como pude recordando las terapias para mejorar eso de no poder mirar a los ojos a nadie, y sentí esa linda conexión peculiar que teníamos ambos. Cuando lo miraba, sentía que era mi hogar. Bueno, no literalmente, pero su mirada me hacía sentir cómodo, como un hogar. ¿Si lo entendieron? A mi me costó hacerlo.

—¿Si lo crees?— Pregunté.

—Por supuesto, mi niño.— Me dio un beso en la frente —No solo me tienes a mi, tienes a Iván, Mangel, Ari, Leo... Ellos te aman, no tanto como yo, pero se que para ellos eres igual de importante.—

Más allá del síndrome ➵ Rubckity.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora