La hipoteca
Una ventisca fría entro por la ventana de su habitación e inmediatamente cerró, ese temor siempre era participe de su vida; Sarah se acostó en su cama sin dejar de ver para su balcón, el insomnio no la dejaba dormir, así que busco las pastillas que le había recetado su terapeuta y por fin dejo su mente en blanco dejándose vencer por el sueño.
Pablo miraba por la gran ventana de vidrio que tenía su pent-house, dejándose llevar por sus pensamientos mientras sostenía su vaso de whisky; una hermosa pelirroja se acercó a él acariciando su pecho desnudo. —Vuelve a la cama guapo— dijo la chica con vos seductora, pero el hombre se apartó bruscamente. —Recoge tus cosas y lárgate — contestó con desprecio y arrogancia dejando a la joven confundida. — Que te largues— gritó al percatarse de la situación y la chica lo miró asustada.
Después de despachar a la joven pelirroja de esa noche sonrió mirando desde lo más alto de new york —Mañana, mañana comienza mi venganza— dijo mirando la luna a través de la ventana.
Sarah se levantó de su cama al percatarse de los primeros rayos de sol, era hora de volver a la rutina, de vez en cuando deseaba volver hacer aquella niña inocente que alguna vez fue, pero negaba con la cabeza volviendo a su realidad eso jamás volvería a suceder.
Después de salir a correr volvió a casa tratado de despejar su mente, desayuno algo ligero para encaminarse en el único lugar donde se sentía a gusto "La oficina" su trabajo era lo único que la satisfacía, miró los planos por terminar, era el progreso de unas casas que debía entregar cuanto antes mejor. El sonido de su teléfono interrumpió su obra de arte. — Dime — contestó inmediatamente ya sabía de quién se trataba. —Ven de inmediato a mi oficina— Sonó una voz demandante, así que la rubia rodó los ojos y se encaminó hacia la oficina del gran arquitecto Alejandro Gallardo o mejor conocido como el tempano de hielo, no había nada que le importara más que la constructora y el dinero, dejando en segundo plano su familia. —¿Qué quieres padre? — preguntó Sarah con tono disgustado entrando a la oficina. —Estamos perdiendo mucho dinero— dijo el jefe de la familia Gallardo. —Para eso me llamaste— mofó la rubia con tono sarcástico. —, y eso en que me concierne, te recuerdo que soy arquitecta no gerente financiera — añadió de manera mordaz. —No vengas con tus inmadureces Sarah, esto te concierte tanto como a mí por el bienestar de nuestra familia — comentó Alejandro mirando a su hija mayor. —Estamos perdiendo una cantidad de dinero bastante severa, sino encontramos una solución la constructora puede irse a la quiebra — mencionó Gallardo mirando los papeles de su escritorio —Ya hablaste con el contador alguna explicación debe tener — dijo la rubia negando con la cabeza. —Lo único que dice es que no sabe cómo sucedió — contestó Alejandro con frustración. —Pero para eso se le paga para que cuide las finanzas de la empresa, que tan negligente es ese hombre que no va anotar las pérdidas que están surgiendo— dijo enojada la rubia, todo eso era tan extraño. —Debes ayudarme Sarah— comentó Alejandro y ella negó con la cabeza. —Porque mejor no se lo pides a Alicia tu hija favorita— alagó la rubia y su padre la miró desconcertado. —La constructora está en peligro de quiebra debería importarte. — dijo el hombre negando con la cabeza. —Por que debería de hacer algo por ti o esta empresa, si tú nunca has hecho algo por mí— comentó Sarah con desprecio. —Ya hablamos de eso Sarah— dijo su padre mirándola fríamente. —No, tu hablaste de eso, pero está bien me callare como siempre, para proteger la constructora y no manchar el apellido Gallardo— dijo con ironía la rubia y salió hecha una furia por los pasillos.
Sin percatarse chocó con un pecho fornido y al levantar la mirada se encontró con los ojos azules más oscuros que la habían visto, esa mirada trasmitía arrogancia por lo cual consideró que ese hombre de cabello negro, cara perfecta, cuerpo fuerte y alto, era un completo idiota. —Deberías niñata fijarte por donde caminas — nunca había escuchado una voz tan sexy como esa, pero a la vez la hizo enfurecer quien se creía ese imbécil para hablarle de esa manera tan prepotente. —¿Quién te crees que eres para venir a decirme lo que tengo que hacer? Imbécil — dijo furiosa y siguió su camino dejando atrás a un hombre molesto.
Pablo después del percance con esa mujer de ojos verdes, cabello rubio y cara de ángel, pero actitud de demonio que lo sacó de casillas y ni siquiera la conocía, como se atrevió a hablarle de ese modo, ya tomaría represarías contra esa chica, por ahora lo único que tenía en mente era arruinar a esa mujer y que mejor que empezar por la constructora de su marido. Fue muy fácil engañar al contador de esa empresa y completar los trámites para préstamos fáciles en su banco, ahora todo estaba justamente como lo quería.
Entro en la oficina sin siquiera esperar que la secretaria lo anunciara, el hombre dentro levantó la mirada y él sonrió con arrogancia. —¿Quién es usted? — preguntó Alejandro Gallardo confundido con la situación. Pablo miró con detalle al hombre frente a él, la factura de la edad le estaba pesando seguramente de tanto trabajar, su traje gris era patético, el típico empresario que prefería fundirse en la oficina escapando de su familia, o quizás en las faldas de su secretaria. —Soy Pablo D'Monte— se presentó mirando fijamente la foto que colgaba en la pared de esa oficina. —Dueño del banco D'Monte el cual usted le debe una jugosa cantidad de dinero la cual se ha retrasado varios meses y quiero que me paguen la hipoteca, o mi banco se adueñara de esta empresa— comentó con malicia sonriendo con una gran idea en su cabeza mientras el hombre frente a él se removía incómodo. "Dicen por ahí que los errores de los padres los pagan sus hijos" o "Que lo que más aman los padres son sus hijos" serán verdades o mentiras de los seres humanos, él estaba dispuesto a comprobarlo en cuanto miró ese retrato en esa oficina. —Sr. D'Monte en este momento no requiero de esa cantidad de dinero, pero podemos negociar, si me da más tiempo puede recoger el dinero y entregárselo completo— dijo con desesperación Gallardo, se veía tan patético y eso lo hizo feliz. — ¡Claro! Soy un hombre comprensivo y puedo darle otras posibilidades— dijo sonriendo con malicia mataría dos pájaros con la misma piedra, esa rubia insoportable iba a pagar por haberle hablado de esa manera, miró de nuevo el retrato familiar. —Quiero una esposa y usted tiene tres hijas hermosas— dijo mirando a la única que le interesaba. —Pero la quiero a ella y el 60 % de acciones en la empresa— mencionó señalando a esa chica de ojos verdes con carácter insufrible, seguramente era igual a su madre, pero a su lado iba a conocer el infierno. —Tiene tres días Gallardo para aceptar mi propuesta o sino TIC TOC el tiempo se acabó para su empresa— añadió y el hombre frente a él lo miraba confundido y alterado. —Que pase buena tarde— se despidió saliendo de esa mugrosa oficina esa batalla la ganaría.
Primer capítulo espero y les guste mis amores. Espero su opinión acerca de la novela y como han visto a estos personajes.
Les quiere Yarlin💜
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¡Te odio!
RomanceUna chica de 24 años, trabaja para la constructora de su familia, ella es una diosa, todos los hombres la desean, pero ninguno a llegado a ese corazón que es más frío que un témpano de hielo. Un hombre de 27 años, tiene su propio imperio, es millona...