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Alex:

—Bien, jóvenes, iré llamando uno por uno para entregar los exámenes. Necesito orden en el salón.—

Asentí mirando a mi escritorio, jugando torpemente con mis manos. Lo siento, es algo que hago automáticamente, debido a mi síndrome.

Mi nombre es Alexis Maldonado, pero por favor llámeme Alex. Mi vida es bastante normal, o más bien "casi", ya que formo parte del TEA, o mas bien, del transtorno del espectro autista. Me dificulta en varios aspectos de mi vida, pero aún así, no todo es tan malo.

—Alexis Maldonado.— Escuché que me llamó el profesor.

Torpemente me levanté de mi asiento y me acerqué al escritorio del profesor Welmeth.

—Agradecería si me llamara simplemente Alex, profesor.— Dije sin pensarlo.

—Oh, disculpa, Alex. Tome su exámen, brillante como siempre.—

Agarré mi examen de matemática, nuevamente, otro 10. No me sorprendía, es mi nota de siempre.

Asentí y fui a mi asiento, abriendo y cerrando la mano que tenia libre repetidas veces. Es otra de las cosas que hago automáticamente, además de no pensar antes de hablar. Según mi psicólogo Smith, es una característica de mi condición.

Guardé mi examen en el folio de mi carpeta, escuchando el timbre que indicaba la hora del almuerzo.

—Nos vemos, jóvenes. La próxima estudien más, y vean a quienes toman de ejemplo.—

¿A quien debería tomar de ejemplo? No había entendido lo que dijo, pero no me importó.

—Ugh, de nuevo... Otro 10 para Alex.—

Voltié para ver de quien se trataba. Oh, era Raúl, aunque por alguna extraña razón todos le dicen Auron, el cuál era su segundo nombre.

—D-Deja mis cosas, Auron.— Dije acomodando mi carpeta en mi pupitre de forma que quede simétrica. No me gustaba que las cosas queden es desorden, me daba algo de enojo.

—Venga, Auron.— Apareció otro compañero de clases —Que no importa cuanto te esfuerces, Alex siempre será el número uno del salón....—

Ruben Doblas, un chico castaño que era tres veces más alto que yo. Miré a otra parte, jugando nervioso con mis manos, sin saber que decir o como actuar.

—...Perdona, me confundí de nombre, el "Rarito Alex" siempre será el número uno.—

Ambos se echaron a reír, pero no sabía que de estaban riendo. Según mi psicólogo, no puedo entender los sarcasmos, así que para quedar bien, reí falsamente a lo bajo.

De la nada sentí como alguien tomaba mi brazo, era Juan, mi único amigo. Me echó para atrás y empezó a insultar mientras gritaba. Me estremecí y tapé mis oídos, para que luego de unos minutos mi amigo me llevara hasta afuera del salón, yendonos a la cafetería.

—¿Te dijeron algo?— Me preguntó.

—"Venga, Auron. Que no importa cuanto te esfuerces, Alex siempre será el número uno del salón."— Repetí tal cual como recordaba.

—Ugh, esos estúpidos sin vida propia de nuevo con esa frase.— Dijo Juan indignado. —¡No tienes que dejar que ellos te pisoteen así, o tendremos que ir con el consejo escolar nuevamente!—

Mostré indiferencia mientras seguía a Juan a la cafetería. Cuando llegamos, había demasiada gente, griterío, risas, a veces veía bollos de papel en el aire.

—Siéntate allá donde están Ari e Iván. Vuelvo en unos minutos, ¿Va?—

Sin decir nada pasé por las mesas, sintiendo miradas e incluso gente riendo a mis espaldas, pero eso era costumbre para mí. Todo el colegio sabía de mí síndrome. Si bien casi nadie me molestaba, nadie quería acercarse a mi. Bueno, solo cuando se trata de trabajos en grupo.

Más allá del síndrome ➵ Rubckity.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora