La boda
Sarah se miró en el espejo y una lagrima rodó por su mejilla, daba gracias que su maquillaje fuera contra agua o si no hubiera echado a perder el valioso trabajo de la maquillista. Su vestido era impresionante no lo negaría, estaba hecho a su medida, pero ese día debía ser el más feliz de una mujer, pero en realidad para ella era uno de los peores días de su vida.
Su libertad había sido comprada por ese hombre que en ese momento debía estar esperándola en el altar dándose el lujo de decir que sería su esposa, la idea de escapar volvió a su cabeza, pero luego recordaba las amenazas del pelinegro y se le borraba. Ella jamás permitiría que sus hermanos pagaran por los errores de sus padres, aunque ella fuera la única no beneficiada así era mejor. No iba a permitir que Alicia y Melissa acabaran sus cortas vidas encerradas en un manicomio y que su hermano Julián después de todo su esfuerzo en la universidad acabara pidiendo limosna para vivir, después de todo ninguno de ellos tenía la culpa, por esa razón en ese momento estaba a punto de casarse con ese infeliz.
Agarró el ramo de flores rojas y bajó las escaleras de la mansión donde su padre la esperaba en la puerta. - Estas muy hermosa- dijo Alejandro rompiendo el silencio incómodo con la voz un poco apagada, pero Sarah solo lo ignoró. Subieron a la limosina que esperaba fuera de su casa y una carcajada irónica salió de su garganta. Ese hombre era un prepotente fanfarrón y le encantaba llamar la atención. -Por fin te saliste con la tuya Gallardo- dijo Sarah con ironía cuando iban de camino hacia la iglesia. -Te pudiste deshacer de tu hija descarrilada y manchada- añadió y su padre la miró con un poco de arrepentimiento en su mirada, pero eso a ella ya no le importaba.
Bajaron del auto frente a la flamante iglesia llena de periodistas y gente que ni si quiera conocía, su brazo se entrelazó con el de su padre comenzando la marcha nupcial y sus piernas querían salir corriendo cuando miró al frente a ese hombre con sonrisa maliciosa esperándola en el altar. Su mirada pasó a los invitados donde muchos ni si quiera los había visto, miró a su hermano que la miraba con lastima, Melissa parecía estar en un funeral y Alicia solo estaba seria sin ninguna expresión en su cara. En cambio, Ágata Gallardo la miraba con diversión maliciosa en su rostro y los D'Monte ajenos a la situación la miraban con admiración y felicidad.
Todo su camino fue una tortura, pero lo peor fue cuando su padre soltó su brazo y esa mirada azulada la fulminaban de arriba abajo con descaro y arrogancia mientras sus brazos se entrecruzaban. - Bienvenidos hermanos, hoy nos reunimos para unir en santo matrimonio a estas dos almas; Pablo D'Monte y Sarah Gallardo- dio por iniciada la ceremonia el sacerdote ajeno a su desgracia. -Pablo D'Monte acepta por esposa a Sarah Gallardo para amarla y respetarla en la pobreza, en la riqueza, en la salud, en la enfermedad hasta que la muerte los separe - mencionó el sacerdote y el pelinegro sonrió de oreja a oreja como si realmente estuviera feliz, pero ella sabía que su felicidad se debía a que estaba ganando esta batalla, pero no era la guerra y ella destruiría esa sonrisa. -Acepto- contestó Pablo colocando la sortija en el dedo anular en la mano delgada de la rubia. - Sarah Gallardo- dijo el sacerdote ganándose la atención de la chica. -Aceptas por esposo a Pablo D'Monte para amarlo y respetarlo- continuó el sacerdote, pero ella estaba haciendo sus propios votos en su mente "Para odiarlo y humillarlo". - en la pobreza y en la riqueza- "En su miseria caerá" pensó la rubia sonriendo. - en la salud y en la enfermedad - "Hare de su vida un infierno" sus votos mentales le gustaban más. - hasta que la muerte los separe - terminó el sacerdote y ella miró a Pablo. -Acepto- contestó Sarah colocando el anillo en esa mano masculina. - Lo que ha unido Dios que no lo separe el hombre- dijo el sacerdote. - Puedes besar a la novia- añadió y los nervios surcaron en la rubia cuando por primera vez esos labios chocaron con los suyos, provocando sentimientos encontrados.
Ok creo que entre ellos habrá mucho fuego.
Les quiere Yarlin💜
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¡Te odio!
Roman d'amourUna chica de 24 años, trabaja para la constructora de su familia, ella es una diosa, todos los hombres la desean, pero ninguno a llegado a ese corazón que es más frío que un témpano de hielo. Un hombre de 27 años, tiene su propio imperio, es millona...