La noche
El sueño en su rostro estaba pesándole mientras miraba la cama, Pablo D'Monte miró a la rubia que empezaba a cabecear en la silla de ruedas y sonrió con ternura, no entendía como esa mujer sacaba esa parte de él.
La alzó como tipo princesa y ella escondió su rostro en el cuello del pelinegro, haciendo que su cuerpo reaccionara tensándose por completo, con solo ese gesto esa mujer había despertado una parte de su cuerpo que estaba dormida. La acostó en la cama retirándole los zapatos y admirando su rostro angelical que ya se había entregado a los brazos de Morfeo, acaricio su mejilla retirando el cabello rubio de su rostro. —Eres tan hermosa— dijo el pelinegro dejando un casto beso en la frente de la rubia que dormía plácidamente, para luego encaminarse hacia el baño a darse una ducha bien fría por culpa de esa insensata rubia.
Se acostó a su lado tratando de no lastimarla, pero ella se dio una vuelta dejando su cabellera rubia descansar en su pecho desnudo, Pablo respiró profundamente al sentirla tan cerca durmiendo en su pecho como si de verdad se tratará de una pareja; sintió un remordimiento por todo lo que estaba pasando. ¿Quería venganza? Sí, ¿Su madre merecía justicia? Sí, pero ¿Sarah merecía sufrir? Esa maldita pregunta rondaba sus pensamientos más profundos y solo le daban una respuesta "No" definitivamente esa mujer que dormía a su lado merecía ser amada ¿cierto? Respiró con frustración tratando de retirar a la chica con cuidado para no despertarla o lastimarla, pero le fue imposible cuando ella se aferró más a él dejándolo completamente paralizado. Esa noche estaba siendo una tortura para el pelinegro que no podía cerrar sus ojos mientras que Sarah roncaba tiernamente en su pecho aferrándose como una niña pequeña a su muñeco favorito.
Era la primera vez que dormía con una mujer en la misma habitación y no sabía cómo actuar, ese olor a vainilla lo estaba tentando demasiado, miró la hora en el reloj despertador que se encontraba en la mesa de noche y eran las cuatro de la madrugada y aún no había podido pegar ni un ojo y a la mañana siguiente debía ir a la oficina temprano, la chica se removió en sus brazos quienes poco a poco fueron rodeando el cuerpo diminuto de la rubia pegándola aún más a su cuerpo por lo que ella parecía más que cómoda.
La rubia sentía que había dormido en el paraíso, hace mucho tiempo no descansaba tan bien sin las pastillas de dormir; se sentía tan cómoda que no quería ni siquiera levantarse, poco a poco fue abriendo sus ojos adormilados, pero se levantó exaltada al ver la posición que se encontraba, su cabeza dormía en el pecho fornido y desnudo de un hombre que la rodeaba con sus brazos, asustada se sentó en la cama mirando a su flamante esposo que parecía estar en su último sueño ¿Había dormido en los brazos de Pablo? "Que vergüenza" pensó sintiendo sus mejillas calentarse. El reloj marcaba las doce del mediodía, ya era la hora del almuerzo y ellos aún estaban durmiendo ¿Qué iban a pensar los D'Monte? Miró la silla de ruedas y trató de incorporase para bajar de la cama, pero la fuerza de su brazo izquierdo falló ya que no estaba del todo recuperado y se calló golpeándose. —Ahh— gritó cuando el suelo tocó su cuerpo y un desesperado pelinegro se levantó de inmediato en su ayuda. —Sarah— dijo Pablo levantándose preocupado mirando a la chica que estaba en el piso. —Por Dios Sarah ¿Por qué no me despertaste? — comentó Pablo levantándose de la cama para ayudar a su esposa, pero la rubia se sonrojó al ver como su marido solo tenía un bóxer blanco que marcaba un exuberante bulto en medio de sus piernas. — Lo siento— dijo el pelinegro tapándose cuando notó las mejillas rojas de su mujer, porque demonios se había quitado el buzo al sentir demasiado calor en la noche.
Después de ese vergonzoso momento el pelinegro se dirigió hacia la oficina completamente tarde, se suponía que tenía una reunión importante en la mañana, pero se había quedado dormido después de haberse desvelado toda la noche que ni siquiera había escuchado las mil llamadas que su secretaria le había hecho en la mañana. —Señor D'Monte le cancele la junta con el Dr. Chein — informó la chica y él se agarró la cabeza, esa era una excelente inversión para su banco, pero por culpa de esa condenada rubia ahora estaba valiendo de un hilo, debía excusarse con el chino ese, para pedirle una disculpa. —Envíale un obsequio y una disculpa de mi parte — comentó prendiendo su computadora; tenía tanto trabajo pendiente. —Avísale que tuve un contratiempo, y que espero que acepte mis disculpas y que podamos volver a reunirnos apenas él disponga de tiempo por supuesto — informó a su secretaria que salió de la oficina después de su orden, era momento de ponerse a trabajar, pero el pelinegro no se podía concentrar, Sarah Gallardo no salía de su cabeza.
¡Ay! Pablo, Pablito estas mas que perdido...
Les quiere Yarlin 💜
ESTÁS LEYENDO
¡Te odio!
RomanceUna chica de 24 años, trabaja para la constructora de su familia, ella es una diosa, todos los hombres la desean, pero ninguno a llegado a ese corazón que es más frío que un témpano de hielo. Un hombre de 27 años, tiene su propio imperio, es millona...