Capítulo 14

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Los planos

Se colocó una falda tubo hasta su rodilla que marcaba y definía muy bien la curva de su cadera, además colocó una blusa verde, unos zapatos de diez centímetros de alto, ató su cabello rubio en un moño muy profesional aplicando un poco de labial en su boca y agarró su bolso dirigiéndose hacia las escaleras donde se encontraba Pablo colgando su teléfono con el samblaje fruncido. —¿Todo bien? — preguntó Sarah ganándose la atención del pelinegro que la miraba con deseo. — Como siempre tu familia haciendo cosas que no deberían, pero es un asunto que se puede arreglar— contestó Pablo atento con la mirada a los pasos de la rubia. — Por cierto, estas hermosa— dijo el pelinegro sorprendiéndose a sí mismo y dejando a una rubia sonrojada. —Gracias— contestó Sarah con su rostro caliente. —Deberías limpiarte la baba está manchando el piso— añadió la chica matando el ambiente incomodo que se había generado. — Que graciosa— dijo Pablo rodando los ojos y los dos juntos subieron al ascensor.

Después de quince minutos donde nadie decía nada, llegaron al gran banco D'Monte, un edificio de talvez unos treinta pisos. Los dos se encaminaron por el lobby atentos a todas las miradas curiosas de su alrededor mientras se adentraban en el ascensor. El pelinegro marcó el piso treinta donde solamente se encontraba su oficina; al abrirse las puertas la secretaria ya estaba en su lugar de trabajo sorprendiéndose con la acompañante. —Señores D'Monte bienvenidos — dijo la chica levantándose nerviosa mientras acomodaba sus gafas. —Matilde quiero un café bien negro y uno expreso para mi esposa— ordenó el pelinegro sorprendiendo a Sarah ¿Cómo sabía que a ella le gustaba el expreso? A caso había sido una coincidencia. — También el balance semestral lo quiero en mi oficina— añadió y la chica asintió con la cabeza. La puerta caoba se abrió y Sarah quedó maravillada con la oficina de su esposo, era tan hermosa y elegante con una vibra poderosa, pero fresca. —¿Te gusta? — preguntó atento a los movimientos de la rubia. —Sí, es linda y tiene una vista espectacular— añadió señalando el ventanal que deba hacia el exterior y él sonrió, pero esa vez parecía una sonrisa sincera y eso removió muchas cosas en ella.

—Quiero que mires estos planos— dijo Pablo interrumpiendo los pensamientos de la rubia. — Estaba pensando en invertir en un proyecto que traerá muy buenos frutos, empecé a hacer estos planos— comentó el pelinegro entregándole los planos, pero su boca se abrió con angustia. — Esto esta horrible— dijo Sarah con toda sinceridad causando una carcajada en el hombre frente a ella. —Bueno para eso mi esposa es arquitecta, yo solo soy gerente de un banco— mencionó el pelinegro sonrojando a la rubia de nuevo; eso le estaba gustando. — ¿Y qué gano a cambio? — preguntó Sarah con picardía y el pelinegro sonrió acercándose acorralándola contra el escritorio — Estas jugando conmigo Gallardo— dijo Pablo apoderándose de la boca de la rubia.

El sonido proveniente de la puerta hizo que acabara su guerra de besos. —Adelante— dijo el pelinegro separándose de su esposa y la secretaria entraba en la oficina. — Aquí están los cafés señor D'Monte— comentó la mucha entregándole el café respectivamente a sus dueños. —Y esta es la carpeta con el balance — añadió la chica dejando la carpeta negra en el escritorio para luego retirarse. — Bueno debo hacer mi trabajo— dijo Pablo sentándose detrás de su escritorio agarrando la carpeta negra. — ¿Estos planos son para la constructora Gallardo? — preguntó la rubia sentándose en el sillón colocando los planos en la mesa de centro. — No— contestó Pablo seriamente sin ninguna amabilidad en su mirada y la chica frunció el ceño —¿Entonces? — prosiguió Sarah sin entender nada. — Son para mi propia constructora — informó el pelinegro mirándola con odio, acaso ese hombre era bipolar hace unos minutos todo estaba bien. —No lo entiendo ¿Entonces para que querías el 60% de la constructora? — preguntó sin rodeos la rubia empezando a enojarse. — Eso es parte de mi venganza— comentó él enojado y ella lo miró sin comprender. —¿Qué venganza? — preguntó Sarah sintiendo el fuego arder por sus venas, todo era un maldito teatro para él, hasta lo que seguramente estaba pasando entre ellos. — Quieres arruinar a mi familia para eso todo este teatro — bufó riéndose sarcásticamente la rubia molesta. — Ahora lo comprendo todo, eres un maldito patán de mierda — gritó molesta saliendo de la oficina dando un portazo que asustó a la secretaria. — Sarah ven acá — ordenó Pablo saliendo de la oficina, pero la rubia se estaba montando al ascensor. — Sarah— gritó de nuevo, pero ella le sacó el dedo del medio mientras las puertas se cerraban. — Joder— dijo con frustración el pelinegro.

Oh ¿Pablo por qué nos matas el momento romántico?  Lo arruinaste Pablito ¿Cierto mis amores?. 

Les quiere Yarlin💜

¡Te odio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora