Capítulo 2

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La futura esposa

Los Gallardo estaban cenando en silencio, mientras fingían ser una familia hasta que Alejandro interrumpió. —La empresa tiene problemas financieros por algunos prestamos que no fueron bien invertidos— confesó angustiado el mayor de esa familia, mientras la mayoría estaban mirando sin creer lo que sucedía. —Hoy vino a mi oficina el dueño del banco D'Monte — soltó tragando saliva y volvió a ver a su hija que no estaba prestando atención mientras solo jugaba con la comida. —¿Pudiste llegar a un acuerdo con él? ¿Cierto? — preguntó con preocupación Ágata Gallardo, esa mujer que nadie quiere conocer, fina, pero sin escrúpulos que solo piensa en la clase social y el dinero que su marido trae a casa. —Sí, pero no es definitivo solo tengo tres días para aceptar su trato — comentó Alejandro y suspiró pesadamente. —¿Y a qué acuerdo llegaste? — preguntó Julián Gallardo, el único hijo varón de esa familia. —Quiere el 60% de las acciones de la empresa y una esposa— comentó el hombre. —Pero ese hombre está loco, el 60% de las acciones es demasiado — dijo Ágata negando con la cabeza — Además que nos importa a nosotros si se quiere casar— añadió la víbora Gallardo. —Ese es el problema quiere como esposa a una de nuestras hijas— contestó su marido y por primera vez en toda la conversación Sarah levantó la mirada de su plato. —Bueno en ese caso no es un problema ¿Cierto Alicia? — dijo Ágata mirando a su hija del medio. — ¿Es guapo? — preguntó la joven y Sarah rodó los ojos. —Él ya escogió a quien quiere como esposa — dijo Alejandro y la joven Alicia Gallardo, la más parecida a su madre, sonrió de oreja a oreja. —Quiere casarse con Sarah— mencionó Gallardo y toda la mesa quedaron en silencio mientras la rubia fulminaba a su padre. —No, no me voy a casar— gritó Sarah levantándose de la mesa. —Es por la constructora se más sensata Sarah — dijo su madre mirándola respectivamente. —Me vale un pepino la constructora, no van a venderme con tal de salvarla, no pienso hacerlo y es mi última palabra— comentó furiosa retirándose del comedor. —Que le ve a esa, yo soy mejor — dijo Alicia indignada. —Eso se llama envidia estirada— bufó la menor de la familia Gallardo. —Tu cállate estúpida — contestó Alicia mirando mal a su hermana menor. —A mí me parece una estupidez esa boda, Sarah merece algo mejor — comentó Melissa Gallardo la más pequeña de esa familia y la más cercana a su hermana mayor. —Sarah se casará con ese hombre o me dejo de llamar Ágata Gallardo — dijo la rubia mayor de esa familia.

Sarah entro furiosa a su habitación, como podían considerar que ella aceptaría tal patraña, en lo que le restaba de vida jamás se casaría y mucho menos de esa manera, quien era ese tal D'Monte para exigir que ella se volviera su esposa, pero eso no lo aceptaría. —Hermana ¿Puedo pasar? — una voz suave detrás de la puerta interrumpió sus pensamientos. —Adelante— contestó y miró como una cabellera rubia entraba a su habitación y se colaba en su cama. Esa niña de diecisiete años y su hermano Julián eran los únicos que valían la pena en esa familia de víboras. —Yo voy a apoyarte en todas tus decisiones —comentó Melissa abrazando a su hermana. —Gracias princesa sabes que te quiero— dijo la rubia mayor abrazando fuerte a su hermana menor. —, y yo a ti— contestó la rubia menor sonriendo.

Pero como la vida era demasiado injusta lo bueno nunca duraba demasiado y por la puerta entro como un torbellino esa mujer que siempre traía una vibra de mal augurio —Melissa sal inmediatamente de esta habitación, necesito hablar con tu hermana a solas — la menor volvió a ver a su hermana mayor y esta asintió, así que se dirigió a la puerta saliendo de la habitación. —Vas a casarte Sarah te guste o no, esa decisión ya está tomada hija — dijo la mujer que más odiaba, porque no podía llamar mamá a alguien que no conocía el significado de esa palabra. —Esa decisión no te corresponde Ágata, y mi decisión en un rotundo no — contestó mirando a la mujer que tenía al frente. —Así que te voy a pedir que salgas de mi habitación, porque créeme lo último que quiero ver antes de dormir es ver tu cara — añadió Sarah mirando mal a su madre. — Crees que ganaras, escúchame muy bien Sarah, puedes negarte todo lo que quieras, pero esa boda se va a realizar — dijo la mujer que la trajo al mundo. — Sobre mi cadáver — bufó la rubia y su madre sonrió. —Que descanses hija— salió de la habitación y Sarah miro el espejo con rabia tensando la mandíbula.

Pablo sonrió al mirar las cláusulas del contrato que había preparado su abogado y mejor amigo. — ¿Estás seguro de esto Pablo? — preguntó Sebastián Bianchi — Completamente amigo, hare que esa familia sufra y destruiré a la caprichosa y mimada Sarah Gallardo, la hija de esa mujer, hare que pague en carne propia los pecados de su madre — dijo con tanto odio. —En eso no estoy de acuerdo ¿Qué culpa tiene esa chica de lo que esa mujer te hizo en el pasado? — comentó Sebastián algo preocupado por su mejor amigo. — Lleva su sangre, eso la hace tan culpable como ella — contestó Pablo con repulsión. — Solo espero que no te arrepientas de esta locura — dijo el abogado negando con la cabeza.

La oficina era su mayor fuerte, era el único lugar donde sentía paz al perderse por las líneas de los planos, pero ese día el dolor de su cabeza no quería desaparecer, mentalmente está agotada, así que se sirvió un trago de vodka para despejar su mente. Se acercó a la ventana de su oficina y un auto negro parando al frente del edificio llamó su atención, de ese auto al parecer se bajó un chofer que abría la puerta trasera para dar paso a un hombre con samblaje serio, y a pesar de estar unos pisos arriba lo reconoció de inmediato, era el mismo imbécil del pasillo con el cual había tenido la desdicha de haber tropezado, pero ¿Qué hacia ese hombre de nuevo en la constructora? Se alejó de la ventana con mil dudas en su cabeza que lo mejor era volver a los planos que tenia pendiente.

Pablo acompañado de su abogado se dirigieron a la oficina de Gallardo quien los esperaba con estado nervioso y ansioso. —¿Ya tiene una respuesta Gallardo? — preguntó el pelinegro con una sonrisa divertida. —Sí, la respuesta es un si — contestó el gran arquitecto Gallardo que en ese momento quería que se lo tragara la tierra. —Perfecto, traje a mi abogado para que podamos progresar inmediatamente con el contrato, solo es de firmar si gusta puede revisarlo o llamarle a su abogado como usted quiera tenemos todo el día para firmar —Alejandro no lo pensó dos veces para colocar su firma. 

Ok esperemos que se avecina y ¿Qué sucederá? Habrá boda?.

Les quiere Yarlin💜

¡Te odio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora