El sobre
Su cabeza estaba hecha un lío mientras miraba el sobre blanco que se encontraba en su mano, no sabía que pensar acerca de esa carta de su nana, como Susana había escrito eso para ella o al menos por qué razón Gabrielle lo tenía.
Flash back
—Sarah— la había llamado la italiana, así que la rubia se había dado la vuelta un poco incomoda. —Porque no te sientas conmigo— comentó la tía de su esposo señalando el sofá que estaba frente a ella. —Tenemos tanto de que hablar— añadió la mujer sacando un sobre blanco de su bolso Channel.
Sarah se sentó en el sofá, ayudándose con sus muletas, pero no sabía por qué se sentía nerviosa. —Dime Gabrielle soy toda oídos — comentó la rubia, aunque por dentro se sentía algo ansiosa. — Primero que nada, quiero decirte que me alegra mucho poder conocerte Sarah, me recuerdas a una persona a la que quise mucho — dijo la italiana mirándola con lágrimas en sus ojos. —¿A mi padre? — preguntó la rubia recordando que ellos se conocían, pero la mujer sonrió con nostalgia negando con la cabeza. —No pequeña, ella era muy especial igual que tú— comentó Gabrielle y la rubia estaba más confundida con esa mujer. —Esto es para ti— dijo la italiana después de un incómodo silencio entregándole el sobre blanco. —Léelo cuando te sientas preparada, en ese momento vas a descubrir la verdad que se esconde través de tus ojos, los ojos de ella— añadió Gabrielle dejando un casto beso en la frente de la chica que no entendía absolutamente nada de los enigmas de esa mujer que se alejaba con rumbo a las escaleras dejando mil dudas en su cabeza.
Fin del flash back
La rubia miraba el sobre en sus manos preguntándose qué verdad escondía Gabrielle D'Monte a través de sus palabras, aunque sentía curiosidad por lo que había dentro de aquel papel blanco, no se animaba abrirlo, el sonido de la puerta la sobresalto dejando el sobre escondido en su maleta. — ¿Estás lista? — Preguntó Pablo entrando a la habitación y esa era otra situación que la tenía preocupada, era hora de partir al dichoso viaje y no sabía cómo parar esa locura, no estaba preparada para estar a solas con ese hombre en otro país. —Listo—contestó cerrando la maleta que la empleada de servicio le había ayudado a preparar, el pelinegro se acercó agarrando la maleta negra y ella se levantó de la cama donde estaba sentada con ayuda de sus muletas, buscando la salida, pues había un auto esperándolos para llevarlos directamente al aeropuerto.
En el jet privado de la familia D'Monte no pasó nada en particular, pues la rubia tenía sus auriculares puestos mirando por la ventana durante todo el viaje y de vez en cuando cruzaba miradas con Pablo que trabajaba en su laptop al otro lado del avión. Cuando llegaron al aeropuerto de Atenas, Grecia los esperaba un helicóptero. —¿Y esto? — preguntó la rubia mirando a su marido. —Vamos a Santorini, pero sobre todo a nuestra villa solo se puede llegar en helicóptero — mencionó el pelinegro con una sonrisa encantadora en su rostro y ella solo trago grueso, en ese lugar estaba completamente a disposición del pelinegro, como mierda había llegado a eso, como iba a aguantar estar en un lugar a solas con ese hombre y que su única salida sea por el aire.
Pablo la miró y sin decir ni una palabra la alzó en sus brazos sorprendiendo a la rubia que se agarró de su cuello, mientras la colocaba dentro del helicóptero. —Te prometo que este viaje va hacer inolvidable — susurró el pelinegro en el oído de su esposa haciendo que un escalofrío recorriera el cuerpo de la rubia. —Estaremos un mes en la villa— informó Pablo subiendo al lado del piloto que los llevaría a su destino. —Mande a preparar que esté completamente equipada para nosotros, cariño— añadió colocándose los auriculares para comenzar el vuelo.
Era un paraíso, pensó Sarah mirando desde lo alto las maravillosas vistas, nunca había experimentado esa maravillosa sensación, todo era hermoso, completamente puro, se sentía libre, por primera vez se sentía libre, y que decir del lugar donde el helicóptero los había dejado, una hermosa casa con vista a la playa, todo era tan asombroso. —¿Te gusta? — preguntó Pablo sacándola de sus pensamientos entregándole un daiquiri —Tiene una vista espectacular— Contestó Sarah, pero su pulso se aceleró cuando sintió su espalda pegar contra algo duro, ese hombre la estaba abrazando por atrás y su espalda estaba pegando a su pecho. —Tienes razón, es espectacular— dijo esa voz gruesa, aunque ella supo de inmediato que él no se refería a la vista del lugar, pues sus ojos negros estaban mirándola fijamente, aunque ella no podía cerciorarse sentía esa mirada penetrante poseerla completamente.
Su respiración estaba faltándole, así que como pudo logró soltarse de los brazos de Pablo D'Monte agarrando sus muletas para adentrarse dentro de la casa. El pelinegro cerró los ojos sintiendo un vacío en su pecho cuando esa rubia se había alejado de él, sabía que esa mujer no le era indiferente, sabía que ella también sentía algo cuando estaban cerca, pero era tan terca y testaruda que no se daba cuenta de la situación, pero para eso estaban ahí, él iba hacer todo lo posible para que Sarah confiara en él y le diera una nueva oportunidad de hacer las cosas bien, estaba dispuesto a luchar por ella costara lo que costara, no se iba a dar por vencido.
Tomo un sorbo de su bebida para dirigirse dentro de la casa, pero Sarah venía con el ceño fruncido. —Solo hay una habitación preparada— dijo la rubia señalando el pasillo que llevaba a las habitaciones. —Pues no era necesario preparar otra, si solo íbamos a venir nosotros dos— contesto Pablo y ella negó con la cabeza. —No voy a dormir contigo— comentó sobresaltada la chica mirando a su marido como si estuviera loco. —¿Por qué no? — preguntó el pelinegro. —Esos hacen los esposos compartir la cama— afirmó Pablo con una sonrisa en su semblante y Sarah rodó los ojos. —Tu y yo no somos esposos, o al menos no reales, este matrimonio es una farsa— dijo la chica y él sintió un pinchonazo en su pecho, aunque sabía que ella tenía razón —Pues eso no es lo que dice el acta de matrimonio— contestó el pelinegro con la cabeza gacha encaminándose hacia la habitación.
Sarah al mirar la desilusiónen los ojos de su marido, sintió que había dicho algo malo, pero era la verdad¿cierto? Ellos estaban casados por una venganza, venganza que él era elprincipal protagonista, entonces por que le afectaba verlo triste, ella no podíacaer en sus mentiras de amor, cuando sabía que él solo quería destruirla.
Bueno mis amores, se que me he tardado un poquito más de la cuenta, pero aquí les dejo otro capítulo de mi novela. Los quiero mucho
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¡Te odio!
RomanceUna chica de 24 años, trabaja para la constructora de su familia, ella es una diosa, todos los hombres la desean, pero ninguno a llegado a ese corazón que es más frío que un témpano de hielo. Un hombre de 27 años, tiene su propio imperio, es millona...